Me auguro un monumento de sal, de voz sombría
para éste hecho de inerte paz que me latía
fuertemente al desengaño de una prosa leve
donde inmerso el mar que lleve
aúna soliloquios que en voz tenue
parece trasnochar hasta que sueñe
la misma sombra que resguarda mi voz queda
solitaria y sin resguardo, mi amor ceda.
Sombrero azul, para lúdica promesa
arribando a la sal sedienta espalda
a la marea tiesa de la luz, de una guirnalda
que acompasa el sol que a los poetas pesa.
Y urge vanamente en el tomillo verde
aquel perfume que en distancias arremete
y es nada más la luna que somete
anillo lleno de plata, nieve arde…
Otrora llanto de mordida ciruela dulcemente sabrosa
Dulzura en la nevizca acompañar no puede
aquel muñeco quedo que en la sílaba sucede
cual bruma hostil el llanto acompasa voz melosa.
Instante quedo, frenesí de espada llueve
cadencia de milagro donde puede
gentil arriendo espuma luna quede
mineral extravío de la sal de nieve.
Ocio atento, sutil encargo a manantial oculto
entre senderos dispersado entre el aliento
a su voz debe, el tibio elemento
de un sagaz emblema de tarde, dificulto
sonreír verdes praderas entre el brillo
del sofreno del ahínco del tomillo
donde el mar no cede ni víspera se oculta
lágrima despierta que mi pasión exulta.
Derrame de una flor, en atavío de la noche
no es quimera ausente la luz que se derroche.
para éste hecho de inerte paz que me latía
fuertemente al desengaño de una prosa leve
donde inmerso el mar que lleve
aúna soliloquios que en voz tenue
parece trasnochar hasta que sueñe
la misma sombra que resguarda mi voz queda
solitaria y sin resguardo, mi amor ceda.
Sombrero azul, para lúdica promesa
arribando a la sal sedienta espalda
a la marea tiesa de la luz, de una guirnalda
que acompasa el sol que a los poetas pesa.
Y urge vanamente en el tomillo verde
aquel perfume que en distancias arremete
y es nada más la luna que somete
anillo lleno de plata, nieve arde…
Otrora llanto de mordida ciruela dulcemente sabrosa
Dulzura en la nevizca acompañar no puede
aquel muñeco quedo que en la sílaba sucede
cual bruma hostil el llanto acompasa voz melosa.
Instante quedo, frenesí de espada llueve
cadencia de milagro donde puede
gentil arriendo espuma luna quede
mineral extravío de la sal de nieve.
Ocio atento, sutil encargo a manantial oculto
entre senderos dispersado entre el aliento
a su voz debe, el tibio elemento
de un sagaz emblema de tarde, dificulto
sonreír verdes praderas entre el brillo
del sofreno del ahínco del tomillo
donde el mar no cede ni víspera se oculta
lágrima despierta que mi pasión exulta.
Derrame de una flor, en atavío de la noche
no es quimera ausente la luz que se derroche.
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