Cual ladronzuelo estrechaba al viento el alce,
cual montaraz heraldo, su romance,
al arte invade su réplica en la fuente,
cautivo de su luz, su luz de plata, ardiente…
Tal la voz, que sucumbe ante el tañido
que espera de tus fauces, la mañana,
de ver morir el arte que soñaba, vana,
en el misterio de tu sonrisa, cubre su gemido…
Inerte sombra en su dolor, va si su brinco,
no acechado, veloz, cual si la ráfaga
en otra dura soez, va si la maga
en otro arte si voz, la sombra intrinco…
Cual si la mella de tu voz no propinara la bandada,
en égloga sagrada, cual si el desmán pudiera
asistir la vanagloria del verso que insistiera
hasta tu corazón, abrir, sin la mirada…
Si voz selecta, en otro tramo adusto de la nada,
rocía calmo cual tenor blandiera una promesa:
del arte sosegada, cual la miel regresa,
voz, que faculta el llanto, desmesura invada…
Si por la voz hechura, fragancia no tuviese
cadencia del solaz, voz que propulsa,
nace en estupor ó gallardía helada,
ó ruiseñor sagaz, ó tamo que te impulsa…
Si la voz en la histeria, el goce no ofrendara
el saber de los libros no callara,
si la voz en la que el alma se disturbase,
otro fecundo si labor, ya no adueñase:
Ó si la glosa no encallara con autismo,
vanagloria en él mismo, una cigarra:
voz que recrea el salmo de tu garra,
otro dueño veloz, cual si la sombra promulgara…
Otro torreón mejor, otra noche desunida,
va si la gloria herida no acometiera su heralda,
junto a la noche cigarra, si es llamada ó perdida
ó desunida llamada, llamada en su giralda,
hecha la voz en la falda, de aquélla lumbre perdida,
perdida ya en tu recelo, cual englosara la forma
de su distancia más honda, cual el contorno no impida,
vanagloriar ya la herida: que tu luz busca y reforma…
De su lumbre, así extasiado, cual la labor sometida,
en acunados labios, cual el tambor ó del süeño:
vanagloriando el empeño, que lo sagaz, acechando,
es la figura del dueño, que la risa intima en vida,
cual la paciencia vencida, en otro tramo fragante,
ó ruiseñor balbuciente, ó desmedro de la pluma,
cual vana gloria estrellada, so fuera espejo en tu cuna…
Ó del cordel maniatara, la voz que la norma atinara…
Propenso en el desafío, a turbar ya de mi glosa,
en éste parangón enfrío, turbando miel de la Rosa...
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