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por Palabra de mi Sol…
Palabra de mi Sol: reverberan las estrellas
cuando al verte, la mañana,
enuncia un vago resplandor, temprana
sobre el motivo que juega, centellas…
Mis ojos van de derredor, así, floreados
en tu nombre de sabor que desmesura,
y el aliento de mi pálpito y clausura
anida en tu Verano, entre dos enamorados…
Juega el amor, entre dos privanzas, hiela,
cual el océano en tu voz, en tu mudanza,
que la sólida altivez, que, con cautela,
besa, a los dos, en su alabanza,
busca Céfiros de plumas que tendencian
a la sombra recibiendo aguas en tu Canto,
por desahuciar la marëa de mi nido,
como alas, que a la noche Luz levanto…
Por tu amor los ojos de las simas,
contoneadas en el Sol, de tu destierro,
vuela en la bruma del amor, con que te encierro:
una boca, que muerde y besa de tus rimas,
el aguacero de mar, de solo náufrago en el pecho
como un rosal abierto, en su cuna y su crepúsculo,
vuela entre las rosas de su albedrío, hecho
para mudar el lienzo de la noche, de mi opúsculo…
La mañana derrama sombras en tus ojos,
como querubes despiertos que aún trabajan
en el dial de tu belleza, para no saciar espejos,
que luzcan de tu bien, mi bien, y luego bajan
hasta el inconforme Sueño de tu voz,
donde en melindres, acojan la distancia de tu nombre,
para verter en tu reclamo, el sonido veloz
que llega desde el alba, con la voz de un solo hombre…
Place, al silencio, venerar dóciles pujas
con que invierte el desierto, la tierra de sus hojas,
a despertar en el invierno que claudica en tu verano,
anidando más perfume, en la boca de tu mano…
Puede, -no sé si es cierto- distinguir heraldo
de un destello de Doncella, que anida
por más que al horizonte yo le pida:
el beso en labios, de un horizonte gualdo…
Tus ojos traen estrellas, que el horizonte canta,
desnudas los silencios, que el mar no me levanta…
Palabra de mi Sol: reverberan las estrellas
cuando al verte, la mañana,
enuncia un vago resplandor, temprana
sobre el motivo que juega, centellas…
Mis ojos van de derredor, así, floreados
en tu nombre de sabor que desmesura,
y el aliento de mi pálpito y clausura
anida en tu Verano, entre dos enamorados…
Juega el amor, entre dos privanzas, hiela,
cual el océano en tu voz, en tu mudanza,
que la sólida altivez, que, con cautela,
besa, a los dos, en su alabanza,
busca Céfiros de plumas que tendencian
a la sombra recibiendo aguas en tu Canto,
por desahuciar la marëa de mi nido,
como alas, que a la noche Luz levanto…
Por tu amor los ojos de las simas,
contoneadas en el Sol, de tu destierro,
vuela en la bruma del amor, con que te encierro:
una boca, que muerde y besa de tus rimas,
el aguacero de mar, de solo náufrago en el pecho
como un rosal abierto, en su cuna y su crepúsculo,
vuela entre las rosas de su albedrío, hecho
para mudar el lienzo de la noche, de mi opúsculo…
La mañana derrama sombras en tus ojos,
como querubes despiertos que aún trabajan
en el dial de tu belleza, para no saciar espejos,
que luzcan de tu bien, mi bien, y luego bajan
hasta el inconforme Sueño de tu voz,
donde en melindres, acojan la distancia de tu nombre,
para verter en tu reclamo, el sonido veloz
que llega desde el alba, con la voz de un solo hombre…
Place, al silencio, venerar dóciles pujas
con que invierte el desierto, la tierra de sus hojas,
a despertar en el invierno que claudica en tu verano,
anidando más perfume, en la boca de tu mano…
Puede, -no sé si es cierto- distinguir heraldo
de un destello de Doncella, que anida
por más que al horizonte yo le pida:
el beso en labios, de un horizonte gualdo…
Tus ojos traen estrellas, que el horizonte canta,
desnudas los silencios, que el mar no me levanta…
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