Música emerge...

Música emerge…

Música emerge, cual trasto ciega,
vituperando el sueño de la entrega,
al oro cano, que al redil imparte agua
Medusa amante, sólida y enagua…
Busca, gentil la flecha; arte por si robo,
ledo mi abril escoplo, cual madeja
silente augurio del rostro que espeja,
candil amante, en búsqueda del lobo…

Música acecha, gentil Parnaso diere,
lóbrega, ultimante, freno del augusto
pretil del alba asoma, contra mi disgusto,
el alba no flaqueare, ledo trance hiriere…
Voz, que ya paupérrima, asoma
del talante rostro fuera mi delirio:
esposa amante, por si brava el cirio,
desnuda alea, sórdida redoma…

Canto, -no su flecha- contra paladares,
vuelo de la fábula, no ardiera;
Música que brava, como Primavera,
sueño que me amares, en otros lugares…
Otros avatares, contra luego, estigmas,
búsqueda, frenares, contra cielo endrino:
ala del camino, busca fuego, almas,
bosque de silencio, muros sobre el pino…

Bella, del camino, piernas de su álabe,
fracaso cubierto, contra sueño y Náyade,
ó de hostil palanca, goce de mi ánade,
si no salva olas, mar intenso, cabe…
Contra su pretérito, boca sino fausta,
recluida al mérito, del alba que sueña
dócil, de premuras, versos y risueña,
paladión del ángel, goza intacto, vasta…

Alta, de su amor, sino endeble rosa,
ardua, primorosa, de sordo contraste:
ilumina el sesgo, del claro que esposa,
sonrisa delante, del coro desgaste…
Plúmbeo recorrido, del ala que siente,
su madeja, aullido, no vituperante,
clama del instante, boca si no fuere
cantil del regreso, alma se sintiere…

Boca sino espesa, arduo comandante,
rosa de almirante, beso sino fuga:
ardua cantinela, láudano madruga,
sordos chapiteles, besos de un infante…
Clases en tus lauros, labios que son rosas,
albas que son labios, si tú no los gozas
claros en tropeles, besos y alborozas,
sonidos de fiestas, y albas candorosas…

Labios son pretiles, que tus labios oyen,
en otros candiles, que mis albas bullen…