El voucher

El voucher

Viajas a todas partes, viajas
desde tu soledad a todo el mundo,
de hecho vienes de Londres, vienes llegando,
casi de paso, parece, en Chile, en tu casa,
en tu propia vida y en tu inocencia.
Porque en unos días más te vas a Río,
Semana Santa en Buenos Aires,
julio en Cancún, septiembre en Ecuador,
eso me dices, sin que a nadie importe.
A qué hora te hallarás contigo mismo, me pregunto.
Y escribes, escribes
críticas de viajes, obvio,
de letras, actualidad, de cine y artes,
tienes, dices que tienes cuarenta años,
que eres buen mozo, delgado, que pareces
de treinta, la verdad
no sé si pedir tu autógrafo o decirte
que saques tu carnet, ese que dices
que te piden los que no creen la edad que tienes,
y mires esa foto, esa que es tuya,
esa en que tú sonríes, lo supongo,
y en que no hay nadie más que te desmienta.
Puede que sea verdad tanta belleza,
puede que seas feliz con tanto vuelo,
pero no mencionaste otros intereses
y tampoco te importa con quien hablas.
Mi trabajo, dijiste, es muy importante,
mi hogar, mis amigos, mi familia,
eso tras preguntarlo, que antes tan sólo
me hablaste de tus viajes y tu ombligo.
Pido que sea verdad, que alguien exista
con quien puedas compartir tantos destinos,
que cuando viajes alguien haya a tu lado
o, al menos al volver, alguien te espere.
Dices el viernes parto, vuelvo, dices,
en una semana, Río se me va a pasar volando,
la verdad creo que a Río no va a importarle,
que lo que va volando ya es tu vida,
que ojalá un día te halles con tu espejo
y al fin llegues a un sitio donde te halles.
Pido que sea verdad lo que me cuentas,
y que si no en los fragmentos de tu odisea
puedas un día ver que sigues solo
y que esa soledad no tiene voucher,
salvo el de tu silencio tras tu historia.
Yo la verdad prefiero ir por un jugo
y en un punto final dejar que partas.
El sol ya apareció, con él me basta,
otro día él y yo, juntos, tranquilos,
y ninguno de los dos va a precisar de presumirlo.

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28 01 14