Sonetos (De agua y de cielo)
Éstos sonetos se han borrado por completo. Trabajos perdidos de un poeta... Buaahhh! Aquí los escribí de nuevo, uff!
I
Asiento de verde primavera, en dócil letargo
asombra el frenesí de un robusto pino
en la constancia del albor y del destino
clara efusión del agua al cielo embargo...
Loca prisión de claveles, presuntüosa
de lascivo estado, gentil ya no cabría
en el murmullo del cuerpo que no abría
verde cimiento de un blasón, flor hacendosa...
Desde el cielo y soez la luna no es amague
del fresco latir de la gema no es emblema,
de la ciega fruición que en la cuna se despeja...
Frenético candor y un rostro que se espeja
latido del albor, candente, que es azogue
la distancia al sentir de tu dilema...
II
Abierto cede el océano que quiso, llamarada
de rubor de un ocaso que perdido no era,
abierto despertar de Primavera
sedoso escoplo de la tarde enamorada...
Océano que vuelve, tras un llanto de esperanza
hacia un mar que de nuevo canta noche
desnudo pecho cual pudor se desabroche,
acierto rubor cede a tus labios, fresca remembranza...
Asido entre tu púrpura cadencia, de rosa perfumada
oscila mi prudencia de estrella bondadosa,
que pierde en tu rubor la desértica llanura...
Y sobra entre tu pecho el carmín que me procura
levar mi panadera huella enamorada
sobre tu mejilla yo idolatro la rosa, mi locura...
III
Acierto que se evade entre la nube que asciende entre tus ojos
sobre tu risa, la luna no es nevada,
del horizonte de tu piel enamorada
hacia mis sueños, errantes calles de rastrojos...
Hacia la dócil nevisca de tu oriundo cuello
légamo de sal, claroscuro del vestido,
del océano de miel y de tu sello,
clarividencia de tu alma entre el sonido...
Candente bruma que se esparce entre la huella
de un horizonte que cabalga hacia una estrella,
desde el silencio que procrea la unidad.
Hacia tus piernas que son bálsamo y mitad
de tu cuerpo que es gemido, rosa bella,
pudor que süeña la pasión a mi querella...
IV
Desde el agua que procrea mi sedienta sombra,
sobre el destello del aire que voltea en mi mirada
ruina de mi centro, casi siempre perpetuada
hacia el silencio de mujer, süeño de hembra...
Mirada tierna hacia el arribo en la maleza
del juglar que asoma ver en el arraigo
tu juventud que impropia tu belleza
mis ojos ciegos son ciegos ojos, en ti caigo...
Perfume silencioso de perfil tan caro
y asomo en la mudez del sigilo de tu aroma
en la templanza y esbeltez de tu carcoma...
Como un ave, leo entre tus hojas raro
árbol que se anima a imitar a las deidades
tu sombra lleva juventud de las edades.
V
Dosel que aclara, y rústico aliciente
perfume a cedro, y levanta entre la nieve
la senectud del llano, del relieve
candente oro que separa mar durmiente.
Rústico aroma que procela y que es amado
entre las hierbas de un juglar, poeta enamorado,
hacia la vida, hacia el aire apasionado
hacia la virtud de tus ojos, que me has dado...
Y se eleva la rompiente de la única ola
que embriaga mi desértica belleza
hacia el letargo de tu sol, tu gema sola.
Sedienta sombra que es aún más fortaleza
entre los ciegos mares que desola
la fría hierba entre los aires, tu simpleza...
VI
Sostén del ala que süeña tu latido
frenético candor la luna tiembla
hacia el mar, al horizonte, hacia el oído
tu sencillez que ahonda y que me asembla...
Al horizonte de la sal, crepúsculo que duerme,
entre tus manos, tus süeños, tu figura,
hacia la joven estrechez de tu cintura
jugando en nieve cuando la duna quiere verme...
Hacia el ahínco, hacia el pan que, victorioso
lúgubre y dorado esculpe, milagroso
gentil sosiego y huida de un esbozo...
Hacia verter la leche que derramas en un vaso
vertida y calma, soñada junto a un trozo
de tu cintura de miel, leño que abrazo...
VII
Mágico y doble como campana entre dos pueblos
que al aire roban el perfume de las flores
desierto es el amague a tus rubores
frenético desván que anida entre venablos...
De su arrobo el frenesí se tiñe del celaje
de tu mirada que süeña entre las rosas,
de tu mirada que süeña frías cosas
y toma el rojo que una vez te da coraje.
A tu perfume me rindo, me desdoblo
campana mineral, música de oído,
que entre mis manos has sentido
excavar en tu vientre al que me amueblo
y vestir a tu sandalia del desnudo
oro y carmín, en tu piel yo me reanudo...
VIII
Crisálida revuelta, mariposa diurna
del aire y del agua el rocío te remonta
como la sal impregnada me desmonta
desde el alba que atempera albaciturna...
Mirada ciega se cierne entre el paisaje
de un oro mineral al que deslumbra
con las flores del trigal un oro alumbra
rústico y tenue, el fragor, mi aprendizaje...
Y en la luna bahías no te nombran,
sedienta escarcha mudez no te acompañan
del oscuro remanso que puebla mi batalla...
Por comprender tus piernas, tu vientre, tu muralla
tu estática belleza, lúdica, restañan
tu voz en mi velamen de nocturno, me acostumbran...
Sonetos (De claridades de tormentas y nieve, carbunclos y cerezas...)
I
Absorta, así situada, la noche se despierta
y brota y renueva su alabastro, de la siesta
que asoman sus ojos, y el aliento, es respuesta
a la naturaleza de sus águilas que alerta.
Claridades de tormenta, llueve apenas y se moja
la absorta desnudez de tu carbunclo, y se despoja
de la nieve, su blanca desnudez, como deshoja
la luna los claveles y el jazmín, que se me antoja.
Despierto invade, dulzor, campanas en la noche
la pradera, del silencio y la acera
y es verde la pradera.
Doblega alas y esculpe milagrosa
paciente mar de cobre, escandalosa
figura desde el mar, cede, mientras luche.
II
A su despierto rubor, claro celaje
multitud del estío cual verano moja
el acierto del velamen da hospedaje,
la frambuesa tiñe y se despoja.
Abierto rubor, clara escalera
incipiente verdor, enredadera,
que anota un astro y estrella a Primavera
y nutre, y es pasión de la pradera.
Claro cincel que la luna moja en la laguna
laguna cede, blancura que es amague
de su rubor, arropa en la cintura...
Claro verdor, y oscuridad que tiembla
asido y claro, se despierta con azogue
a disfrutar la noche que la claridad asembla...
III
Relámpago en el mar y meridiano
que arropa un sastre el rubor de las estrellas
y es verso de querellas en el rubor mediano
el rojo pabellón de un cielo de centellas...
Asido en el velamen que obtura una rosa
a disminuir el soplo que es decoro a su cuidado
y es sombra y senectud, de lado a lado
masiva desnudez que encierra, perezosa.
Lánguida y tan roja como púrpura letrado
de su guirnalda asoma sutil falda,
que añora en la esbeltez, rugir a enamorado.
Añora desnudez, primavera en minifalda
que esculpe a mis ojos la tarea, que me escalda
y suma en el amor la distancia a lo pasado.
IV
Irrumpe en el albor la constancia hacia mi beso
cual suma de embeleso, que la noche no separa,
y es alba el manantial que la luna no acapara
la fruición de mi desierto que bebe el aderezo...
Cual bóveda celeste que agrupa las estrellas
decidiendo del verano la pasión de tus guirnaldas
y asoma en el albor tu desnudo, tus centellas
que disgrega la efusión con saladas esmeraldas...
Y el océano prohíbe, mas la fuente aún te süeña
cual peñasco en una flor, más aún, más se despeña
y el alba te atesora cual la flor más apreciada...
Y veo en el albor, la sonrisa de mi dueña
y sueño con besar la mano enamorada
que fragua en el cristal la luna destemplada...
Sonetos (De efusión nocturna)
I
Aloca un sueño, clara pasión cede,
robusta nimiedad, claroscuro del poeta
inmerso en la pasión de una saeta
que disgrega y ala la loca que persüade...
