Oro viejo
Toco riberas del frío,
toco pestañas del sueño,
de la ausencia toco el leño
que hiela y quema mi avío.
Toco en mi nada el vacío
de la esfera en que habitamos,
toco los años que hallamos
a la vera en que vivimos,
toco aquello que perdimos
porque toco lo que amamos.
Era una vida corriente
como son las que más valen,
de esas que luchan y salen
a la calle alta la frente.
Era una vida que siente,
que busca, que arde, que abraza,
la tierra fue nuestra casa,
la noche el más blando lecho
y el amor fue en nuestro pecho
la torre en que todo pasa.
Luego, días de alta guerra,
corazones al combate,
el sistema que te abate
y el dolor que nos destierra.
Y siempre una luz que aferra
sus raíces a lo humano,
al sueño, al grito temprano
y a la lucha en que vencemos,
salvo que allí nos perdemos
y alguno soltó su mano.
Desde entonces nada nuevo,
navegar sin ver la orilla,
preguntar sin maravilla
qué pasó que sin ti bebo.
No hubo respuesta, me atrevo
a decir que ya ni escuchas,
sin ser tantas fueron muchas
las heridas del silencio,
que ya mudo me sentencio
a rendir todas mis luchas.
Sólo el recuerdo me queda
y es que el olvido no existe,
ni regreso ni volviste,
pero aún mi llanto rueda.
Más frío que una moneda
el corazón te lo dejo,
que lo dones, te aconsejo,
a quien quiera pan comprar,
que no sirve para amar,
pues sin ti ya oro viejo.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
02 07 14
Toco riberas del frío,
toco pestañas del sueño,
de la ausencia toco el leño
que hiela y quema mi avío.
Toco en mi nada el vacío
de la esfera en que habitamos,
toco los años que hallamos
a la vera en que vivimos,
toco aquello que perdimos
porque toco lo que amamos.
Era una vida corriente
como son las que más valen,
de esas que luchan y salen
a la calle alta la frente.
Era una vida que siente,
que busca, que arde, que abraza,
la tierra fue nuestra casa,
la noche el más blando lecho
y el amor fue en nuestro pecho
la torre en que todo pasa.
Luego, días de alta guerra,
corazones al combate,
el sistema que te abate
y el dolor que nos destierra.
Y siempre una luz que aferra
sus raíces a lo humano,
al sueño, al grito temprano
y a la lucha en que vencemos,
salvo que allí nos perdemos
y alguno soltó su mano.
Desde entonces nada nuevo,
navegar sin ver la orilla,
preguntar sin maravilla
qué pasó que sin ti bebo.
No hubo respuesta, me atrevo
a decir que ya ni escuchas,
sin ser tantas fueron muchas
las heridas del silencio,
que ya mudo me sentencio
a rendir todas mis luchas.
Sólo el recuerdo me queda
y es que el olvido no existe,
ni regreso ni volviste,
pero aún mi llanto rueda.
Más frío que una moneda
el corazón te lo dejo,
que lo dones, te aconsejo,
a quien quiera pan comprar,
que no sirve para amar,
pues sin ti ya oro viejo.
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