RARA IMPOTENCIA.

Una extraña existencia viví
con la mente sin tiempo,
se ausentaron las ideas
se fueron a otro espacio,
mis versos eran noche
sin ninguna clave,
sin ningún lenguaje.
¡Qué rara impotencia!
¡Qué triste destierro!,
perder mis pensamientos
en quiméricos resortes
donde las palabras se perdieron
de cuerpo y alma la noche,
enfriaron el cielo, despertaron su matiz
en ala asombrada,
quebrada de un insólito tapiz,
despidiéndose de las lluvias
de los lechos apodados
de las brisas entonadas
que apoyó en sonrisas
energizó las brisas
en llamas y en trasluz,
en las páginas en blanco
apoyaré mi aluvión de palabras
arrebolada, minimizada
a todos los espacios íntimos del alma
y sin advertencia previa
en ese arbolado imán
de luces de los tiempos
de todas sus páginas en blanco
y del abedul de mi existencia,
me deslizaré rítmica y vibrante
arropada en todas las dialécticas del lenguaje,
para que jamás vuelva a perder mis alas
ni el sollozo de mi alma,
y como una araña tejeré
la belleza del viento
sin hacer llorar mis sueños
para que mis oídos capten
todo lo que veo y siento.

Indudablente, Leyre, esto que dices es contínua y necesaria práctica del poeta...
Los diez últimos versos...gloriosos!!! Me encantó.
Felicitaciones, poetisa!!!!

Gracias Delia, escribiendo el poema me preguntaba si un poeta nace o se hace. ¿Tú que crees?.
Un abrazo querida amiga.

Hola Leyre!!!
Yo creo que son las dos cosas... Por un lado la "chispa" poética que traes al nacer y por otro lado la dedicación y constancia que pones en crecer como poeta. Sumados los dos aspectos pueden dar lugar a esas creaciones llenas de belleza que nos emocionan.

Un abrazo

Si, estoy de acuerdo, aunque también añadiría que es una manera de sacar de dentro todo aquello que a veces nos grita y no sabemos sacar de otra manera, que ni siquiera somos capaces de definir pero que al hacerlo nos quedamos más a gusto, poeta o no, al escribir te salva de ti mismo.
Me parecen interesantes las opiniones de los demás, creo que de todo se aprende, agradezco la tuya.

Gracias, Delia.