Asunción del declame amoroso y sostenido
en el vals perpetüado de la noche
cual distancia efusiva y como un broche
en letanía de un zorzal aclimatado...
Vago estertor de sofismas y aclarados
párpados que ciegan la vista, ofrecen brumas,
la distancia al matiz, oros celados
Aquietan tu rubor enamorados
y se evaden la sorpresa cuando tomas
la vespertina unción, rosas consumas...
II
Y en el distante elipse puebla un astro
que se acuna hacia lo nuevo, hacia lo diestro
de la distinta pasión, hacia lo nuestro
claro clavel que ïnficiona, es alabastro...
Volumen de cristal, de mudo aroma
vano cristal de claro, de amarillo
de sostenida ave, de carcoma
en el mundano cielo leve, brillo.
Distante luna, y hora ciega entre las horas
sumido hallazgo cede y nutre rosas
del galardón sumiso de las cosas...
Anieva su frágil diapasón entre las sombras
nevado claustro de piedad, cual de entre el musgo,
aciago resplandor se niega, flor del sesgo.
III
Aleve llanto da, copihue, oro violáceo
distinta áurea dé, pasiva, sobre el estro
campana mineral hacia lo vuestro
sostenida aurora, miel, claro deseo...
Añora su fulgor cual raro estigma
florece entre las gemas, diurno, biselado
el solo vaivén del claro, enamorado
aseada voluntad, que cierne, que es enigma...
Núcleo de un verano que ahonda en la maleza
palmeras, cocos, y frutas, la sandía
que pide en el cristal la luna, orfebrería.
Sosiego de la lluvia y real aroma pesa
sobre el sesgo del fluvial que te pendía
la lluvia y el cristal al cielo sol sería.
IV
Raro roble puede mugir cual estrechez
de la paloma y el aroma de la niebla,
que a su gemido el ala se despuebla
vigas y leña en el tordo sombra es.
Gallarda asoma desde el cielo su bandera
de distinta efusión, claro latido
del perfume del silencio, aroma permitido
manzana entre la luna, y luna en la pradera...
Cual desvestida pasión, cual cumbre, cual efímera
respuesta de las alas blancas a su sien,
de su verano, asoman entre frutos...
Desde el velamen que puebla la sincera
alusión del clamor de mi desdén
a la sombra inmortal, clara, de los lutos.
Sonetos a Florencia
I
Ojos como los tuyos no he de verlos
porque el sueño me regala la luna, las centellas,
poder mirarte y escalar a tus estrellas
Resplandor que ciega brumas, admirarlos!
Creciente luna se disipa en mi semblante
cual noche ciega la más oscura estrella
de mi púrpura candor tu rosa bella!
Admiro rasgos que profesan un diamante.
Sin fin de luces, y dulzuras al instante
tu rostro bello que elucubra a la mirada
mi ciega huida, mi noche, mi guitarra…
Candente cielo que promete y que levante
de la tierra, el rubor, mi enamorada
que besa el alba, y ora: el cielo amarra!
II
De destilar el océano, la bruma
desde que el mar tu carbunclo consuma,
aciagos versos incorporan tu vertiente
latidos de mi sal, pálpito sonriente…
De ver nacer tu sonrisa encandilada
por aquellas estrellas que deslumbran a tus ojos
y en el ciego resplandor de mis despojos
mi saña que describe purpurada
la ciega luz que acaece mi mirada,
y el santo rubor que completa tu hermosura;
añade rosas al jardín de una explanada.
Y entre mis sueños, mi letargo no clausura:
tu Rosa es bella, candor de enamorada,
gentil sosiego, evade desmesura…
III
Puede mi Sol deslumbrar mi fortaleza
de un ciego rasgo, que es virtud a mis embargos
y sólo en ello me adelanto en la maleza
a rescatar tu fuego, que niega los amargos
Soles que pronuncian el desvelo solitario
de un mar que ciega lo púrpura, lo diestro
y es nueva luz el perfume de lo vuestro,
que sólo ruge en el candil de mi poemario.
Y alaba dulce el jabón que perdura en la marea
del desatino de lavar púrpura rosa
que en el gemido vuestra hermosa
Paloma que sonríe y que desvelada sea
a su redil, ciega, amorosa
añora luz en el gemido de tu rosa…
IV
Herido de admirar lo inalcanzable,
en la justa entonación de la belleza
al admirar de tu porte razonable
la mirada que acompaña la certeza
al corazón, que hace lo imposible
por quedar en tu lugar, entre tu fruto
y sólido estallar a lo invencible,
al ver nacer el alba que disfruto.
Por más que ciego ande entre la sombra
tu aroma cede a mis labios la osadía
de ver nacer la flor que es flor de un día
Y a tu semblante mi oscuridad, en la penumbra
aciaga vista cede en el murmullo de la obra,
tu voz puebla el manantial que me vestía.
V
A tu inocencia llegue mi bondad
de ver las luces claras, la mitad
de un cielo afable, mi ciudad
de un oro tenue que responda claridad.
A tu rubor no llegue aún mi beso
cual claridad que distingue una paloma,
en el oriente vuele ó resuma
candente flor que atañe tu embeleso.
No niegues que aún la sombra te rinde el homenaje
de ver teñida forma el sutil claro de plata
que en el súbito dolor, alba escarlata
Encuentra para ti, la lluvia, la frescura
de un ciego ardor que moldea mi figura
a un solo beso, que en tu mejilla da hospedaje.
VI
Alba bermeja que sucumbe y que no aflora
si no en la flor que resguarda y que atesora
tu luz magenta, violeta y ruiseñora
albor que paga los ojos con la aurora.
Ventana abierta a tu goce, tu esplendor
cual súbita realeza fortalece al Señor
en tu mirada ajena a mi voz de ruiseñor
ó sólo el alba que profesa tu amor.
Gallarda aún bebe del sigilo del amor
tus pasos leves, por la aurora del dolor
de ver las penas y las lágrimas que aún son,
Palabras quedas que se ciegan con tesón
al inmortal júbilo que embellece tu dulzura,
ausente quedo, empapado en mi locura.
VII
La noche esparce un rubor de estrellas
que acompaña el candil, la nemorosa
del alba queda, la sombra y las centellas
de asir la noche, tu cabellera hermosa.
Destilado licor que embriaga los adentros
de un corazón, que apenas, murmura en el letargo
de un solo frenesí, un mar amargo
que solo pena, en la ruina con sus plectros.
Adelanta la pasión el redil de aquella rosa
que en juventud no espera letanías
de ver mi mar y gemir las lejanías
De ser un rubor que explora sutil cosa
adentrándose a un cielo, que es prohibido
ó sólo un ciego soy, sin alma y embaído.
VIII
Mis alas pueden volar hasta tu cielo
mis alas pueden volar hasta tu pelo
y aún sentir del claroscuro del pañuelo
el alba claridad que acopia el terciopelo.
A ti navegue mis ansias, una rosa.
A ti despegue el numen que aún te baña
el cielo llegue, mansamente te restaña
y en mirada quede, el verso de mi prosa.
A tu redil consuele, mi alma, sin embargo
a tu sutil candela, que luce la mirada
de un frenesí que baña el púrpura que amago…
Y en mi boca quede, como pan amargo
la sola desnudez que abriga último trago
ser tu manantial, rosa última, besada.
