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por Desgarrados…
Así como una yunta en alza,
nos desgarramos en la alcoba
desesperados y con ansias locas,
tú besando mi boca, yo acariciando
tu espalda.
Dejamos volar las almas,
que encerradas aguardaban
el hilo, que las uniría hasta el
delirio. Aunque los mate el
martirio, de saberse confundidos,
a causa de los años, que uno carga
más que el otro.
De igual forma, sus sueños eran
compartidos, así, El, un ocaso ya
palidecido, y, Ella, un alba añorando,
darle un poco de su joven brillo.
Como añoraba ese ocaso palidecido,
enseñarle, a esa joven alba, como
afrentarse al amanecer confundido.
Diferentes primaveras en su retina
se dibujaron, la experiencia a través
de los años, le dieron forma a su audaz
pensamiento, enseñándole que siempre
se puede ser libre, esperando ser amarrado,
por quien jamás uno se espere.
Quizás sea que, El, jamás se vio libre,
y es solo hoy que aquella flor aun joven,
le hace entender que nunca se puede ser
libre, sin antes haber ido preso.
Es que diferentes veranos en su piel,
le enseñaron a aquella mujer, que si
no se aprende a rearmar una y otra
vez, el iluso corazón. Jamás se conocerá
el pegamento exacto, para terminar de
unir entero, al bóbo corazón.
Quizás sea que, Ella, jamás conoció,
el sonido verdadero de su latir enamorado,
y solo haya escuchado, el lamento confundido,
en una credulidad mentirosa de sonidos.
Hoy, el y ella desgarrados, se sienten enamorados,
imaginan su mundo sin el latir del otro,
y no sienten otra cosa, que el corazón llorando.
Que importa si sus primaveras y veranos,
no hayan transcurridos en el mismo siglo,
aquí lo que importa, es que ellos se sientan,
envueltos en este sentir por el otro,
desgarrados…
Así como una yunta en alza,
nos desgarramos en la alcoba
desesperados y con ansias locas,
tú besando mi boca, yo acariciando
tu espalda.
Dejamos volar las almas,
que encerradas aguardaban
el hilo, que las uniría hasta el
delirio. Aunque los mate el
martirio, de saberse confundidos,
a causa de los años, que uno carga
más que el otro.
De igual forma, sus sueños eran
compartidos, así, El, un ocaso ya
palidecido, y, Ella, un alba añorando,
darle un poco de su joven brillo.
Como añoraba ese ocaso palidecido,
enseñarle, a esa joven alba, como
afrentarse al amanecer confundido.
Diferentes primaveras en su retina
se dibujaron, la experiencia a través
de los años, le dieron forma a su audaz
pensamiento, enseñándole que siempre
se puede ser libre, esperando ser amarrado,
por quien jamás uno se espere.
Quizás sea que, El, jamás se vio libre,
y es solo hoy que aquella flor aun joven,
le hace entender que nunca se puede ser
libre, sin antes haber ido preso.
Es que diferentes veranos en su piel,
le enseñaron a aquella mujer, que si
no se aprende a rearmar una y otra
vez, el iluso corazón. Jamás se conocerá
el pegamento exacto, para terminar de
unir entero, al bóbo corazón.
Quizás sea que, Ella, jamás conoció,
el sonido verdadero de su latir enamorado,
y solo haya escuchado, el lamento confundido,
en una credulidad mentirosa de sonidos.
Hoy, el y ella desgarrados, se sienten enamorados,
imaginan su mundo sin el latir del otro,
y no sienten otra cosa, que el corazón llorando.
Que importa si sus primaveras y veranos,
no hayan transcurridos en el mismo siglo,
aquí lo que importa, es que ellos se sientan,
envueltos en este sentir por el otro,
desgarrados…
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