XI
Era una tarde soleada de sábado y se prestaba para el mate y la poesía. “A contemplar el cielo se ha dicho”. Así que largué todo en el taller, y me fui a lavar las manos mientras escuchaba bajito el tema “A mí me dieron el mar” de Piero. Mientras lo escuchaba, se me dio por acomodar algunos de los libros en mi pequeña biblioteca. La Negra en ese tema no se mete, por ahí me saca alguno, y lo deja abandonado a medio leer. Cuando ella se va, yo sigiloso lo vuelvo a guardar.
En la tarea de de sacarles los papelitos que les pongo entre las hojas, me he recorrido casi todos ellos. Les he mirado las fechas en que los he comprado, las estrofas a las que le puse resaltador, y direcciones y teléfonos que se cuelan entre tantos papeles.
Y pensé en la importancia que tuvieron y tienen para mí a lo largo de mi vida. En aquella época, no los había clasificado ni por estilos, ni por períodos literarios, ni por autores, ni por nacionalidad de los mismos, sino por “los que más me llegaban al alma”. Y entre estos, están los de literatos chilenos.
Sé de toda la riqueza literaria del país trasandino, y sé también mi escaso conocimiento al respecto, por lo que sólo puedo comentar los pocos libros y escritos fotocopiados, que por suerte, llegaron a mis manos, y destacar la calidad de los mismos.
Quien no leyó alguna vez poemas de Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo de Kokha, Pablo Neruda, Eduardo Barrios, Marcela Paz y tantos otros señores de las letras mundialmente consagrados.
Quien no conoció y leyó alguna vez a “Papelucho”. Quien no se enterneció con “Los veinte poemas de amor “, y se enamoró con “La canción desesperada”. Yo creo que muchos, muchísimos.
Nostálgico recuerdo y me digo: - pensar que yo lloré por “El niño que enloqueció de amor”, y busqué en algún rincón de mi corazón adolescente, a mi dulce e inalcanzable “Angélica” -.
Cuantos recuerdos guardados entre aquellas hojas, que hoy con el paso del tiempo, esperan ser reflotadas con una simple y breve lectura. ¡Cuánta enormidad de talento en todos ellos!
Hoy, ya medio viejo y con varios años encima, todavía tengo la suerte de seguir disfrutando de la hermosa poesía chilena, a través de las manos de mi estimada amiga “Darkness”, que en forma silenciosa y extraordinaria hace “gala y honor” a estos prestigiosos artistas literarios del país hermano.
Vaya mi humilde, sencillo y merecido homenaje a todos ellos.
(Nancy: mi estimada amiga, te mando un gran abrazo en estas horas difíciles y lo hago extensivo a todos tus compatriotas)
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