Va la niña precavida
escuchando los gorjeos...
En el trigal se ilumina
su cabello rubio intenso,
como cascada de rosas
cayendo sobre su espalda.
Su sonrisa es deliciosa
de nácar y de jazmines.
Cuando llega a la foresta
el bullicio en la espesura
le hace pensar en hadas...
¡Cómo quisiera sus alas!
Engalanando el camino
la hermosa ribera de un río
tan verde como sus ojos,
le arranca un suave suspiro.
Flores y mariposas, colores,
atrayentes piedras lustrosas...
Entre el agua cristalina
un reflejo luminoso
de tal brillantez, la asombró.
Ingenua, enseguida pensó
eran los rayos del sol
filtrándose en la arboleda.
Con sus delicadas manos
levantó una piedra cercana.
Regocijada advirtió
la vida oculta a los ojos...
¡Allí estaba la magia!
En la misma naturaleza.
Suplicante alzó su mirada
pidiendo al cielo un milagro.
Regresó esperanzada
lentamente hacia su casa.
Al dejar flores en la mesa
un brillo iluminó su cara...
Recordó el río... la luz...
En un medallón de madera
brillaba el rostro de Jesús...
¡Dejó la silla de ruedas!
Abrazó a su madre adorada
dando gracias al Señor...
Matilde Maisonnave
(2006)
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