Tus ojos (4)
Tus ojos son mañanas que deslumbran,
en incordio con los rostros que iluminan:
son tus ojos, dos rostros que me alumbran,
si tu rostro enjuga el fuego que fulminan…
Tus ojos son dos teas, llamas fatuas
que la nieve aprisiona en tu clavel,
son más arduas las noches que sitúas
en las sombras que la nieve busca en él…
Busco el fuego de tus sombras con que enjuagas
a la noche sin estrellas, tu pincel
y entre cautos amargores me conjugas
como un lápiz de color, un vil laurel…
Son las noches donde alzas la espesura
roto claustro de mi voz contigo y miel
y mesura mi llanto con presura,
que la sílaba en tu rostro, llama hiel…
Vil mesura cristalina a mi oído llama noche
que las llamas sin tu voz busca ya en ti,
y en la noche de mi rostro, yo te aceche
cuando quieres en mi boca estar en mí…
Roto engendro cual si el jade pospusiera
un cobarde color de frenesí: y la estrella
en tu nívea dentadura, prodigara en ella
mi silencio en tu candela, cual viajera
Se acercara a mi boca a verme huir,
pues la paloma de mis ojos bate en ella
dos acechos que la voz anhela abrir
tras la ventana de mi única querella:
en la siembra que mis labios, hace en ti.
Mas la mella de mi rostro en ti no cabe,
cual paloma en sendero carmesí,
en el rostro del cabello de la noche, robe
Todo el hielo que mi boca, lenta embiste
cual sollozo de mi sombra estéril mapa
poción de mi desvelo soñador resiste
y en tu vientre se desnuda cual el arpa,
que la boca de tus cuerdas hace en mí
cual sonido que a poco, balbuciente
descubre tu belleza de jazmín,
y en el rostro de tus labios fehaciente
Arde el soplo de tu lira cadenciosa,
de manera que tu prisa más preciosa
hunde el claro de tu boca de rubí
en el rostro de la nieve que se herrumbra
si tus labios color hacen sombra en mí,
dinastías de pinceles en la sombra
y del llanto, tu hermosura cavilara,
más del fértil amador que te soñara…
Tu cuello alzado busca opaca lengua, nube
que tu rostro ora no traza ni se enjuta
en la boca de la miel que te disfruta
cual el ángel pordiosero que yo tuve;
y el silencio maniatado nos envuelve
con la grácil situación que nos absuelve
de tus versos, condenados a morir
en mis labios de diatriba, y flor estéril…
De tu boca son tus labios dos emblemas,
que la noche de tus ojos ríe poemas.
Tus ojos son mañanas que deslumbran,
en incordio con los rostros que iluminan:
son tus ojos, dos rostros que me alumbran,
si tu rostro enjuga el fuego que fulminan…
Tus ojos son dos teas, llamas fatuas
que la nieve aprisiona en tu clavel,
son más arduas las noches que sitúas
en las sombras que la nieve busca en él…
Busco el fuego de tus sombras con que enjuagas
a la noche sin estrellas, tu pincel
y entre cautos amargores me conjugas
como un lápiz de color, un vil laurel…
Son las noches donde alzas la espesura
roto claustro de mi voz contigo y miel
y mesura mi llanto con presura,
que la sílaba en tu rostro, llama hiel…
Vil mesura cristalina a mi oído llama noche
que las llamas sin tu voz busca ya en ti,
y en la noche de mi rostro, yo te aceche
cuando quieres en mi boca estar en mí…
Roto engendro cual si el jade pospusiera
un cobarde color de frenesí: y la estrella
en tu nívea dentadura, prodigara en ella
mi silencio en tu candela, cual viajera
Se acercara a mi boca a verme huir,
pues la paloma de mis ojos bate en ella
dos acechos que la voz anhela abrir
tras la ventana de mi única querella:
en la siembra que mis labios, hace en ti.
Mas la mella de mi rostro en ti no cabe,
cual paloma en sendero carmesí,
en el rostro del cabello de la noche, robe
Todo el hielo que mi boca, lenta embiste
cual sollozo de mi sombra estéril mapa
poción de mi desvelo soñador resiste
y en tu vientre se desnuda cual el arpa,
que la boca de tus cuerdas hace en mí
cual sonido que a poco, balbuciente
descubre tu belleza de jazmín,
y en el rostro de tus labios fehaciente
Arde el soplo de tu lira cadenciosa,
de manera que tu prisa más preciosa
hunde el claro de tu boca de rubí
en el rostro de la nieve que se herrumbra
si tus labios color hacen sombra en mí,
dinastías de pinceles en la sombra
y del llanto, tu hermosura cavilara,
más del fértil amador que te soñara…
Tu cuello alzado busca opaca lengua, nube
que tu rostro ora no traza ni se enjuta
en la boca de la miel que te disfruta
cual el ángel pordiosero que yo tuve;
y el silencio maniatado nos envuelve
con la grácil situación que nos absuelve
de tus versos, condenados a morir
en mis labios de diatriba, y flor estéril…
De tu boca son tus labios dos emblemas,
que la noche de tus ojos ríe poemas.
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