Fueron labios…
Fueron labios que miraron la añoranza,
en tu súplica nativa, nueva hora
por los Cielos que al amarte fue deshora
avidez, que en la mañana, desusanza…
De tus labios, el jolgorio ya no preso
madrugada, helada sombra de tus labios,
que el contorno sumido hasta el silencio
fue la boca más privada, de aquel beso…
Fueron sabios, los troqueles de mi glosa
suspiraron sin el beso que murmura
en la altura de tus labios, en la altura
de tu risa en parangón de sabia rosa…
Fueron labios que murmuraron silencio
hasta el cielo de tus bucles, que he perdido,
en la llama de la noche, que me ha oído
admitir que en mi bruma te sentencio…
Ooh sentencio de mis alas, boca insigne!
En la flor de mi demanda, de mi viaje,
coronado de mi estigma el amperaje,
con que el suelo de mis lunas, se resigne…
Fue bandada, mi copla, mi nevada
claridad de mi sondeo, vapuleada,
en la sombra de mis noches aceradas
tu cabello fue la sombra inaugurada…!
De tu légamo, mi impío subterfugio
fue colonia a mi árbol, fue meandro,
donde el río de las artes se bautiza
en el sueño que a tus alas ironiza…
Ironiza la huella desterrada,
de tu canto en el mármol más sapiente,
de la lluvia comandada, más silente
en la sombra venerada, fragmentada…
Por las alas de la luz, que se abre paso,
entre neblinas y doncellas de futuro:
en el Arte de montar un Teatro puro,
en las bocas que al amarte fueron vaso…
He bebido de la copla de tu ahínco
murmurando el silencio a la mañana:
en la boca tan temprana de una rama
cual un nido de dolor: el que te ama.
Fueron trastos, do mi incordio se mancilla,
por el verso casto que aún derrama,
bocas altas que en las bocas de trencilla
fueron robles a la Voz, que te declama…
De mi noche, el incendio se prohíja:
cual murmullo en el sesgo, lacerado,
en la sombra de tu sombra, desterrado
mi frescura en la hiel, que sombra aflija…
Boca en tedio de furor, de mi reclamo,
no va a trenzarte, al buril, de mi llamado
en el sorteo de la miel que me has dejado,
ó en el silencio de tu piel, donde te llamo…
Privanza huela al destino de mi boca,
cual el laurel, socarrado a tu perfume
en glosa austera, en la voz que voz provoca
hasta sentir la doble llama, de tu nombre.
Fueron tus labios el sendero a la ternura:
mi boca enhiesta fue suspiro de aventura…
Fueron labios que miraron la añoranza,
en tu súplica nativa, nueva hora
por los Cielos que al amarte fue deshora
avidez, que en la mañana, desusanza…
De tus labios, el jolgorio ya no preso
madrugada, helada sombra de tus labios,
que el contorno sumido hasta el silencio
fue la boca más privada, de aquel beso…
Fueron sabios, los troqueles de mi glosa
suspiraron sin el beso que murmura
en la altura de tus labios, en la altura
de tu risa en parangón de sabia rosa…
Fueron labios que murmuraron silencio
hasta el cielo de tus bucles, que he perdido,
en la llama de la noche, que me ha oído
admitir que en mi bruma te sentencio…
Ooh sentencio de mis alas, boca insigne!
En la flor de mi demanda, de mi viaje,
coronado de mi estigma el amperaje,
con que el suelo de mis lunas, se resigne…
Fue bandada, mi copla, mi nevada
claridad de mi sondeo, vapuleada,
en la sombra de mis noches aceradas
tu cabello fue la sombra inaugurada…!
De tu légamo, mi impío subterfugio
fue colonia a mi árbol, fue meandro,
donde el río de las artes se bautiza
en el sueño que a tus alas ironiza…
Ironiza la huella desterrada,
de tu canto en el mármol más sapiente,
de la lluvia comandada, más silente
en la sombra venerada, fragmentada…
Por las alas de la luz, que se abre paso,
entre neblinas y doncellas de futuro:
en el Arte de montar un Teatro puro,
en las bocas que al amarte fueron vaso…
He bebido de la copla de tu ahínco
murmurando el silencio a la mañana:
en la boca tan temprana de una rama
cual un nido de dolor: el que te ama.
Fueron trastos, do mi incordio se mancilla,
por el verso casto que aún derrama,
bocas altas que en las bocas de trencilla
fueron robles a la Voz, que te declama…
De mi noche, el incendio se prohíja:
cual murmullo en el sesgo, lacerado,
en la sombra de tu sombra, desterrado
mi frescura en la hiel, que sombra aflija…
Boca en tedio de furor, de mi reclamo,
no va a trenzarte, al buril, de mi llamado
en el sorteo de la miel que me has dejado,
ó en el silencio de tu piel, donde te llamo…
Privanza huela al destino de mi boca,
cual el laurel, socarrado a tu perfume
en glosa austera, en la voz que voz provoca
hasta sentir la doble llama, de tu nombre.
Fueron tus labios el sendero a la ternura:
mi boca enhiesta fue suspiro de aventura…
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