Sonetos al milagro de tus ojos
I
Claro destello, mar umbrío, lentos soles
campana mineral, tus arreboles
místico silencio en el mar de füego,
estrellas de crepúsculo, tu rüego…
Cadencia murmurada del estío
robada soñadora de tu vientre
al sesgo, al mar ubicuo donde centre
el lobo de mi piel, la luna arrío…
Desate la flor sedienta espuma
al ergo de crisálidas de rosas,
tu suspiro puede ver un vago…
Sediento crepitar la noche suma
cadencia al murmurar latir deshago
en solo mineral, carbón abrasas…
II
Silencio en el murmullo a tu rezago,
manantial del vuelo que ha eclipsado
soñarte ha sido un beso bienamado
descalzo latir por ende, por amago…
Rozarte la sencilla desnudez de tu paloma
fue accionar entre sombras la promesa
de ver caber en ascuas luna artesa
sösiego mineral de sombra que se asoma…
Decirte: “en mis labios sueña rosa
la palabra de tu seno en la hojarasca”
es ver el sueño doble de mi infancia
Donde mudo aljófar tiñe el oro y ansia
del bermellón carbunclo en sutil cosa
añora la función y lenta busca…
III
Distancia a tu mirada y ojos al destello
de tu cuello blandir el océano de espuma
carente en el milagro de tu rubio sello
ampara y muerde el ébano que abruma…
Dosel inmaculado a tu fragancia
de tus ojos la perdiz se baña entre tu celo
campanas del adiós de tu pañuelo
se roban el milagro de tu estancia…
Soñado terso aroma, discordancia
mudo clamor del eco del estío,
campana inerte en súbito albedrío
Donde cabe admirar la sombra del inerte
fragor de la batalla que se escancia
la súbita belleza que desnuda al verte…
IV
Real escapatoria hacia el velamen presto
de tu largo porvenir de gotas en la lluvia,
donde el silencio trueca el vergel de novia
y semblanza pordiosera, descalza, es resto…
Velamen cuenta gotas en suspiro de aves preces
que roba en tu suspiro la miel de la hondonada
y añora en el vergel la tibia paz mojada
de un súbito dintel que plasma lo que cueces…
Desnudo y en sosiego la mar se vuelve duna,
altiva y soberana, ruin, escoplo dulce
campana mineral que roba el alce
Que crepita en el mar y mueve espumas,
campanas del silencio, hacia la luna
misógina y mortal, belleza sumas…
V
Añora el destemple el pájaro cabrío
la fría sordidez del ángel desamparo
que en fragua del hechizo de su faro
clavel la muda gota desnuda su albedrío...
Distancia y premura vista donde hallazgo
cede de su cuna, la vil noche temprana
que sobre el lento crepitar de la persiana
äsombra en desnudez el frío hallazgo…
Y roba y amanece tras tu espalda
la lenta campana de cielo
donde el verde pañuelo de tu falda
Deshace la miel que cubre aún el desvelo
carbunclo a la risüeña morbidez del desamparo
donde es hora la desnudez, diamante raro…
VI
Asoma y bermeja la distancia culta,
de tu sonrisa, estelar, cual es simiente
la bandada pudiente
del volar el oro en luna, que se oculta
Y brava la centëlla de éste mar bravío
donde deshora el veranillo donde moras
alerce y multitud que me atesoras
a vestir e incorporarme el mar navío…
Acierta un rasgo fornitura ya elegante
el duro del diamante
y la sal en la promesa del estío
Donde brama la dureza de tu río
en sorda aridez del desamparo
a sola ciega longitud del oro raro.
VII
Desde tus ojos la llanura es mi silencio
en que se evade la sonrisa de mi vientre
donde descubre el animal que encuentre
el solo abismo de la mar de tu deslío
Donde la noche puede asar la multitud del brío
caliginoso lecho que fragua el desamparo
la virtud de éste sosiego donde muere caro
el desliar a mi palabra de su estío…
Y, entre banderas reclinadas de la espuma
latentes sombras aniquilan la diadema
que fragua entre suspiros de su pena…
Desde el clamor vituperado de mis roces
hasta el silencio que muda mis cauces,
por la distancia de tu color de arena…
VIII
El soplo del silencio, el perfume a tu bandera
de miel en la luna, tu quimera,
tu roce etéreo, tu lenta cruz se eleva,
sobre el dial de tu oscura leva…
Hacia el dintel que oscurece su tinta, su desvelo
y sü llama. Ardor que muerde el polvo de una rama.
Sobre el dialecto del papel en el poema.
Sobre la errante asidera de tu flor, que anhelo.
Descubre en el desvelo,
su claustro enmohecido de llamadas
a la fría sordidez de las espadas!
Desnudo Cielo, yo te clamo
y es agora, la mitad del cielo breve, vello!
Hacia el semblante del adiós donde yo amo.
Sonetos de alegorías y murmullos…
I
Nueva espuma cede la hojarasca nutrida aún
desde la hierba del silencio tu verde cataliza,
y se nieva tu piel, a un llanto se desliza
errante copla que al silencio oro ningún
Espada al verso inhibe la dúctil moradora
de un espacio que al verde se prohíbe,
cual llanto desigual al que te inhibe,
silencio grávido que acuesta y dora.
Velamen ocioso de la espuma, sin embargo,
en la mitad del albor, de su risüeña llamarada
que al verde del azar su rústica pisada
Envuelve en el sofreno de su lágrima amorosa
y sólo llueve al mar cuando llueve y es amargo
doncella sin igual, púrpura cual rosa...
II
Desestimo el cauce que a tus ojos ría
la dulce pasión, melancolía
de un silencio que en la paz al oeste se oiría
como un clavel que se ïnficiona, la luna llevaría.
Desestimo huella que, profana, al ahínco de un verdor
en su rincón no bastaría, a sentir la lejanía
de una estima que a su júbilo torcaz de cual rubor
someramente adueña, su candor y las alas lozanía.
Velamen que es oído y se aclara entre la noche
vestigio del pudor en que se estrella una manzana
su lentitud lejana...
Cual pudor que se resbala de los soles cual abroche
el jacinto en la mirada cual urgente paz que luche
en la multitud del estío una mañana...
III
Sueño que aclara en la música, cual llama
hostiga en el murmullo la voluntad perdida
de un eterno diapasón que apresurada y evadida
noche a su distancia, oído es, y clama.
Alcoba que en el alba procrea en el silencio
la noche se procela, el mar se vuelve duna
y añora la belleza cual el agua que presencio,
en la chispa, crepitando la virtud, nevada luna...
Sedienta escarcha a su medida y fortaleza
hundida en el amague de fluir cual la mirada
de su océano sediento en la explanada...
Cual estertor del llano, cual verso, cual espada
de la belleza de una rosa que se evade en la maleza
entre el albor de su belleza, cual cardo la pereza...
IV
Brillante alba que impropia su latido cual velamen
ocioso de la espuma, bastaría la belleza
del cardumen del espacio, ante estrellada realeza
admirando las estrellas más allá de un triste examen.
Dulce y ahora fulgor en ascua reluciente
cual verdor en la explanada de su sien silente
escoplo de un aroma que a su piel se siente
maleza en el ardor, cardumen a su frente...
Sigilo, impropio rasgo, porvenir entrante
que anega su fulgor, algarabía no pronuncia
errante de su flor, de su magnética magnolia...
Que su mirada tersa es, y su belleza cual anuncia
vago resplandor, caro al albedrío que expolia
su sudor celeste y estrella revibrante...
V
Candente oro que separa la piel más bondadosa
de los lirios cual belleza enamorara en su simiente
cual bella luna da, más magenta sueño esboza
cual la mirada que en su párpado durmiente...
Se pasea en su fragua cual velamen obsequioso
de la espuma latir, no escandaloso,
cual acerada miel que su murmullo no licua
de su fragancia cual ríspida se mengua....
A su licor cual matiz de enamorado
sueña con la joven que idolatra su belleza
al latir su corazón se acompasa su certeza
Cual bribón inmaculado se pasea, amado...
en la sombra que a su noche espesa
en la bruma de un velamen luna besa.
VI
Desátese la hiel que la bandada no pronuncia,
entre los ojos que se admiran entre noches
sedientas ascuas lucen negros broches
que en la sombra del albor, radiante anuncia.
Distancia que al albor sofreno de la calma cede
el mineral risüeño que perfuma su silencio
cual errante quimera no nutre lo que puede
brillar con ornamento sediento, que evidencio...
Menguante albor que restaña lo callado de un aroma
radiante quede en su espuma lacerante,
cual metido en el dulzor de un artificio...
Y se expande la fruición de un orificio
que en la ciénaga de noche alberga y toma
el sabor de una batalla de amador rumiante...
VII
Cual nervada florecida entre las hojas delicadas
de su eximia bandada brincó hacia la nieve
su nocturno velamen, cual púrpura relieve
asoma en el asomo de su claustro, robadas.
Descubre en el acierto un mugir cual arrebato exulta
acervada nostalgia en la pasión que dialéctica camina
en su verdor se mueve, al viento desatina
su pasión hacia la luz aminora lo que oculta.
