Llego al centro
Del suelo flotante
Y me voy por instantes…
Aparezco en la habitación
Familiarmente desconocida
En la cabecera me ubico
Sobre un pilar inexistente.
Aguardo con ansias el festín de lo ignoto
Como de sus manjares,
Bebo tal ambrosía,
Ido del fuero del asombro.
El flotante inerte
Me toca reconfortante,
Para tragarme nuevamente…
A mi derecha, de mujer,
Viste tal criatura;
Su fealdad enamora,
Recelosa y sonriente bajo la lámpara blanca.
Afilados dientes, encías marcadas
Por unos finos labios
Secos de imágenes palpables.
De negro sus ropas,
De blanco su piel,
Como el espacio en sus ojos enormes,
Casi tocándome.
Envejezco condescendiente
A sus saludos
Y tomo parte en la lucha
Por lograr otra sonrisa
Que desgarre el momento
Y retire mi vista.
(… me sigue digiriendo,
Pero ya no estoy más allí…)
Cambia el anfitrión
(Siempre a mi derecha) aunque sigue ella
Rondando la enorme sala.
Esta vez horrorizado
De la forma más tranquila
Distingo aquél engendro
Gentil y de dos sonrisas,
Me habla inentendible
(Dos bocas a una línea)
Me invita a pararme y recibir
La hostia de la locura,
Con su cabeza menor en la oreja
Callada y en penumbras.
Mientras el cráneo mayor
Irradia la cruel inteligencia
De un ser que por cuatro
Ve todo lo que se mueva.
No quiero ser regurgitado,
Aunque el cimiento no me presiona…
Espacio en negro, y al instante,
Sombras miles, formas y acordes,
Me vuelan los ojos y aturden
Mis muecas;
Que por placer han cambiado
Sus colores, para agradar
A los engendros de mi no-vela,
Que con cambiados disfraces
Ya no dejan que los vea
Y sin embargo los conozco
De años de orate y guerra.
Con los sentidos y mi pronta
Inocencia, temiendo el final
De los días de mi corta experiencia.
Ya no puedo dormir
En su estómago…
Debo abrir su vientre
Y tomar la hiel
De lo real…
Luego en sudor desenvuelto,
Y sonriente de crueles deseos
Floto en el piso de la madre
Estulticia, y ruego porque las pocas
Y troncas imágenes a pintar
Conmigo permanezcan.
El tiempo, farsante,
Sigue su marcha,
Luego escribo…
Del suelo flotante
Y me voy por instantes…
Aparezco en la habitación
Familiarmente desconocida
En la cabecera me ubico
Sobre un pilar inexistente.
Aguardo con ansias el festín de lo ignoto
Como de sus manjares,
Bebo tal ambrosía,
Ido del fuero del asombro.
El flotante inerte
Me toca reconfortante,
Para tragarme nuevamente…
A mi derecha, de mujer,
Viste tal criatura;
Su fealdad enamora,
Recelosa y sonriente bajo la lámpara blanca.
Afilados dientes, encías marcadas
Por unos finos labios
Secos de imágenes palpables.
De negro sus ropas,
De blanco su piel,
Como el espacio en sus ojos enormes,
Casi tocándome.
Envejezco condescendiente
A sus saludos
Y tomo parte en la lucha
Por lograr otra sonrisa
Que desgarre el momento
Y retire mi vista.
(… me sigue digiriendo,
Pero ya no estoy más allí…)
Cambia el anfitrión
(Siempre a mi derecha) aunque sigue ella
Rondando la enorme sala.
Esta vez horrorizado
De la forma más tranquila
Distingo aquél engendro
Gentil y de dos sonrisas,
Me habla inentendible
(Dos bocas a una línea)
Me invita a pararme y recibir
La hostia de la locura,
Con su cabeza menor en la oreja
Callada y en penumbras.
Mientras el cráneo mayor
Irradia la cruel inteligencia
De un ser que por cuatro
Ve todo lo que se mueva.
No quiero ser regurgitado,
Aunque el cimiento no me presiona…
Espacio en negro, y al instante,
Sombras miles, formas y acordes,
Me vuelan los ojos y aturden
Mis muecas;
Que por placer han cambiado
Sus colores, para agradar
A los engendros de mi no-vela,
Que con cambiados disfraces
Ya no dejan que los vea
Y sin embargo los conozco
De años de orate y guerra.
Con los sentidos y mi pronta
Inocencia, temiendo el final
De los días de mi corta experiencia.
Ya no puedo dormir
En su estómago…
Debo abrir su vientre
Y tomar la hiel
De lo real…
Luego en sudor desenvuelto,
Y sonriente de crueles deseos
Floto en el piso de la madre
Estulticia, y ruego porque las pocas
Y troncas imágenes a pintar
Conmigo permanezcan.
El tiempo, farsante,
Sigue su marcha,
Luego escribo…
Última edición por Adamei el Vie Dic 11, 2009 12:12 pm, editado 1 vez
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