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por Leyre Jue Mayo 24, 2012 3:23 amComo un olor fue tu presencia
un candor una felicidad una joya reluciente,
un constante rumor sonoro
cuando mi palabra vibró en tu oído
en un cáliz de rosa y oro,
reía con el sol como un pistilo
me silbabas e incitabas
y por mis venas resbalaba
una inquietud y un escalofrío,
pues la palabra divina era
como una ciencia nueva
tierra robada y copa desmelenada
sueños del mismo sol en un pedestal de ámbar,
la raíz que a mi fruto maduraba
de delicias suficientes para todas las cosas.
Alargo el brazo y casi te toco
y al morderlo me fundo
en esa eternidad que es tu boca,
un tesoro que miro en tus ojos
y que el viento mece,
pues la victoria es para los tozudos
cuando surge de los pies desnudos.
Si al borde nos quedamos
cíñeme de guirnaldas
de consentimiento,
de ramajes enredada a tu cuerpo
evaporada y en esencia
bajo tu cabello encendido,
de toda a ti fluida y en alma enternecida
en tu nuca y en tu secreto,
como el aire suave de tus suspiros
de vivientes caricias y grave lasitud,
ante tu cuerpo de eterna longitud.
un candor una felicidad una joya reluciente,
un constante rumor sonoro
cuando mi palabra vibró en tu oído
en un cáliz de rosa y oro,
reía con el sol como un pistilo
me silbabas e incitabas
y por mis venas resbalaba
una inquietud y un escalofrío,
pues la palabra divina era
como una ciencia nueva
tierra robada y copa desmelenada
sueños del mismo sol en un pedestal de ámbar,
la raíz que a mi fruto maduraba
de delicias suficientes para todas las cosas.
Alargo el brazo y casi te toco
y al morderlo me fundo
en esa eternidad que es tu boca,
un tesoro que miro en tus ojos
y que el viento mece,
pues la victoria es para los tozudos
cuando surge de los pies desnudos.
Si al borde nos quedamos
cíñeme de guirnaldas
de consentimiento,
de ramajes enredada a tu cuerpo
evaporada y en esencia
bajo tu cabello encendido,
de toda a ti fluida y en alma enternecida
en tu nuca y en tu secreto,
como el aire suave de tus suspiros
de vivientes caricias y grave lasitud,
ante tu cuerpo de eterna longitud.
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