…Un surrealista:
Deja que te hable de mi sombra
Atravesamos juntos el desierto,
palabra enarbolada con un salmo
y en la quietud del agua, se ha muerto
mi rostro en un sendero que fue calmo…
Oímos el juglar de un aguacero
palabra que se ha muerto de venablo,
y en un náufrago alar de tu resero,
mis coplas se escucharon en el canto.
Atravesamos juntos la pandemia,
querellas desde el mar de tu silencio
y en la búsqueda, Sol de mi misterio
fue tu rostro, gacela, bosque santo.
Cuando caía el sol, te busqué en vano,
toda la trova plata de rubíes
y en lento amor mi Dios fue querubines
sólo destellos, ruiseñor, discurso…
Helados astros besan los heraldos
que comandaban en su fin lagunas,
heridas fueron sal en otra herida,
rostros que son mar, si pétreas estatuas...
Divulga el páramo la flor, ahora
hendida de su voz que alcanza y dora;
labor de la penumbra de su hielo
Sol y diadema, cal en el anzuelo…
Fueron distintas sombras las solombras
que comandaron todo cielo, nubes
que la pradera de este duelo sube,
ahora en lento Sol de su diadema.
Vértigo emplaza las fauces, León
solo sosiego, habla que no espira
fruta encendida, durazno de sílabas
herrumbre de los Cielos, de postigos…
Aleve distinción, tu boca roja
heraldo de mi sol, caduca inerte
flagelo de la flor, que vuelve a verte,
sola diadema gris, alcor despoja…
Aleve fábula de amor, que goza
mi rostro, la pasión de tu mirada:
Océano y espuma de mi amada!
De rima vertebral, ensimismada…
Pudo mi sombra separar mi cuerpo:
bandera de tu amor, no de mi acuerpo...
Deja que te hable de mi sombra
Atravesamos juntos el desierto,
palabra enarbolada con un salmo
y en la quietud del agua, se ha muerto
mi rostro en un sendero que fue calmo…
Oímos el juglar de un aguacero
palabra que se ha muerto de venablo,
y en un náufrago alar de tu resero,
mis coplas se escucharon en el canto.
Atravesamos juntos la pandemia,
querellas desde el mar de tu silencio
y en la búsqueda, Sol de mi misterio
fue tu rostro, gacela, bosque santo.
Cuando caía el sol, te busqué en vano,
toda la trova plata de rubíes
y en lento amor mi Dios fue querubines
sólo destellos, ruiseñor, discurso…
Helados astros besan los heraldos
que comandaban en su fin lagunas,
heridas fueron sal en otra herida,
rostros que son mar, si pétreas estatuas...
Divulga el páramo la flor, ahora
hendida de su voz que alcanza y dora;
labor de la penumbra de su hielo
Sol y diadema, cal en el anzuelo…
Fueron distintas sombras las solombras
que comandaron todo cielo, nubes
que la pradera de este duelo sube,
ahora en lento Sol de su diadema.
Vértigo emplaza las fauces, León
solo sosiego, habla que no espira
fruta encendida, durazno de sílabas
herrumbre de los Cielos, de postigos…
Aleve distinción, tu boca roja
heraldo de mi sol, caduca inerte
flagelo de la flor, que vuelve a verte,
sola diadema gris, alcor despoja…
Aleve fábula de amor, que goza
mi rostro, la pasión de tu mirada:
Océano y espuma de mi amada!
De rima vertebral, ensimismada…
Pudo mi sombra separar mi cuerpo:
bandera de tu amor, no de mi acuerpo...
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