Próximo al viento
su susurro celeste, la mirada
escribe en el aliento
la flor que nace y arde, perfumada
del doblegado licor, sangre adueñada
que derramada en su pasión describe aromas
difuminando de la sal púrpura alada.
Y en el sigilo de la noche luna formas.
Excede su silencio la mirada
de un oeste que perdura en el ocaso,
a distinguir su brillo en el abrazo
del fuego aéreo y noche enamorada.
Desvela aliento que la sombra no persuade
en el sendero de la noche encarcelada
estrellas ciegas, la noche no es alada
alas no siembra, el júbilo que evade.
Distingue caos sombrío, sin tus ojos
la luna que septiembre ya no quiso
y en el aroma de la rosa el paraíso
de tus desnudos pies alean mis abrojos.
Cantan las flores la flor que se derrumba
océano y furor, llanto que añade
en el júbilo de amor que me persuade
oro ya no ciego, y rostro amaba.
Silvestre del ocaso esgrime lo que inunda
su ciega voz promete la luz que es admirable
la voz que me deambula, detestable
eco que circense es sirena más profunda.
Brillos encandilan manantiales las estrellas
que la mirada añade en luctuosas esmeraldas
ébanos de sombras manantiales en las faldas
tus ojos ciernen luz a tus cabellos y centellas…
Por el derrame de tu oro en tu cintura, sellas
el arca de la luz con sombras bellas.
su susurro celeste, la mirada
escribe en el aliento
la flor que nace y arde, perfumada
del doblegado licor, sangre adueñada
que derramada en su pasión describe aromas
difuminando de la sal púrpura alada.
Y en el sigilo de la noche luna formas.
Excede su silencio la mirada
de un oeste que perdura en el ocaso,
a distinguir su brillo en el abrazo
del fuego aéreo y noche enamorada.
Desvela aliento que la sombra no persuade
en el sendero de la noche encarcelada
estrellas ciegas, la noche no es alada
alas no siembra, el júbilo que evade.
Distingue caos sombrío, sin tus ojos
la luna que septiembre ya no quiso
y en el aroma de la rosa el paraíso
de tus desnudos pies alean mis abrojos.
Cantan las flores la flor que se derrumba
océano y furor, llanto que añade
en el júbilo de amor que me persuade
oro ya no ciego, y rostro amaba.
Silvestre del ocaso esgrime lo que inunda
su ciega voz promete la luz que es admirable
la voz que me deambula, detestable
eco que circense es sirena más profunda.
Brillos encandilan manantiales las estrellas
que la mirada añade en luctuosas esmeraldas
ébanos de sombras manantiales en las faldas
tus ojos ciernen luz a tus cabellos y centellas…
Por el derrame de tu oro en tu cintura, sellas
el arca de la luz con sombras bellas.
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