Decidido astro que fulge cual marea undosa
en el relieve del velamen que procrea la escalada
estela que se anieva en la espuma letrada
De un confín cual milagroso poeta en el amague
pasión selecta de una huida impïadosa
hacia el sol, hacia la luz de la noche, mientras bogue.
VIII
Celada en cuerpo, multitud del arrebato
caudal de alas, velamen no es oculto
cual la pasión de tus manos en que oculto
la mirada del albor en el que embato.
Sosiego a tu mirada y a tu pecho,
cual voluntad de mi mirada que he deshecho
entre tu alma y tu piel de golondrina
que asoma en el juglar un ala endrina.
Sorteo, difusa cauta nieve,
que en el arribo del frecuente anonadado
se sumerge entre las hierbas de mi frente...
A distinguir un místico relïeve
de noche en celo, de pasión, de fecundado
estigma de pasión enamorada, recipïente.
Sonetos para Daniela
(¡Qué belleza!)
I
He hallado flor de belleza singular,
que no merma, que no frena su gentil figura...
Aún destella su ornamento al trabajar,
sus ojos y su boca me empapan de locura...
Si mi destino es ser de ella juglar
aunque no sabe el viento por honduras
si un beso de su boca me pudiera enamorar
si el viento y el destino fueran sus manos puras...
Encontraría yo el lecho en el cual
de su mirada ebria de belleza sin igual
su mano pura, su rostro de deidad
gentil amague de rosa y de frialdad...
A su belleza de púrpura entre el seno
velamen presto que vuela sin sofreno...
II
Es ella el centro de mi órbita y mi mar,
sus ojos tañen el murmullo al suspirar,
si ella desabrocha sus senos, Oh mujer!
Yo quisiera entre labios el beso aún tener!
Y si la escarcha ó el gallo de la mañana
al ir a comprar pan, tu luz beata
Me ciega la ilusión el alba timorata
canción de tu rubor me ata aún temprana.
Si yo pudiera, amor, entre tus labios sostener
una sonrisa que fragua la mañana
en tus besos la rosa de tu piel, y del beber
Tu siembra, tu noche, tu liviana
gentil fatiga, entre mis brazos de mañana
Oh pura estrella! El cielo has de tener!
III
Gentil sosiego, bastaría una manzana
para ver tu dentadura, tu sonrisa
y al cabo de no verte, a toda prisa
el fresco manantial de tu persiana...
Preciosa estrella, robado al firmamento
el color de tu cabello,
y entre tus ojos la mirada es argumento
para blandir al océano más bello...
Tu rostro amaga, tu sonrisa se apresura
pero perdura,
como fiebre que padezco...
Y hasta el atardecer yo no perezco,
yendo detrás de tu vestidura
huyendo de mi sombra a tu pan fresco.
IV
Pergamino a mis pasos, he dibujado el mapa
de tu figura y reluciente oro de rosa,
y en el carmín que sostiene tu amorosa
faz que desde la mañana no escapa...
A tu sendero de ilusión y de sudor florido
mi alma te encontró como a un perfume la delicia
de mi siguiente caminar a tu caricia,
y el diamante hallé, en tu vestido.
No difusa, mi claro se apremió de tu sonrisa
y tus párpados fueron la mañana
y la mañana de tus ojos aún tu prisa.
Claroscuro, hasta mis flores se ruborizaron
con el caudal de belleza que tu voz robaron
y la distancia a tu belleza fue de Diana.
V
Aún escarmiento lo brillante y la sed de tu mirada
que me ha visto con luz enamorada
y jazmines han bebido tus pulmones
cuando el cielo desató mis ilusiones...
Aún se pierde mi paso en aquél tino
donde derrama el oro de la harina
la constancia de la luz, la brillantina
de un ocaso que perdura mi destino.
Amo tanto tu jovial melodía entre los sauces...
amo lo trivial, lo secundario
que plasmó aquél instante planetario...
Amo ésta búsqueda frenética, por tu sol, por tus luces
que flagelan mi descalza aridez,
amo el camino hacia tu desnudez!
VI
He vuelto del río y del desierto sol,
acobardan las llanuras el paraíso de tus ojos
y en su mirada el sentir sólo rastrojos
cuando aún no he vuelto a tu arrebol...
Plasmando tu contorno, el río me llevaba,
y hasta lo verde de las aguas el río era tus ojos,
y tu silencio nacería al arrebato del viento, tuyos
eran los cielos y el púrpura ornamento que me daba.
Desde lejos he apreciado aún más tu blancura,
que de nieve tambaleó hacia tu cintura,
y tu morena cabellera era la noche...
Me conformo con latir hasta que el süeño no luche,
da el verano de tu voz, tu Primavera
y el cristal a tu nube lluvia entera.
VII
Renacer a tus labios, la cuenca de tu frío
que es a la vez, ternura y calidez
me hallo en el verde de un bosque, nieve ó río
tu piel me lleve hacia la honda desnudez.
Perdura en tu semblante aún tu claro aroma
perdido en la gema que es botón de flor, mesura
apresurado por el viento, y que apresura
la miel en el sueño tu piel toma.
Canta tu boca, cantan tus ojos, canta tu pecho
y en tus pezones escondidos laceras a mi rosa
y a tu deshecha fruición entre tus pies desnudos...
Se va a tu habla mi mudez, cual sombras al helecho
y entre tus senos mis palabras buscan otra cosa,
y a tu desdicha mis labios son tu cuna, mudos.
VIII
Desde el oro que fruye entre tu cuerpo,
la sandalia atroz que me devana
el aliento soez, púrpura llama, que descuerpo
hasta la belleza de tu boca vana...!
Y desde el vientre la cintura de tu pan
oscila ya en el mar sediento, y aún esculpe
la marea de mi boca que te culpe
arrasar mi sed, mi rostro, luna dan!
Procaz es el aliento y tu boca la mañana,
temprano es el intento, y más aún la forma
tañer entre tus brazos la flor entre tu alcoba...
Más niño soy, más cauto, más sincero; horma
de tu pan, la huella más temprana
que busca hasta tu pie la planta que te roba!
Sonetos para Julieta
I
Desdén, es oprobio a tu mirada
cual sobria gota de mudez no me alcanzara,
a desvestir el unicornio que domara
para sentir las crines, luz helada…
Y despertar entre tus sábanas, cual rosa
efímera, tal vez, tu mano cauta
del soliloquio que es espuma decorosa
a tu pasión, escondida en mi derrota…
Cual sobria mudanza, luz exhibe
los cantos de la noche y sus guirnaldas
cual loca seña adusta que te inhibe…
Dócil resguarda la penumbra, evadas
tú la noche entre la luna, y nos prohíbe
alcanzar el ruiseñor de tus moradas…
II
Errante sueño en el tropiezo de una noche,
febril ocaso entre las dunas de tus gemas,
sentir la noche al horizonte, en tus diademas
clara dulzura de tu pena, de tu broche.
Hasta igualar la copia bella de las aves
cual gentil canta en tu dulzor la algarabía
y no es de noche tu pasión, melancolía
despierto abrumo la canción que tú ya sabes…
Pero mi amor enhiesto es sombra a tu cuidado,
gentil fatiga, de la luna, enamorado
y a tu doncel, propuesta, es la de tus ojos.
Como respuesta del amor de mis antojos
ensancha la marea sus alas tenor inmaculado,
y a su vestal sombrío sonríen luz penosos.
III
Cual copia bella de la sal, de tus derrotas,
añora el témpano de cal, de mi amaranto
entre el robusto pino que sosiega mi quebranto
luz desigual, y perfume entre tus frutas…
Así destella mi fragor ensimismado
a tu señal de amor, cual rosa viscerada…
A tu nupcial cautivo de la luz enamorada:
tu celestial estrado a los ojos de tu amado…
Cual frenesí, cual roca pestilente
que brava ante un sol el sol acalorado,
me alejo del caudal del sol enamorado…
…Para volver, perfumando la alegría solamente
y el dulce dintel del aroma a tu cuidado,
con vasta unión adoradora de tu fuente…
IV
Dulcísimo y tenaz, señorita enamorada
-yo la sueño- y a mi caudal la flor embarga,
el lento ruiseñor a su flor la mar amarga
si no ve de la flor, en el labio de su amada…
Gentil sosiego, y vasto pudor sueña
gentil albor, y doncella a su cuidado:
la joven que el amor es sueño que ha encontrado
labrando en el amor, belleza que se adueña…
Y de tu fresco aire, el perfume, levemente
arriba al encuentro del amor ferviente,
cual sola nitidez que el mar procura…
Y el ahínco es mi desventura,
cual tieso arribo del tronco de un árbol elegante
ó sólo un ruiseñor que gime en la aventura…
V
Lastimoso amor, si mi pudor no sueña
el albedrío de la copa que resbala
entre la seña del clamor y de mi dueña
y amaga sofrenar púrpura sala.
