INSTINTO.

No culpemos a nadie del olvido
ni al latir de nuestros corazones
que fueron cómplices del cariño,
ajenos fueron nuestros pensamientos
aunque los tratáramos con esmero
transparentes o sinceros
jamás ocultaron su sentir,
no nos culpemos de ser un barco a la deriva
de buscar una flor con aroma
de ser un mar cansado
y de vestirnos con las brumas
de un paisaje melancólico,
de querer ver una sonrisa a color
en un pentagrama de cuerdas frágiles
en una vida entretejida de sinsabor,
difícil vida para estar aquí
de grises copas y árboles leñosos
de algún pálpito y de segundos
de uno a uno contados
como un interminable rosario,
no nos culpemos de tan solo adivinar
una sombra y el vaho aplazado en nuestra piel
como un acertijo para el espíritu y al pie de lienzo
sin ninguna normativa a seguir,
porque aunque despierte en mi la paz que sufro y gusto
y no figure en ningún archivo,
opto por lo natural que es ser fiel a mi instinto
sin sospechar si en bien o mal persisto.

De vuelta por aquí me encuentro una singular danza de imágenes y metáforas que desembocan en tu propia elección de vida.
Muy bien logrado tu poema, Leyre.
Un deleite leerlo.
M R

Cierto, uno es su propia elección de vida, para bien o para mal.
Gracias Marcelo, me alegra saludarte.