A los pudendos
Otra boca besada, otro entusiasmo
que vuela, que recela del pez y de la espina,
que entiende como yo que nada existe,
apenas sí el dolor de los manzanos verdes.
Contigo yo probé la tierra hirsuta,
las torres de ciudad donde se esconden y aman
inciertos mecanismos de fuga y de atadura.
Allá, por fuera, allá es adonde
se inscriben los tristes voluntarios de aquel beso
sin boca, sin mejilla, sin ganas simplemente.
Acá nosotros ardemos en la sangre,
navegamos la América de un tiempo descubierto,
desnudos, palpitantes, exhaustos pero plenos,
felices de la paz que se reparte tras el acto.
Canto de aquellos que no perdieron la corbata,
que callaron sus pasiones, que miraron al pasado
sin ver más que la iglesia y los relojes de la infancia.
Allí quedaron, llorando o en silencio,
mordiendo el simple belfo de un volcán que no comparten,
que guardan acallados en el cajón de las derrotas.
Por ellos también beso tus plumas y tu espuma,
por ver si se levantan de su noche de ojos tristes,
de sus sábanas desiertas, quemadas por el susto,
de su seca ocupación tras la victoria que me brindas.
Amor, todo el amor es para aquel que lo conquista,
y hasta si el tuyo me derrota soy vencedor entre tus labios.
20 10 11
Otra boca besada, otro entusiasmo
que vuela, que recela del pez y de la espina,
que entiende como yo que nada existe,
apenas sí el dolor de los manzanos verdes.
Contigo yo probé la tierra hirsuta,
las torres de ciudad donde se esconden y aman
inciertos mecanismos de fuga y de atadura.
Allá, por fuera, allá es adonde
se inscriben los tristes voluntarios de aquel beso
sin boca, sin mejilla, sin ganas simplemente.
Acá nosotros ardemos en la sangre,
navegamos la América de un tiempo descubierto,
desnudos, palpitantes, exhaustos pero plenos,
felices de la paz que se reparte tras el acto.
Canto de aquellos que no perdieron la corbata,
que callaron sus pasiones, que miraron al pasado
sin ver más que la iglesia y los relojes de la infancia.
Allí quedaron, llorando o en silencio,
mordiendo el simple belfo de un volcán que no comparten,
que guardan acallados en el cajón de las derrotas.
Por ellos también beso tus plumas y tu espuma,
por ver si se levantan de su noche de ojos tristes,
de sus sábanas desiertas, quemadas por el susto,
de su seca ocupación tras la victoria que me brindas.
Amor, todo el amor es para aquel que lo conquista,
y hasta si el tuyo me derrota soy vencedor entre tus labios.
20 10 11
Ayer a las 4:18 pm por eledendo
» Ahelos
Ayer a las 1:41 pm por Victor Rafael
» Mañana cuándo me haya ido
Sáb Ene 25, 2025 1:53 pm por jorge enrique mantilla
» Me llegó la vejez
Vie Ene 24, 2025 9:42 am por jorge enrique mantilla
» La soledad de mi alma
Miér Ene 22, 2025 7:07 am por jorge enrique mantilla
» Los Sabios de Oriente
Miér Ene 15, 2025 3:23 am por caminandobajolalluvia
» MUERTE DEL SILENCIO [Dedicado a García Lorca y seguidores]
Miér Ene 15, 2025 3:07 am por caminandobajolalluvia
» EN TU AMOR
Jue Dic 12, 2024 2:17 pm por eledendo
» MERCADERES DEL TEMPLO
Jue Nov 14, 2024 4:55 am por caminandobajolalluvia