Cual blanco del jazmín, de tu mirada,
asido vulnerable a tu sonrisa
penetrar donde el llanto, de tu brisa
mudar tenaz, la sombra de mi amada.
Caudalosa, caer en la locura
la poesía que es la miel de tu alabastro,
que sueña el alba cuando besas mi cura.
Pues mi salud ofrece sutil estro
que la sombra del trigal, amanecido de tu plectro
es agua en el caudal de mi soltura.
VI
Sutil el cedro da perfume a pino
cual desigual almendro de su fruta,
y a su trigal amanece que disfruta
el oro mineral, que es verde en el destino.
Suelo contar así las horas de no verte
y poder disminuir el mal que me derrota,
cual fresco albor de Noviembre, que denota
tu paz y risa cuando vuelvo a verte…
Y es candor risueño que ama en llamarada
ó en cristalinas aguas de fulgor esmeralda
que prevalece el alba dispuesta, enamorada.
O es el asilo en que mi mar acude a tu llamada,
y no responde el albor, mas yo te sueño
Gentil candor, mi flor, yo me despeño…
VII
Por verte mis ojos son la forma
de una asidua inspección del firmamento,
donde el alba trueca la luz de mi tormento
y las alas de tu voz es libertad que me ama.
Por ti, el fresco rubor cede al ornamento
del desigual trigal del oro de mi acecho
donde acuna mi gloria el sudor de tu despecho
y aclara en el dulzor la tibia paz que canto.
Por poder verte mis cantores tienen sed,
aves mundanas, aroman su esbeltez,
y sueñan los declives, que anclan en tu red.
Mas yo te sueño y alabo mi mudez:
cuando aflora Primavera, mis alas son discurso
y niega mi verdor, el cielo de su curso.
VIII
Tan fresca, tan pausada como el arroz con leche,
y dulce y perfumado cual nutre su candor
de mineral halago y fresco en tu dulzor
cual extravío añade el oro de la noche.
Estrellas, ó arroz que roba tu mirada
gentil morada sueña su labor y me fecunda
cual sílaba dócil y tan honda
que esconde flores en el recuerdo de su amada.
Gentil sosiego, amor me baña aún
cual brisa añade crepúsculo en mi té,
y besa el alba que en los ojos dé…
Mirada que responde, algún corazón, algún…
Estrecho cauce de nieve para ti,
amor de otoño y de verano dí.
Sonetos de alegorías y murmullos...
I
Nueva espuma cede la hojarasca nutrida aún
desde la hierba del silencio tu verde cataliza,
y se nieva tu piel, a un llanto se desliza
errante copla que al silencio oro ningún
Espada al verso inhibe la dúctil moradora
de un espacio que al verde se prohíbe,
cual llanto desigual al que te inhibe,
silencio grávido que acuesta y dora.
Velamen ocioso de la espuma, sin embargo,
en la mitad del albor, de su risüeña llamarada
que al verde del azar su rústica pisada
Envuelve en el sofreno de su lágrima amorosa
y sólo llueve al mar cuando llueve y es amargo
doncella sin igual, púrpura cual rosa...
II
Desestimo el cauce que a tus ojos ría
la dulce pasión, melancolía
de un silencio que en la paz al oeste se oiría
como un clavel que se ïnficiona, la luna llevaría.
Desestimo huella que, profana, al ahínco de un verdor
en su rincón no bastaría, a sentir la lejanía
de una estima que a su júbilo torcaz de cual rubor
someramente adueña, su candor y las alas lozanía.
Velamen que es oído y se aclara entre la noche
vestigio del pudor en que se estrella una manzana
su lentitud lejana...
Cual pudor que se resbala de los soles cual abroche
el jacinto en la mirada cual urgente paz que luche
en la multitud del estío una mañana...
III
Sueño que aclara en la música, cual llama
hostiga en el murmullo la voluntad perdida
de un eterno diapasón que apresurada y evadida
noche a su distancia, oído es, y clama.
Alcoba que en el alba procrea en el silencio
la noche se procela, el mar se vuelve duna
y añora la belleza cual el agua que presencio,
en la chispa, crepitando la virtud, nevada luna...
Sedienta escarcha a su medida y fortaleza
hundida en el amague de fluir cual la mirada
de su océano sediento en la explanada...
Cual estertor del llano, cual verso, cual espada
de la belleza de una rosa que se evade en la maleza
entre el albor de su belleza, cual cardo la pereza...
IV
Brillante alba que impropia su latido cual velamen
ocioso de la espuma, bastaría la belleza
del cardumen del espacio, ante estrellada realeza
admirando las estrellas más allá de un triste examen.
Dulce y ahora fulgor en ascua reluciente
cual verdor en la explanada de su sien silente
escoplo de un aroma que a su piel se siente
maleza en el ardor, cardumen a su frente...
Sigilo, impropio rasgo, porvenir entrante
que anega su fulgor, algarabía no pronuncia
errante de su flor, de su magnética magnolia...
Que su mirada tersa es, y su belleza cual anuncia
vago resplandor, caro al albedrío que expolia
su sudor celeste y estrella revibrante...
V
Candente oro que separa la piel más bondadosa
de los lirios cual belleza enamorara en su simiente
cual bella luna da, más magenta sueño esboza
cual la mirada que en su párpado durmiente...
Se pasea en su fragua cual velamen obsequioso
de la espuma latir, no escandaloso,
cual acerada miel que su murmullo no licua
de su fragancia cual ríspida se mengua....
A su licor cual matiz de enamorado
sueña con la joven que idolatra su belleza
al latir su corazón se acompasa su certeza
Cual bribón inmaculado se pasea, amado...
en la sombra que a su noche espesa
en la bruma de un velamen luna besa.
VI
Desátese la hiel que la bandada no pronuncia,
entre los ojos que se admiran entre noches
sedientas ascuas lucen negros broches
que en la sombra del albor, radiante anuncia.
Distancia que al albor sofreno de la calma cede
el mineral risüeño que perfuma su silencio
cual errante quimera no nutre lo que puede
brillar con ornamento sediento, que evidencio...
Menguante albor que restaña lo callado de un aroma
radiante quede en su espuma lacerante,
cual metido en el dulzor de un artificio...
Y se expande la fruición de un orificio
que en la ciénaga de noche alberga y toma
el sabor de una batalla de amador rumiante...
VII
Cual nervada florecida entre las hojas delicadas
de su eximia bandada brincó hacia la nieve
su nocturno velamen, cual púrpura relieve
asoma en el asomo de su claustro, robadas.
Descubre en el acierto un mugir cual arrebato exulta
acervada nostalgia en la pasión que dialéctica camina
en su verdor se mueve, al viento desatina
su pasión hacia la luz aminora lo que oculta.
Decidido astro que fulge cual marea undosa
en el relieve del velamen que procrea la escalada
estela que se anieva en la espuma letrada
De un confín cual milagroso poeta en el amague
pasión selecta de una huida impïadosa
hacia el sol, hacia la luz de la noche, mientras bogue.
VIII
Celada en cuerpo, multitud del arrebato
caudal de alas, velamen no es oculto
cual la pasión de tus manos en que oculto
la mirada del albor en el que embato.
Sosiego a tu mirada y a tu pecho,
cual voluntad de mi mirada que he deshecho
entre tu alma y tu piel de golondrina
que asoma en el juglar un ala endrina.
Sorteo, difusa cauta nieve,
que en el arribo del frecuente anonadado
se sumerge entre las hierbas de mi frente...
A distinguir un místico relïeve
de noche en celo, de pasión, de fecundado
estigma de pasión enamorada, recipïente.
Sonetos para Daniela
I
He hallado flor de belleza singular,
que no merma, que no frena su gentil figura...
