Doble gozo en tu palabra oscura…
Doble gozo en tu palabra, oscuro el llanto
que de neblina ahorcó, sin la simiente,
del verbo, tránsito de albor y refulgente
hacia la estepa clara, navío dócil, tanto
que del élitro veloz, sumida acacia,
verbo tapiara la única sombra, lenta voz
que entintó tu maleza, cual verso, suspicacia,
nevara la endrina copia del alba de tu flor…
Rosa, impusiera el cobijo a tu arrebato nemoroso,
cual urdido tamo hesita, la sombra del alba
temerosa en auspicio de solombra, y canto virtüoso,
cual resigna tu brisa el maizal del oro reverbero
ó letanía del claustro tinglado en la sierpe,
cual clara vespertina aurora, negada, va si esculpe
en lentos llanos, una artesa, de copia nevada,
al rocío evaporado de la noche, así, templada,
Por el rosedal, que imprime auras a simientes cantos,
el frenesí jocoso de querubes, en sanos intersticios
nativo de plumas, en goce de eritreas fauces,
que el alba traspone en mi delirio de fiestas y de goces,
cual suspiros fatuos inermes acentúan lo tallado
en la risa del dulce estruendo de grillos y de bocas,
besando la frugal tranquilidad, de esotras rocas,
que aliviana el lento ardor de vientres, enlozado…
Cual besa el hálito precoz, la odisea de tu nombre,
arrea el Sol, mineral, que el alba ofusca,
ardor y nieve que el melindre de la cal, atasca
en el Verano de la miel, so cuitas hilvanan si solombre,
la cuna vespertina del roce en el jolgorio se acentúa,
cual despiadado farol, en noche cede e ilumina
la pena del silencio, que evade montón de lágrima,
desvelo, así perpleja la noche, el grito feroz de la lucerna…
Nevado, tras el sigilo del alba, en pedernal atisbo,
sollozo cubil, atarëando la misógina, no tierna
voluptuosa marëa, de ángeles en el roce de la luna,
intrépida, así calo la ventura sola, del vano pedernal
con que ciega la noche, el lento atisbo de albor,
resignado en su vitral, el asilo sempiterno del bagaje
que hace ocio la luna, en consigna de amarse,
la voz en calma de un ruidoso almenar, que deja chance,
Su contienda, hilvanada, dulce, la sombra del relumbre,
por la boca, que en gozo de afluir, acecha y nombre…
Doble gozo en tu palabra, oscuro el llanto
que de neblina ahorcó, sin la simiente,
del verbo, tránsito de albor y refulgente
hacia la estepa clara, navío dócil, tanto
que del élitro veloz, sumida acacia,
verbo tapiara la única sombra, lenta voz
que entintó tu maleza, cual verso, suspicacia,
nevara la endrina copia del alba de tu flor…
Rosa, impusiera el cobijo a tu arrebato nemoroso,
cual urdido tamo hesita, la sombra del alba
temerosa en auspicio de solombra, y canto virtüoso,
cual resigna tu brisa el maizal del oro reverbero
ó letanía del claustro tinglado en la sierpe,
cual clara vespertina aurora, negada, va si esculpe
en lentos llanos, una artesa, de copia nevada,
al rocío evaporado de la noche, así, templada,
Por el rosedal, que imprime auras a simientes cantos,
el frenesí jocoso de querubes, en sanos intersticios
nativo de plumas, en goce de eritreas fauces,
que el alba traspone en mi delirio de fiestas y de goces,
cual suspiros fatuos inermes acentúan lo tallado
en la risa del dulce estruendo de grillos y de bocas,
besando la frugal tranquilidad, de esotras rocas,
que aliviana el lento ardor de vientres, enlozado…
Cual besa el hálito precoz, la odisea de tu nombre,
arrea el Sol, mineral, que el alba ofusca,
ardor y nieve que el melindre de la cal, atasca
en el Verano de la miel, so cuitas hilvanan si solombre,
la cuna vespertina del roce en el jolgorio se acentúa,
cual despiadado farol, en noche cede e ilumina
la pena del silencio, que evade montón de lágrima,
desvelo, así perpleja la noche, el grito feroz de la lucerna…
Nevado, tras el sigilo del alba, en pedernal atisbo,
sollozo cubil, atarëando la misógina, no tierna
voluptuosa marëa, de ángeles en el roce de la luna,
intrépida, así calo la ventura sola, del vano pedernal
con que ciega la noche, el lento atisbo de albor,
resignado en su vitral, el asilo sempiterno del bagaje
que hace ocio la luna, en consigna de amarse,
la voz en calma de un ruidoso almenar, que deja chance,
Su contienda, hilvanada, dulce, la sombra del relumbre,
por la boca, que en gozo de afluir, acecha y nombre…
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