La introspección

La introspección

Lo que tengo es la sonrisa de los otros,
el ejemplo cultural de los que siguen,
el simple no creer que todo es blanco,
pero sin lograr ver los otros blancos que me ciegan.
No es tan redondo el mar después de todo,
ni el cielo tan azul como las aguas,
no es tan fácil vivir sin horizonte,
las hienas quizás puedan, pero por eso
en ellas hay algo de oscuro que me asusta.
Me afecta el porvenir que no he forjado,
el ayer que no guardé, la mala cara
del mundo cuando falto en mi esqueleto,
me quieren obligar a estar conmigo?
No puedo transcurrir ya vuelto otoño?
Acaso no es feliz el suave musgo
que en la piedra meditó hasta alcanzar su traje verde?
Arriba las abejas que no cuentan
ni guardan en un banco sus jardines,
recorren sin parar la flor del mundo
y a cambio siempre dejan la miel de su alegría.
Abajo el mercader que mide estrellas
y saca cuentas de cómo volar a otro planeta,
ya todo lo ha vendido, ya ve en ruinas
su propio amanecer, por eso escapa,
le importa nada la miseria que nos deja,
un lagrimón del papa y otra vez a ser pacientes.
Desperdigado en mi, busco las calles
en que todos aprendían de la entrega,
un bus nos arrolló, un nuevo barrio de tiendas
y de torres habitadas por fantasmas,
ese que miras soy, ese que pide con un tarro
lo que a otros a manos llenas les sobra en sus mansiones,
ese que escuchas soy, aunque ya mueves
en forma negativa tu cabeza,
te juro que entender lo que nos pasa
me apura y mucho más que entrar al cine,
el gánster se escapó y la damisela
prefiere algún diamante a aquel amor de un hombre humilde.
Ese que piensas soy, el que te habita
como el mejor de tus botones y monedas,
conmigo no hay ciudad que no conquiste
ni pena superior a no saber por qué lo has hecho.
Por qué lo hacemos sin pensar, vivir, matarnos,
y luego suspirar y no querer pensar ya en nada.

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16 02 14