El cóndor

El cóndor

A veces toco la puerta majestuosa,
cruzo el umbral, cuento mis pasos en el templo
y olvido el batallar de tantas alas afiebradas.
Yo vi el terror en las pupilas del conejo,
las flores negras sobre las camas ultrajadas,
las vísceras del titular o las vitrinas
rellenas sin razón de cielos falsos.
Yo me empapé en la sangre del verdugo,
reconocí en cada dolor nuevas alturas,
casi gocé con la verdad y su hermetismo,
me despedí de la inmundicia tras besarla.
Próspero soy, me extiendo en alas negras
y batallo incapaz de convertir en flor la espina.
Lóbrego soy, mil noches me educaron,
mañana volveré a tocar la puerta de tus malos sueños.

05 07 12