Lección del sinsabor
Bastardos del amor, nieves del tiempo
que caen sin cesar sobre las viejas urbes
y empañan con dolor las mesas que se agitan
con cada sinsabor o brindis de otros cuerpos.
Pequeño es el dolor del que camina sin concierto
y no espera en el cristal más que pasión como costumbre,
gigante en su ocasión de proseguir tras el olvido,
de navegar por su intersticio ya naufragadas las promesas.
Así yo debo ser, simple y hermético cual roca
que sigue monte abajo su soledad de aplasta trébol,
su recto porvenir de flecha arranca huesos,
su ciego sinsabor de no hacer caso a nimiedades.
Así debo emular de nuestra especie lo tozudo,
lo inmune, lo procaz, lo indiferente
y a raudos pasos de matar y hacerse nudo
rodar por la heredad de nuestra historia alzando torres.
Qué hermoso es desollar las esperanzas del que sueña,
el beso ya sin boca, la lágrima ignorada,
pasear a pisotones sobre el alma del que canta
y en nada hallar piedad para el que dio su amor al mundo.
o es tiempo de creer en sentimientos,
no es hora de doblar el ceño por quien gime,
la tierra hay que poblar de las estatuas que la cubran
para lograr vencer de la humedad el estropicio.
Seguro con los años habrá grietas en el plinto,
pero ninguna lo sabrá, pues, cual nosotros, se han dormido,
tampoco ni tú o yo descubriremos las hendijas
del propio corazón, ya acostumbrado a ser de piedra.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
03 05 13
Bastardos del amor, nieves del tiempo
que caen sin cesar sobre las viejas urbes
y empañan con dolor las mesas que se agitan
con cada sinsabor o brindis de otros cuerpos.
Pequeño es el dolor del que camina sin concierto
y no espera en el cristal más que pasión como costumbre,
gigante en su ocasión de proseguir tras el olvido,
de navegar por su intersticio ya naufragadas las promesas.
Así yo debo ser, simple y hermético cual roca
que sigue monte abajo su soledad de aplasta trébol,
su recto porvenir de flecha arranca huesos,
su ciego sinsabor de no hacer caso a nimiedades.
Así debo emular de nuestra especie lo tozudo,
lo inmune, lo procaz, lo indiferente
y a raudos pasos de matar y hacerse nudo
rodar por la heredad de nuestra historia alzando torres.
Qué hermoso es desollar las esperanzas del que sueña,
el beso ya sin boca, la lágrima ignorada,
pasear a pisotones sobre el alma del que canta
y en nada hallar piedad para el que dio su amor al mundo.
o es tiempo de creer en sentimientos,
no es hora de doblar el ceño por quien gime,
la tierra hay que poblar de las estatuas que la cubran
para lograr vencer de la humedad el estropicio.
Seguro con los años habrá grietas en el plinto,
pero ninguna lo sabrá, pues, cual nosotros, se han dormido,
tampoco ni tú o yo descubriremos las hendijas
del propio corazón, ya acostumbrado a ser de piedra.
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