Cuando uno no espera nada de nadie
siquiera de sí mismo se sorprende,
la huella de un poema
amilanaras palabras
estallidos que se rompen,
y cuando al atardecer llega el ocaso
como la esencia misma de la vida
desde el inmenso mar se agita
un lecho hecho de mil tumbas,
entre el azul verdoso de sus aguas
palabras me llegan presintiendo
que allí me llega elevando
un clamor de amor por merecido,
surcando horizontes dejé un algo triste
un vuelo veloz cobijando silencios
¿dónde estás que no te siento?
la luz se va apagando, suavemente
oscuridad total y circunstancia
fue entre nosotros felicidad pagada
todavía una deuda con la existencia
versos por volcar en cualquier trozo
como alma que se aparta de mi cuerpo,
¿luché?, esta ha sido mi recompensa
me faltó tanto por aprender,
la vida nos lleva por sus caminos
sin que nada podamos hacer,
de nuevo se apaga la luz
con ella todo es caudal
la pasión que me encajona
a los poros de mi piel,
olor a campo en la ciudad contraste
que algo me queda en él,
un traje de noche dormido
sin esperanza y vegetada
en un nuevo amanecer.
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