Deber del árbol
Cierto que el árbol da sombra,
cierto que da también fruto,
que aunque lo tale algún bruto,
su semilla no lo nombra.
Y así regresa y te asombra
y así persiste y nos ama
y, hasta al verse leña o llama,
nos perdona en el hachazo,
pero pregunta a su paso
hasta cuándo con el drama.
Y es que nos ve erguir fronteras,
ir a guerras y suplicios,
alzar al cielo edificios,
sin una altura de veras.
Y nos ve podar quimeras,
talar el sueño y los besos,
huir con gritos y huesos
de nuestras propias verdades,
y, sin árbol, en ciudades
correr tras falsos progresos.
En cambio en él, detenido
en su lugar de la tierra,
todo lo eterno se encierra
en agua, en aire y en nido.
Su canto es uno y sin ruido,
su torre un faro y un puente,
pasa sin verlo la gente,
pasa sin verse a si misma,
pero él brilla y nos abisma
con su fruta reluciente.
Puede ser la azul manzana,
la cuna, el libro, la mesa,
las cuentas del que bien reza
el rosario en la mañana.
Puede ser la hoguera humana
que entibia hogares y usinas,
el árbol al que asesinas
se da feliz al sudario,
pero no cuando arbitrario
lo arrasas y lo exterminas.
Por eso un árbol quisiera
en tierras del corazón,
en cada pecho un botón,
y en todos la primavera.
Si la vida un bosque fuera,
mejor destino se alzara,
un árbol en cada cara,
un árbol en cada ser
y en cada humano el deber
de que a un árbol siempre amara.
16 08 11
Cierto que el árbol da sombra,
cierto que da también fruto,
que aunque lo tale algún bruto,
su semilla no lo nombra.
Y así regresa y te asombra
y así persiste y nos ama
y, hasta al verse leña o llama,
nos perdona en el hachazo,
pero pregunta a su paso
hasta cuándo con el drama.
Y es que nos ve erguir fronteras,
ir a guerras y suplicios,
alzar al cielo edificios,
sin una altura de veras.
Y nos ve podar quimeras,
talar el sueño y los besos,
huir con gritos y huesos
de nuestras propias verdades,
y, sin árbol, en ciudades
correr tras falsos progresos.
En cambio en él, detenido
en su lugar de la tierra,
todo lo eterno se encierra
en agua, en aire y en nido.
Su canto es uno y sin ruido,
su torre un faro y un puente,
pasa sin verlo la gente,
pasa sin verse a si misma,
pero él brilla y nos abisma
con su fruta reluciente.
Puede ser la azul manzana,
la cuna, el libro, la mesa,
las cuentas del que bien reza
el rosario en la mañana.
Puede ser la hoguera humana
que entibia hogares y usinas,
el árbol al que asesinas
se da feliz al sudario,
pero no cuando arbitrario
lo arrasas y lo exterminas.
Por eso un árbol quisiera
en tierras del corazón,
en cada pecho un botón,
y en todos la primavera.
Si la vida un bosque fuera,
mejor destino se alzara,
un árbol en cada cara,
un árbol en cada ser
y en cada humano el deber
de que a un árbol siempre amara.
16 08 11
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