Aún destella su ornamento al trabajar,
sus ojos y su boca me empapan de locura...
Si mi destino es ser de ella juglar
aunque no sabe el viento por honduras
si un beso de su boca me pudiera enamorar
si el viento y el destino fueran sus manos puras...
Encontraría yo el lecho en el cual
de su mirada ebria de belleza sin igual
su mano pura, su rostro de deidad
gentil amague de rosa y de frialdad...
A su belleza de púrpura entre el seno
velamen presto que vuela sin sofreno...
II
Es ella el centro de mi órbita y mi mar,
sus ojos tañen el murmullo al suspirar,
si ella desabrocha sus senos, Oh mujer!
Yo quisiera entre labios el beso aún tener!
Y si la escarcha ó el gallo de la mañana
al ir a comprar pan, tu luz beata
Me ciega la ilusión el alba timorata
canción de tu rubor me ata aún temprana.
Si yo pudiera, amor, entre tus labios sostener
una sonrisa que fragua la mañana
en tus besos la rosa de tu piel, y del beber
Tu siembra, tu noche, tu liviana
gentil fatiga, entre mis brazos de mañana
Oh pura estrella! El cielo has de tener!
III
Gentil sosiego, bastaría una manzana
para ver tu dentadura, tu sonrisa
y al cabo de no verte, a toda prisa
el fresco manantial de tu persiana...
Preciosa estrella, robado al firmamento
el color de tu cabello,
y entre tus ojos la mirada es argumento
para blandir al océano más bello...
Tu rostro amaga, tu sonrisa se apresura
pero perdura,
como fiebre que padezco...
Y hasta el atardecer yo no perezco,
yendo detrás de tu vestidura
huyendo de mi sombra a tu pan fresco.
IV
Pergamino a mis pasos, he dibujado el mapa
de tu figura y reluciente oro de rosa,
y en el carmín que sostiene tu amorosa
faz que desde la mañana no escapa...
A tu sendero de ilusión y de sudor florido
mi alma te encontró como a un perfume la delicia
de mi siguiente caminar a tu caricia,
y el diamante hallé, en tu vestido.
No difusa, mi claro se apremió de tu sonrisa
y tus párpados fueron la mañana
y la mañana de tus ojos aún tu prisa.
Claroscuro, hasta mis flores se ruborizaron
con el caudal de belleza que tu voz robaron
y la distancia a tu belleza fue de Diana.
V
Aún escarmiento lo brillante y la sed de tu mirada
que me ha visto con luz enamorada
y jazmines han bebido tus pulmones
cuando el cielo desató mis ilusiones...
Aún se pierde mi paso en aquél tino
donde derrama el oro de la harina
la constancia de la luz, la brillantina
de un ocaso que perdura mi destino.
Amo tanto tu jovial melodía entre los sauces...
amo lo trivial, lo secundario
que plasmó aquél instante planetario...
Amo ésta búsqueda frenética, por tu sol, por tus luces
que flagelan mi descalza aridez,
amo el camino hacia tu desnudez!
VI
He vuelto del río y del desierto sol,
acobardan las llanuras el paraíso de tus ojos
y en su mirada el sentir sólo rastrojos
cuando aún no he vuelto a tu arrebol...
Plasmando tu contorno, el río me llevaba,
y hasta lo verde de las aguas el río era tus ojos,
y tu silencio nacería al arrebato del viento, tuyos
eran los cielos y el púrpura ornamento que me daba.
Desde lejos he apreciado aún más tu blancura,
que de nieve tambaleó hacia tu cintura,
y tu morena cabellera era la noche...
Me conformo con latir hasta que el süeño no luche,
da el verano de tu voz, tu Primavera
y el cristal a tu nube lluvia entera.
VII
Renacer a tus labios, la cuenca de tu frío
que es a la vez, ternura y calidez
me hallo en el verde de un bosque, nieve ó río
tu piel me lleve hacia la honda desnudez.
Perdura en tu semblante aún tu claro aroma
perdido en la gema que es botón de flor, mesura
apresurado por el viento, y que apresura
la miel en el sueño tu piel toma.
Canta tu boca, cantan tus ojos, canta tu pecho
y en tus pezones escondidos laceras a mi rosa
y a tu deshecha fruición entre tus pies desnudos...
Se va a tu habla mi mudez, cual sombras al helecho
y entre tus senos mis palabras buscan otra cosa,
y a tu desdicha mis labios son tu cuna, mudos.
VIII
Desde el oro que fruye entre tu cuerpo,
la sandalia atroz que me devana
el aliento soez, púrpura llama, que descuerpo
hasta la belleza de tu boca vana...!
Y desde el vientre la cintura de tu pan
oscila ya en el mar sediento, y aún esculpe
la marea de mi boca que te culpe
arrasar mi sed, mi rostro, luna dan!
Procaz es el aliento y tu boca la mañana,
temprano es el intento, y más aún la forma
tañer entre tus brazos la flor entre tu alcoba...
Más niño soy, más cauto, más sincero; horma
de tu pan, la huella más temprana
que busca hasta tu pie la planta que te roba!
Sonetos (De agua y de cielo)
I
Asiento de verde primavera, en dócil letargo
asombra el frenesí de un robusto pino
en la constancia del albor y del destino
clara efusión del agua al cielo embargo...
Loca prisión de claveles, presuntüosa
de lascivo estado, gentil ya no cabría
en el murmullo del cuerpo que no abría
verde cimiento de un blasón, flor hacendosa...
Desde el cielo y soez la luna no es amague
del fresco latir de la gema no es emblema,
de la ciega fruición que en la cuna se despeja...
Frenético candor y un rostro que se espeja
latido del albor, candente, que es azogue
la distancia al sentir de tu dilema...
II
Abierto cede el océano que quiso, llamarada
de rubor de un ocaso que perdido no era,
abierto despertar de Primavera
sedoso escoplo de la tarde enamorada...
Océano que vuelve, tras un llanto de esperanza
hacia un mar que de nuevo canta noche
desnudo pecho cual pudor se desabroche,
acierto rubor cede a tus labios, fresca remembranza...
Asido entre tu púrpura cadencia, de rosa perfumada
oscila mi prudencia de estrella bondadosa,
que pierde en tu rubor la desértica llanura...
Y sobra entre tu pecho el carmín que me procura
levar mi panadera huella enamorada
sobre tu mejilla yo idolatro la rosa, mi locura...
III
Acierto que se evade entre la nube que asciende entre tus ojos
sobre tu risa, la luna no es nevada,
del horizonte de tu piel enamorada
hacia mis sueños, errantes calles de rastrojos...
Hacia la dócil nevisca de tu oriundo cuello
légamo de sal, claroscuro del vestido,
del océano de miel y de tu sello,
clarividencia de tu alma entre el sonido...
Candente bruma que se esparce entre la huella
de un horizonte que cabalga hacia una estrella,
desde el silencio que procrea la unidad.
Hacia tus piernas que son bálsamo y mitad
de tu cuerpo que es gemido, rosa bella,
pudor que süeña la pasión a mi querella...
IV
Desde el agua que procrea mi sedienta sombra,
sobre el destello del aire que voltea en mi mirada
ruina de mi centro, casi siempre perpetuada
hacia el silencio de mujer, süeño de hembra...
Mirada tierna hacia el arribo en la maleza
del juglar que asoma ver en el arraigo
tu juventud que impropia tu belleza
mis ojos ciegos son ciegos ojos, en ti caigo...
Perfume silencioso de perfil tan caro
y asomo en la mudez del sigilo de tu aroma
en la templanza y esbeltez de tu carcoma...
Como un ave, leo entre tus hojas raro
árbol que se anima a imitar a las deidades
tu sombra lleva juventud de las edades.
V
Dosel que aclara, y rústico aliciente
perfume a cedro, y levanta entre la nieve
la senectud del llano, del relieve
candente oro que separa mar durmiente.
Rústico aroma que procela y que es amado
entre las hierbas de un juglar, poeta enamorado,
hacia la vida, hacia el aire apasionado
hacia la virtud de tus ojos, que me has dado...
Y se eleva la rompiente de la única ola
que embriaga mi desértica belleza
hacia el letargo de tu sol, tu gema sola.
