Si mañana en mi lecho me hallacen los confundidos,
sumida y pálida, sin latidos y azulada, siendo concientes los confundidos,
que me hallo en los parajes del purgatorio.
Deseo llevarme conmigo y pegado a mi pecho,
cada uno de tus sonetos.
Deseo que me escribas tal vez uno,
si, un soneto que me cuante cuanto te amo,
cuanto me amas, cuanto es que va creciendo sin derecho,
este sentimiento arrollador que nos funde en el deseo...
Escribemelo ahora, si, ahora, estamos solos,
aprobecha el silencio que nos acompaña,
pero si un tamboreo entre todo este silencio te desconcentra...
...por favor continúa, es mi corazón que al tenerte cerca...
se acelera de una manera descontrolada.
Que ni importa mi corazón descontrolado,
no hagas caso a mi lengua pintando mis labios,
o a mis ojos pícaros, desnudandote por completo.
(Es que ya hicimos en mi mente intramquila, el amor cien veces seguidas.)
Tú solo escríbeme ese soneto amor,
deseo llevarme uno más de ellos a mi lecho esta noche donde ya no fabricaré botellas,
solo me dormiré leyendo tus sonetos,
desde el primero que me escribiste sin yo saberlo,
hasta llegar a este... que ahora me escribiras mientras me miras,
sere tu musa mi amor, abre tu pecho y deja volar la imaginación,
mientras tu alma y mi alma hacen el amor.
Y si mañana vienes y en mi lecho tendida me ves,
dame un tierno, cálido, último y único beso, sellando este amor,
que tanto ya hemos llorado,
que tanto hemos maldecido,
que tanto hemos vendecido,
que tanto hemos permitido habitar nuestro ser dolido,
que tanto daño no ha provocado,
que tanto nos ha enseñado que de igual modo se sonríe a la vida,
que tanto lo hemos cuidado.
Y que importa si las cosas no se dieron como tú y yo lo planeamos,
si de un modo u otro... nos amamos entre versos, deseo y sueños.
Si mañana en mi lecho me hallacen los confundidos,
sumida y pálida, sin latidos y azulada, siendo concientes los confundidos,
que me hallo en los parajes del purgatorio.
Deseo llevarme conmigo y pegado a mi pecho,
cada uno de tus sonetos.
Escribe y no te olvides, que de igual modo,
desde la quimera del purgatorio,
te amaré como aquel primer día,
que llena de miedos, te confece que te amaba,
y que ya no hallaba en mis días,
una razón para que no sepas que te quería,
que sin ti, mis días eran la nada misma,
y que a pesar de la distancia que nos dividía,
fuí osada al amarte como jamás ame en la vida.
Si mañana en mi lecho me hallacen los confundidos,
sumida y pálida, sin latidos y azulada, siendo concientes los confundidos,
que me hallo en los parajes del purgatorio.
Deseo llevarme conmigo y pegado a mi pecho,
cada uno de tus sonetos.
Que importa ya la muerte,
si de igual modo, seguiré latiendo en tu pecho hoy dolorido por mi muerte.
sumida y pálida, sin latidos y azulada, siendo concientes los confundidos,
que me hallo en los parajes del purgatorio.
Deseo llevarme conmigo y pegado a mi pecho,
cada uno de tus sonetos.
Deseo que me escribas tal vez uno,
si, un soneto que me cuante cuanto te amo,
cuanto me amas, cuanto es que va creciendo sin derecho,
este sentimiento arrollador que nos funde en el deseo...
Escribemelo ahora, si, ahora, estamos solos,
aprobecha el silencio que nos acompaña,
pero si un tamboreo entre todo este silencio te desconcentra...
...por favor continúa, es mi corazón que al tenerte cerca...
se acelera de una manera descontrolada.
Que ni importa mi corazón descontrolado,
no hagas caso a mi lengua pintando mis labios,
o a mis ojos pícaros, desnudandote por completo.
(Es que ya hicimos en mi mente intramquila, el amor cien veces seguidas.)
Tú solo escríbeme ese soneto amor,
deseo llevarme uno más de ellos a mi lecho esta noche donde ya no fabricaré botellas,
solo me dormiré leyendo tus sonetos,
desde el primero que me escribiste sin yo saberlo,
hasta llegar a este... que ahora me escribiras mientras me miras,
sere tu musa mi amor, abre tu pecho y deja volar la imaginación,
mientras tu alma y mi alma hacen el amor.
Y si mañana vienes y en mi lecho tendida me ves,
dame un tierno, cálido, último y único beso, sellando este amor,
que tanto ya hemos llorado,
que tanto hemos maldecido,
que tanto hemos vendecido,
que tanto hemos permitido habitar nuestro ser dolido,
que tanto daño no ha provocado,
que tanto nos ha enseñado que de igual modo se sonríe a la vida,
que tanto lo hemos cuidado.
Y que importa si las cosas no se dieron como tú y yo lo planeamos,
si de un modo u otro... nos amamos entre versos, deseo y sueños.
Si mañana en mi lecho me hallacen los confundidos,
sumida y pálida, sin latidos y azulada, siendo concientes los confundidos,
que me hallo en los parajes del purgatorio.
Deseo llevarme conmigo y pegado a mi pecho,
cada uno de tus sonetos.
Escribe y no te olvides, que de igual modo,
desde la quimera del purgatorio,
te amaré como aquel primer día,
que llena de miedos, te confece que te amaba,
y que ya no hallaba en mis días,
una razón para que no sepas que te quería,
que sin ti, mis días eran la nada misma,
y que a pesar de la distancia que nos dividía,
fuí osada al amarte como jamás ame en la vida.
Si mañana en mi lecho me hallacen los confundidos,
sumida y pálida, sin latidos y azulada, siendo concientes los confundidos,
que me hallo en los parajes del purgatorio.
Deseo llevarme conmigo y pegado a mi pecho,
cada uno de tus sonetos.
Que importa ya la muerte,
si de igual modo, seguiré latiendo en tu pecho hoy dolorido por mi muerte.
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