Claridades que te nombran

Claridades que te nombran

Claridades que te nombran, cual melindres
de sombras que te hablan; son nieves que la noche,
si la luna, se desplaza, a tus ojos, que de anoche
sus fiestas arrebata, cual impone los encuadres
de la boca en el cielo que maltrata,
doblan alas, los espantos que de luna no atormentes
si tu boca, en el cielo se dilate, si beata,
sombra, no embotelle, ya si luna, bellas mentes…

Cual esboce una palabra, si la boca, en otro hielo
la búsqueda si laja, perpetúa
en otro cielo, cual si nube, en el desvelo,
ya tu boca, sobreactúa,
cual el arte, que el recelo no confirma, por si abate
el solo anhelo, de su fuga, cual si el gladio
del sudor, donde el recelo camarada de tu predio
boca afianza, en la nieve que se mate…

Glorifica la pujanza, por si el arte nunca aflora
en el rostro de Señora, cual si el ébano, la noche
distinguiera su ponzoña, cual helado fantoche
discurriera de su aliento, la misógina devora
en el rostro de Señora, una vanguardia,
que el rescoldo de la nave, en impúdica armadura
sólo acecha de incongruencia, de la boca de locura,
sólo el arte su bravura, como labios donde ardía…

De la noche de su fuego, el distante solo hechizo,
que su boca, desde el piso, fruto es, de su concordia
en el ébano de Noria, y simiente al Paraíso,
de la Luna de su orfebre, donde canta va si euforia,
no su nieve, ni su gloria, el desplante de su boca,
cual el habla se comande, solo añejo si trastoca
la distancia de su boca, adalid fue de su imperio
en el bruno asomo, luengo, que corpóreo y serio…

Vuelve noche a su laguna, ostentando la fortuna
de su amor por el remedio: de la boca a la locura,
de su Céfiro que es glosa, y suspiro más desëado,
a mi júbilo tinglado, de esperanza más ruinosa...
Cual desvelo de su glosa, y desde otro arte midiera,
caudalosa, su locura, en la boca que expeliera
su dominio a la hermosura, cual vate se rindiera,
a tus ojos y figura, de mi intonsa miel emana, y más pudiera…

Cual la noche se me abraza, al delirio que no expone,
de tus lauros, oro done, y en tu boca, me perdone…

Siempre es un gusto leerte y disfrutar de tus escritos.
Saludos.