Sedienta sombra que es aún más fortaleza
entre los ciegos mares que desola
la fría hierba entre los aires, tu simpleza...
VI
Sostén del ala que süeña tu latido
frenético candor la luna tiembla
hacia el mar, al horizonte, hacia el oído
tu sencillez que ahonda y que me asembla...
Al horizonte de la sal, crepúsculo que duerme,
entre tus manos, tus süeños, tu figura,
hacia la joven estrechez de tu cintura
jugando en nieve cuando la duna quiere verme...
Hacia el ahínco, hacia el pan que, victorioso
lúgubre y dorado esculpe, milagroso
gentil sosiego y huida de un esbozo...
Hacia verter la leche que derramas en un vaso
vertida y calma, soñada junto a un trozo
de tu cintura de miel, leño que abrazo...
VII
Mágico y doble como campana entre dos pueblos
que al aire roban el perfume de las flores
desierto es el amague a tus rubores
frenético desván que anida entre venablos...
De su arrobo el frenesí se tiñe del celaje
de tu mirada que süeña entre las rosas,
de tu mirada que süeña frías cosas
y toma el rojo que una vez te da coraje.
A tu perfume me rindo, me desdoblo
campana mineral, música de oído,
que entre mis manos has sentido
excavar en tu vientre al que me amueblo
y vestir a tu sandalia del desnudo
oro y carmín, en tu piel yo me reanudo...
VIII
Crisálida revuelta, mariposa diurna
del aire y del agua el rocío te remonta
como la sal impregnada me desmonta
desde el alba que atempera albaciturna...
Mirada ciega se cierne entre el paisaje
de un oro mineral al que deslumbra
con las flores del trigal un oro alumbra
rústico y tenue, el fragor, mi aprendizaje...
Y en la luna bahías no te nombran,
sedienta escarcha mudez no te acompañan
del oscuro remanso que puebla mi batalla...
Por comprender tus piernas, tu vientre, tu muralla
tu estática belleza, lúdica, restañan
tu voz en mi velamen de nocturno, me acostumbran...
Sonetos para Julieta
I
Desdén, es oprobio a tu mirada
cual sobria gota de mudez no me alcanzara,
a desvestir el unicornio que domara
para sentir las crines, luz helada…
Y despertar entre tus sábanas, cual rosa
efímera, tal vez, tu mano cauta
del soliloquio que es espuma decorosa
a tu pasión, escondida en mi derrota…
Cual sobria mudanza, luz exhibe
los cantos de la noche y sus guirnaldas
cual loca seña adusta que te inhibe…
Dócil resguarda la penumbra, evadas
tú la noche entre la luna, y nos prohíbe
alcanzar el ruiseñor de tus moradas…
II
Errante sueño en el tropiezo de una noche,
febril ocaso entre las dunas de tus gemas,
sentir la noche al horizonte, en tus diademas
clara dulzura de tu pena, de tu broche.
Hasta igualar la copia bella de las aves
cual gentil canta en tu dulzor la algarabía
y no es de noche tu pasión, melancolía
despierto abrumo la canción que tú ya sabes…
Pero mi amor enhiesto es sombra a tu cuidado,
gentil fatiga, de la luna, enamorado
y a tu doncel, propuesta, es la de tus ojos.
Como respuesta del amor de mis antojos
ensancha la marea sus alas tenor inmaculado,
y a su vestal sombrío sonríen luz penosos.
III
Cual copia bella de la sal, de tus derrotas,
añora el témpano de cal, de mi amaranto
entre el robusto pino que sosiega mi quebranto
luz desigual, y perfume entre tus frutas…
Así destella mi fragor ensimismado
a tu señal de amor, cual rosa viscerada…
A tu nupcial cautivo de la luz enamorada:
tu celestial estrado a los ojos de tu amado…
Cual frenesí, cual roca pestilente
que brava ante un sol el sol acalorado,
me alejo del caudal del sol enamorado…
…Para volver, perfumando la alegría solamente
y el dulce dintel del aroma a tu cuidado,
con vasta unión adoradora de tu fuente…
IV
Dulcísimo y tenaz, señorita enamorada
-yo la sueño- y a mi caudal la flor embarga,
el lento ruiseñor a su flor la mar amarga
si no ve de la flor, en el labio de su amada…
Gentil sosiego, y vasto pudor sueña
gentil albor, y doncella a su cuidado:
la joven que el amor es sueño que ha encontrado
labrando en el amor, belleza que se adueña…
Y de tu fresco aire, el perfume, levemente
arriba al encuentro del amor ferviente,
cual sola nitidez que el mar procura…
Y el ahínco es mi desventura,
cual tieso arribo del tronco de un árbol elegante
ó sólo un ruiseñor que gime en la aventura…
V
Lastimoso amor, si mi pudor no sueña
el albedrío de la copa que resbala
entre la seña del clamor y de mi dueña
y amaga sofrenar púrpura sala.
Cual blanco del jazmín, de tu mirada,
asido vulnerable a tu sonrisa
penetrar donde el llanto, de tu brisa
mudar tenaz, la sombra de mi amada.
Caudalosa, caer en la locura
la poesía que es la miel de tu alabastro,
que sueña el alba cuando besas mi cura.
Pues mi salud ofrece sutil estro
que la sombra del trigal, amanecido de tu plectro
es agua en el caudal de mi soltura.
VI
Sutil el cedro da perfume a pino
cual desigual almendro de su fruta,
y a su trigal amanece que disfruta
el oro mineral, que es verde en el destino.
Suelo contar así las horas de no verte
y poder disminuir el mal que me derrota,
cual fresco albor de Noviembre, que denota
tu paz y risa cuando vuelvo a verte…
Y es candor risueño que ama en llamarada
ó en cristalinas aguas de fulgor esmeralda
que prevalece el alba dispuesta, enamorada.
O es el asilo en que mi mar acude a tu llamada,
y no responde el albor, mas yo te sueño
Gentil candor, mi flor, yo me despeño…
VII
Por verte mis ojos son la forma
de una asidua inspección del firmamento,
donde el alba trueca la luz de mi tormento
y las alas de tu voz es libertad que me ama.
Por ti, el fresco rubor cede al ornamento
del desigual trigal del oro de mi acecho
donde acuna mi gloria el sudor de tu despecho
y aclara en el dulzor la tibia paz que canto.
Por poder verte mis cantores tienen sed,
aves mundanas, aroman su esbeltez,
y sueñan los declives, que anclan en tu red.
Mas yo te sueño y alabo mi mudez:
cuando aflora Primavera, mis alas son discurso
y niega mi verdor, el cielo de su curso.
VIII
Tan fresca, tan pausada como el arroz con leche,
y dulce y perfumado cual nutre su candor
de mineral halago y fresco en tu dulzor
cual extravío añade el oro de la noche.
Estrellas, ó arroz que roba tu mirada
gentil morada sueña su labor y me fecunda
cual sílaba dócil y tan honda
que esconde flores en el recuerdo de su amada.
Gentil sosiego, amor me baña aún
cual brisa añade crepúsculo en mi té,
y besa el alba que en los ojos dé…
Mirada que responde, algún corazón, algún…
Estrecho cauce de nieve para ti,
amor de otoño y de verano dí.
Sonetos (De claridades de tormenta y nieve, carbunclos y cerezas...)
I
Absorta, así situada, la noche se despierta
y brota y renueva su alabastro, de la siesta
que asoman sus ojos, y el aliento, es respuesta
a la naturaleza de sus águilas que alerta.
Claridades de tormenta, llueve apenas y se moja
la absorta desnudez de tu carbunclo, y se despoja
de la nieve, su blanca desnudez, como deshoja
la luna los claveles y el jazmín, que se me antoja.
Despierto invade, dulzor, campanas en la noche
la pradera, del silencio y la acera
y es verde la pradera.
Doblega alas y esculpe milagrosa
paciente mar de cobre, escandalosa
figura desde el mar, cede, mientras luche.
II
A su despierto rubor, claro celaje
multitud del estío cual verano moja
el acierto del velamen da hospedaje,
la frambuesa tiñe y se despoja.
Abierto rubor, clara escalera
incipiente verdor, enredadera,
que anota un astro y estrella a Primavera
y nutre, y es pasión de la pradera.
