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por ¿Por qué, si tan sólo…?
Miré tus manos. En este tiempo de encierro.
Miré tu boca.
¿Por qué, si tan sólo mis labios, no doblegó tu suspiro…?
¿Por qué, si tu risa no juntó la noche
-en este tiempo de encierro-
por qué, no la nieve, de tu campestre cintura
no atisbó del melindre a sofocar tu balanza…
No pregonó la Odisea de tu fermento de Rosa?
Por qué no la mañana, está vestida aun
de soliloquio marino
en tu centella, la boca?
Por qué
no de ilusión
no perturba la noche tu médano
-claroscuro de mi simiente de fuego:
Por qué no partí hacia la demencia del claro en tu rostro perpetuo,
Figura de Ninfa,
al océano claro, de tu desnudez…?
He visto tus pechos, de tizne brocados,
sobre la nieve del Sueño,
sobre plegarias adustas, nominalmente mojados,
tan de elocuencia divinos,
-cerrados-
en un pómulo de azahar?
O si te he visto desnuda,
animalmente vestida,
sofocando tu herida –pregón incierto, de mi dulzura,
Por qué no la noche despierta, tu soliloquio de luna en los labios del clavel??
Por qué parco, desacierto la promesa, volátil del alma,
del unísono tacto
de fortuna en mi bajel,
pronunciando tu Aurora?
Cuándo vestiste, la arenada belleza,
de todos los capiteles,
profanando luciérnagas, -el incordio nocturno-
Mi desvelo que truena, a tu belleza sombría de alas de fragante paseo,
en la bóveda bruna,
de tus flores y rosas?
Por qué no ciega el principio,
el acorde nombrado:
tulipanes de séquito, a tu nombre bautizado
con tu novel belleza???
Cuál, es acérrima turgencia de paloma,
donde blande sólo el Oro, de tu pretil de sol cauto,
Manantial de mis azores, en la penumbra mojada,
tus pies de Luna?
Acierta, Belleza! en la herida de mi pecho!
Miré tus manos. En este tiempo de encierro.
Miré tu boca.
¿Por qué, si tan sólo mis labios, no doblegó tu suspiro…?
¿Por qué, si tu risa no juntó la noche
-en este tiempo de encierro-
por qué, no la nieve, de tu campestre cintura
no atisbó del melindre a sofocar tu balanza…
No pregonó la Odisea de tu fermento de Rosa?
Por qué no la mañana, está vestida aun
de soliloquio marino
en tu centella, la boca?
Por qué
no de ilusión
no perturba la noche tu médano
-claroscuro de mi simiente de fuego:
Por qué no partí hacia la demencia del claro en tu rostro perpetuo,
Figura de Ninfa,
al océano claro, de tu desnudez…?
He visto tus pechos, de tizne brocados,
sobre la nieve del Sueño,
sobre plegarias adustas, nominalmente mojados,
tan de elocuencia divinos,
-cerrados-
en un pómulo de azahar?
O si te he visto desnuda,
animalmente vestida,
sofocando tu herida –pregón incierto, de mi dulzura,
Por qué no la noche despierta, tu soliloquio de luna en los labios del clavel??
Por qué parco, desacierto la promesa, volátil del alma,
del unísono tacto
de fortuna en mi bajel,
pronunciando tu Aurora?
Cuándo vestiste, la arenada belleza,
de todos los capiteles,
profanando luciérnagas, -el incordio nocturno-
Mi desvelo que truena, a tu belleza sombría de alas de fragante paseo,
en la bóveda bruna,
de tus flores y rosas?
Por qué no ciega el principio,
el acorde nombrado:
tulipanes de séquito, a tu nombre bautizado
con tu novel belleza???
Cuál, es acérrima turgencia de paloma,
donde blande sólo el Oro, de tu pretil de sol cauto,
Manantial de mis azores, en la penumbra mojada,
tus pies de Luna?
Acierta, Belleza! en la herida de mi pecho!
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