La saciedad me habita

La saciedad me habita

Y hay deberes que cumplir, follar, las cuotas,
el aire junto al mar, mi pie en la arena,
carnívora ciudad, que me abandona tras la muerte,
y elástico reloj, que entre tus labios me revive.
Canto, cargo, camino entre cegueras
y esgrimo en el neón de la calleja un pergamino.
Me trajo aquí, me quiso ciudadano
y extrajo de mi piel las pieles que hoy añoro,
manzanas, circulares, extraños campamentos
de cuerpos y sudores, de noches sin olvido
y extrañas cornamentas de buey o de indeleble
registro en la heredad del surco entre la sangre.
Hay osos en el bar, lágrimas frescas,
entierros en el mar y orígenes que vienen,
las plumas sólo son las dignatarias voladoras
de un sueño más que azul, pero hecho carne entre tus piernas.
No quiero soledad, ni terquedad, ni el gran racimo
de toda la traición del que en la aurora se levanta
y deja caer luego los brazos y la espera,
no quiero detener la llamarada con que llamo,
ni el dulce repetir tu nombre sin oído.
Acaban de llegar desde la tierra tantos frutos
de pan, de mandarina, de libros inconclusos,
que tengo que vengarme del que amó sin preguntarte,
del que nos repartió por los secretos hemisferios
de cópula y feroz sacó los jugos del planeta,
la fuerza del imán, la levadura de mi sangre,
para marchar, para apostar a ser felices cada día,
a emborrachar el mar que todo lo ha bebido
e insiste en olvidar que ese es su nombre y que es esa su morada.
¿Acaso detendrán las intrusiones de lo absurdo
al par que a oscura va tras ese beso incandescente,
insectos de una flor que los atrapa pulpa arriba,
pezón contra pezón, y en la batalla un hilo?
Destejo tras el acto la ciega circunstancia
de mutuas soledades, de laberintos idos
detrás de la visión, del encéfalo radiante,
y ausculto el otra vez del palpitar de la mañana.
Hay que vestirse pues, en el hartazgo
la dulce y vieja piel por esta vez ya no nos necesita.

10 09 11

A veces siento que a mi también compañero, me imagino allí en tu hermosa chile.
Abrazos compañero, sigamos escribiendo, principalmente tú, que lo haces hermoso.

Sigamos, compañera, sigamos.-