Aprile:
En esta tormenta, te recuerdo…
Aprile: en esta tormenta, te recuerdo…
Hoy que llueve, beso lágrimas de lluvia, y salpica de frío de cristal
la humedad del sollozo del sendero,
árboles tocados
por el agua,
Recuerdo tu cariño, y tu belleza,
salpicada de lluvia…
del orden de la voz sobre la espera…
De tu sombra, antes de la noche.
Hoy conmigo siembras una rosa.
Y verde esperas.
Hoy mi palabra es primavera,
con el canto de las aves del verano,
en este desierto de soledad, de minúscula paloma agonizante de destello…
De la lid de tu figura, esmaltando lo preciso
de las nubes…
De mi vientre de sal ante la herida.
De tu boca antes de la palabra cometida
en tus labios,
en tu belleza,
en tu blancura…
Del oxígeno que respira mi neblina.
De la frescura, antes del rocío, de la huella,
de aquel trueno,
ó relámpago que arde
por detrás de tus blanduras…
Ó del aire que atemperas, en lo frío del silencio,
en la boca de las plantas y los árboles que ríen ya tu nombre calcinado…
Eres nieve. Más allá de la blancura de los ángeles.
Eres fruta, que dulce santifica la opulencia de mi sed, en la penumbra…
Eres goce,
de esta lluvia,
lavándose
terrena
tu voz
entre las risas
de la siembra.
Eres quieta pérdida de luz, ante la noche, los cristales, las estrellas.
Eres vino,
que duplica la marea de las sienes en tu boca.
Eres hora,
eres tarde,
eres silencio de tu risa
despertando los claveles que han huido.
Son tus pasos
los confines
de mi llanto
entre venablos sudorosos
que no aquietan,
que no surcan,
ya la voz de la pantera
de tu aliento
enmudecido.
Oh dame el lirio! Dame rosas, que tus manos entrelazan tan efímeras!
Dame viento! Dame el cáliz de tu sombra, de tu aliento…
Dame el riego! Por el que mi arena y tierra húmeda despierta, por ti, hambrienta,
y cosecha tus frutillas!
Dame el césped, dame el agua, Sé la lluvia, que acrisola los templados ventanales!
Sé mi Arte, sé mi risa, sé mi sombra! Al diluir de tu fracaso de cerilla…!
Sé este fuego, que doblega y acaricia las mentiras del océano!
Vuelve, Rosa! A deslizarte en tu fragancia y el perfume de lo casto de tus precisos labios, del océano en tu beso!
Sé mis árboles, la fragancia de esta lid, de esta tormenta, que me deja humedecido tras tu vientre, y tus talones… Tras tus pies recobra el alba la pelea en los ocasos más maduros, más intensos, de tus fuegos…!
Goza el aire, mi suspiro encadenado en el cisne de tu cuello y en tus pechos donde mieles se acobarden, y retocen marejadas de Septiembre…!
Sé la bruma, sé mi sombra, sé la nieve: Sé mi Arte.
En esta tormenta, te recuerdo…
Aprile: en esta tormenta, te recuerdo…
Hoy que llueve, beso lágrimas de lluvia, y salpica de frío de cristal
la humedad del sollozo del sendero,
árboles tocados
por el agua,
Recuerdo tu cariño, y tu belleza,
salpicada de lluvia…
del orden de la voz sobre la espera…
De tu sombra, antes de la noche.
Hoy conmigo siembras una rosa.
Y verde esperas.
Hoy mi palabra es primavera,
con el canto de las aves del verano,
en este desierto de soledad, de minúscula paloma agonizante de destello…
De la lid de tu figura, esmaltando lo preciso
de las nubes…
De mi vientre de sal ante la herida.
De tu boca antes de la palabra cometida
en tus labios,
en tu belleza,
en tu blancura…
Del oxígeno que respira mi neblina.
De la frescura, antes del rocío, de la huella,
de aquel trueno,
ó relámpago que arde
por detrás de tus blanduras…
Ó del aire que atemperas, en lo frío del silencio,
en la boca de las plantas y los árboles que ríen ya tu nombre calcinado…
Eres nieve. Más allá de la blancura de los ángeles.
Eres fruta, que dulce santifica la opulencia de mi sed, en la penumbra…
Eres goce,
de esta lluvia,
lavándose
terrena
tu voz
entre las risas
de la siembra.
Eres quieta pérdida de luz, ante la noche, los cristales, las estrellas.
Eres vino,
que duplica la marea de las sienes en tu boca.
Eres hora,
eres tarde,
eres silencio de tu risa
despertando los claveles que han huido.
Son tus pasos
los confines
de mi llanto
entre venablos sudorosos
que no aquietan,
que no surcan,
ya la voz de la pantera
de tu aliento
enmudecido.
Oh dame el lirio! Dame rosas, que tus manos entrelazan tan efímeras!
Dame viento! Dame el cáliz de tu sombra, de tu aliento…
Dame el riego! Por el que mi arena y tierra húmeda despierta, por ti, hambrienta,
y cosecha tus frutillas!
Dame el césped, dame el agua, Sé la lluvia, que acrisola los templados ventanales!
Sé mi Arte, sé mi risa, sé mi sombra! Al diluir de tu fracaso de cerilla…!
Sé este fuego, que doblega y acaricia las mentiras del océano!
Vuelve, Rosa! A deslizarte en tu fragancia y el perfume de lo casto de tus precisos labios, del océano en tu beso!
Sé mis árboles, la fragancia de esta lid, de esta tormenta, que me deja humedecido tras tu vientre, y tus talones… Tras tus pies recobra el alba la pelea en los ocasos más maduros, más intensos, de tus fuegos…!
Goza el aire, mi suspiro encadenado en el cisne de tu cuello y en tus pechos donde mieles se acobarden, y retocen marejadas de Septiembre…!
Sé la bruma, sé mi sombra, sé la nieve: Sé mi Arte.
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