A MIL AÑOS

G. Sarmiento escribió:

Camino como ausente,
por el filo de una espada
que me corta las entrañas.
O me pierdo, o se pierden,
pero ya ninguna vuelve…
En el aire se nos quedan,
como dormidas, las palabras.


De igual forma ciento...
Que he transitado el filo de aquella espada,
manchada con la sangre más roja y espesa;
Pues la mía no sería, hace tiempo no coagula.
Y quizás también me encuentres... Perdida...
Donde la interrogación se lleva tatuada en la frente,
para que así al volver uno... Sepa el motivo por el que
se había ido, y quizás ahí... Al observar aquello...
Delante de aquel espejo que no existe,
dar la vuelta, para ya no volver jamás.

No es que pesen los años,
como tanto y tanto nos dicen.
Lo que pesa es el mundo,
la miseria y lo que calla.
Pesa el autoengaño
y esa pobre levedad
en la que el ser se instala.

Ojala y fuesen los años... Los que nos pesen!
Y no esta mochilla colmada de pesar...
Al cual le agregamos toda la raza,
a la cual culpamos de ser la incitadora a tanto mal...
Y quizás nos estemos engañando... Si... Quizás!
O en realidad solo aprendimos desvergonzadamente
a camuflar nuestra maldad, para con la humanidad!
Y esa levedad de la que hablas en realidad no exista.

Y por encima de todo,
pesa, cual losa, la derrota
que tus ojos anticipan
en medio de esta batalla.
Más cortante e hiriente
que el frío que se me clava.
¡Cómo duele! ¡Cuánto mata!


Y si de loza fuese la derrota,
que la retina grava sin jamás haberla visto antes?
La batalla de la que hablamos a una magnitud que
no cabe en nuestra boca, ¡Tampoco exista!
Como aquella herida que cuentas que te duele más, que
las mil puñaladas de un frío envolvente, quizás... Quizás esa exista;
Pero en tu mente temerosa de sentirla, nada más.
Deja de quejarte... Deja de anunciar tu "muerte",
pues mírate, respiras monóxido, aún hablas algunas estupideces,
aún escribes versos que hieren el ego más duro.
Tú no mueres, tú vives!

Con la vara con que mides
no te acerques a medirme.
Yo soy de un mundo extraño,
como a unos mil años
del que aquí se encuentra.
Y aunque escribamos versos,
somos muy poco parecidos.



Aquella vara ni centímetros tiene,
aunque creo... Jamás las tuvo, o si?
Es que como mides hoy día a un ser humano,
acaso existe vara con suficientes centímetros
para ello? Pues yo no lo creo.
Ni siquiera tienes pasaporte tú inmigrante,
ni siquiera nos haz dicho el motivo de tu visita,
ni siquiera te adaptas hombre a las costumbres.
Y si versos yo escribo, con rimas simples amigo,
Tú haces de ellos prosa, mayor y menor, pues eres creador,
Y sí... No somos parecidos, somos de mundos distintos,
a ver cuando me llevas a conocer el tiempo... Donde lo bueno
es bueno, y lo malo un total ignorado; yo aquí... Me he cansado de verlo.



Yo hablo de luz y esperanza;
y tú, tan solo del olvido…

tú eres LUZ he ILUSIÓN, si por supuesto!
Yo solo soy un suspiro que ayer se ah ido...

G.S.A.

G. Sarmiento escribió:Yo hablo de luz y esperanza;
y tú, tan solo del olvido…