Pequeño canto a Santiago
Eras, Santiago, un pantanal florido,
diversas fauces asomaban a tus rejas,
seres menores sucumbían al estruendo
de máquinas, motores, de engaño proletarios.
Conociste el peligro, pero no lo rechazaste,
y en vitrinas, moteles, lágrimas de asfalto
zarpó tu adolescencia hacia el incendio y la semilla.
Eras vejez y vómito, radiante párpado y pupila,
pintado de mansión o novia triste,
rostro perdido cual moneda en el tumulto,
hombre y mujer, perro y cordel, botellas rotas,
sueños mordidos por el viento o las palomas.
Allí te amé, entre sombras y ramajes,
cansado, ojeroso, cual la espuma de la luna,
cuya cerveza ardió con nuestras manos en el fuego.
Qué sucedió después, pregúntenselo al héroe,
ese que alzó sus estatuas por las plazas
o cayó degollado a la orilla de un camino,
ese que huyó de la patria con la madre
o el que enfrentó en las alamedas al soldado.
Qué sucede mañana, buena cosa,
ya vienen los rebeldes, los hijos del olvido,
con bombos, con tambores, con los colores en tus muros,
con hombres y mujeres que subsistieron pese a todo.
Santiago, así has vivido, así te beso yo,
mirando el río en que adelgaza tu cintura
con su surco embarazando tus callejas de futuro.
07 04 12
Eras, Santiago, un pantanal florido,
diversas fauces asomaban a tus rejas,
seres menores sucumbían al estruendo
de máquinas, motores, de engaño proletarios.
Conociste el peligro, pero no lo rechazaste,
y en vitrinas, moteles, lágrimas de asfalto
zarpó tu adolescencia hacia el incendio y la semilla.
Eras vejez y vómito, radiante párpado y pupila,
pintado de mansión o novia triste,
rostro perdido cual moneda en el tumulto,
hombre y mujer, perro y cordel, botellas rotas,
sueños mordidos por el viento o las palomas.
Allí te amé, entre sombras y ramajes,
cansado, ojeroso, cual la espuma de la luna,
cuya cerveza ardió con nuestras manos en el fuego.
Qué sucedió después, pregúntenselo al héroe,
ese que alzó sus estatuas por las plazas
o cayó degollado a la orilla de un camino,
ese que huyó de la patria con la madre
o el que enfrentó en las alamedas al soldado.
Qué sucede mañana, buena cosa,
ya vienen los rebeldes, los hijos del olvido,
con bombos, con tambores, con los colores en tus muros,
con hombres y mujeres que subsistieron pese a todo.
Santiago, así has vivido, así te beso yo,
mirando el río en que adelgaza tu cintura
con su surco embarazando tus callejas de futuro.
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