Claro cincel que la luna moja en la laguna
laguna cede, blancura que es amague
de su rubor, arropa en la cintura...
Claro verdor, y oscuridad que tiembla
asido y claro, se despierta con azogue
a disfrutar la noche que la claridad asembla...
III
Relámpago en el mar y meridiano
que arropa un sastre el rubor de las estrellas
y es verso de querellas en el rubor mediano
el rojo pabellón de un cielo de centellas...
Asido en el velamen que obtura una rosa
a disminuir el soplo que es decoro a su cuidado
y es sombra y senectud, de lado a lado
masiva desnudez que encierra, perezosa.
Lánguida y tan roja como púrpura letrado
de su guirnalda asoma sutil falda,
que añora en la esbeltez, rugir a enamorado.
Añora desnudez, primavera en minifalda
que esculpe a mis ojos la tarea, que me escalda
y suma en el amor la distancia a lo pasado.
IV
Irrumpe en el albor la constancia hacia mi beso
cual suma de embeleso, que la noche no separa,
y es alba el manantial que la luna no acapara
la fruición de mi desierto que bebe el aderezo...
Cual bóveda celeste que agrupa las estrellas
decidiendo del verano la pasión de tus guirnaldas
y asoma en el albor tu desnudo, tus centellas
que disgrega la efusión con saladas esmeraldas...
Y el océano prohíbe, mas la fuente aún te süeña
cual peñasco en una flor, más aún, más se despeña
y el alba te atesora cual la flor más apreciada...
Y veo en el albor, la sonrisa de mi dueña
y sueño con besar la mano enamorada
que fragua en el cristal la luna destemplada...
Sonetos (De efusión nocturna)
I
Aloca un sueño, clara pasión cede,
robusta nimiedad, claroscuro del poeta
inmerso en la pasión de una saeta
que disgrega y ala la loca que persüade...
Asunción del declame amoroso y sostenido
en el vals perpetüado de la noche
cual distancia efusiva y como un broche
en letanía de un zorzal aclimatado...
Vago estertor de sofismas y aclarados
párpados que ciegan la vista, ofrecen brumas,
la distancia al matiz, oros celados
Aquietan tu rubor enamorados
y se evaden la sorpresa cuando tomas
la vespertina unción, rosas consumas...
II
Y en el distante elipse puebla un astro
que se acuna hacia lo nuevo, hacia lo diestro
de la distinta pasión, hacia lo nuestro
claro clavel que ïnficiona, es alabastro...
Volumen de cristal, de mudo aroma
vano cristal de claro, de amarillo
de sostenida ave, de carcoma
en el mundano cielo leve, brillo.
Distante luna, y hora ciega entre las horas
sumido hallazgo cede y nutre rosas
del galardón sumiso de las cosas...
Anieva su frágil diapasón entre las sombras
nevado claustro de piedad, cual de entre el musgo,
aciago resplandor se niega, flor del sesgo.
III
Aleve llanto da, copihue, oro violáceo
distinta áurea dé, pasiva, sobre el estro
campana mineral hacia lo vuestro
sostenida aurora, miel, claro deseo...
Añora su fulgor cual raro estigma
florece entre las gemas, diurno, biselado
el solo vaivén del claro, enamorado
aseada voluntad, que cierne, que es enigma...
Núcleo de un verano que ahonda en la maleza
palmeras, cocos, y frutas, la sandía
que pide en el cristal la luna, orfebrería.
Sosiego de la lluvia y real aroma pesa
sobre el sesgo del fluvial que te pendía
la lluvia y el cristal al cielo sol sería.
IV
Raro roble puede mugir cual estrechez
de la paloma y el aroma de la niebla,
que a su gemido el ala se despuebla
vigas y leña en el tordo sombra es.
Gallarda asoma desde el cielo su bandera
de distinta efusión, claro latido
del perfume del silencio, aroma permitido
manzana entre la luna, y luna en la pradera...
Cual desvestida pasión, cual cumbre, cual efímera
respuesta de las alas blancas a su sien,
de su verano, asoman entre frutos...
Desde el velamen que puebla la sincera
alusión del clamor de mi desdén
a la sombra inmortal, clara, de los lutos.
Sonetos a Florencia
I
Ojos como los tuyos no he de verlos
porque el sueño me regala la luna, las centellas,
poder mirarte y escalar a tus estrellas
Resplandor que ciega brumas, admirarlos!
Creciente luna se disipa en mi semblante
cual noche ciega la más oscura estrella
de mi púrpura candor tu rosa bella!
Admiro rasgos que profesan un diamante.
Sin fin de luces, y dulzuras al instante
tu rostro bello que elucubra a la mirada
mi ciega huida, mi noche, mi guitarra…
Candente cielo que promete y que levante
de la tierra, el rubor, mi enamorada
que besa el alba, y ora: el cielo amarra!
II
De destilar el océano, la bruma
desde que el mar tu carbunclo consuma,
aciagos versos incorporan tu vertiente
latidos de mi sal, pálpito sonriente…
De ver nacer tu sonrisa encandilada
por aquellas estrellas que deslumbran a tus ojos
y en el ciego resplandor de mis despojos
mi saña que describe purpurada
la ciega luz que acaece mi mirada,
y el santo rubor que completa tu hermosura;
añade rosas al jardín de una explanada.
Y entre mis sueños, mi letargo no clausura:
tu Rosa es bella, candor de enamorada,
gentil sosiego, evade desmesura…
III
Puede mi Sol deslumbrar mi fortaleza
de un ciego rasgo, que es virtud a mis embargos
y sólo en ello me adelanto en la maleza
a rescatar tu fuego, que niega los amargos
Soles que pronuncian el desvelo solitario
de un mar que ciega lo púrpura, lo diestro
y es nueva luz el perfume de lo vuestro,
que sólo ruge en el candil de mi poemario.
Y alaba dulce el jabón que perdura en la marea
del desatino de lavar púrpura rosa
que en el gemido vuestra hermosa
Paloma que sonríe y que desvelada sea
a su redil, ciega, amorosa
añora luz en el gemido de tu rosa…
IV
Herido de admirar lo inalcanzable,
en la justa entonación de la belleza
al admirar de tu porte razonable
la mirada que acompaña la certeza
al corazón, que hace lo imposible
por quedar en tu lugar, entre tu fruto
y sólido estallar a lo invencible,
al ver nacer el alba que disfruto.
Por más que ciego ande entre la sombra
tu aroma cede a mis labios la osadía
de ver nacer la flor que es flor de un día
Y a tu semblante mi oscuridad, en la penumbra
aciaga vista cede en el murmullo de la obra,
tu voz puebla el manantial que me vestía.
V
A tu inocencia llegue mi bondad
de ver las luces claras, la mitad
de un cielo afable, mi ciudad
de un oro tenue que responda claridad.
A tu rubor no llegue aún mi beso
cual claridad que distingue una paloma,
en el oriente vuele ó resuma
candente flor que atañe tu embeleso.
No niegues que aún la sombra te rinde el homenaje
de ver teñida forma el sutil claro de plata
que en el súbito dolor, alba escarlata
Encuentra para ti, la lluvia, la frescura
de un ciego ardor que moldea mi figura
a un solo beso, que en tu mejilla da hospedaje.
VI
Alba bermeja que sucumbe y que no aflora
si no en la flor que resguarda y que atesora
tu luz magenta, violeta y ruiseñora
albor que paga los ojos con la aurora.
Ventana abierta a tu goce, tu esplendor
cual súbita realeza fortalece al Señor
en tu mirada ajena a mi voz de ruiseñor
ó sólo el alba que profesa tu amor.
Gallarda aún bebe del sigilo del amor
tus pasos leves, por la aurora del dolor
de ver las penas y las lágrimas que aún son,
Palabras quedas que se ciegan con tesón
al inmortal júbilo que embellece tu dulzura,
ausente quedo, empapado en mi locura.
VII
La noche esparce un rubor de estrellas
que acompaña el candil, la nemorosa
del alba queda, la sombra y las centellas
de asir la noche, tu cabellera hermosa.
Destilado licor que embriaga los adentros
de un corazón, que apenas, murmura en el letargo
de un solo frenesí, un mar amargo
que solo pena, en la ruina con sus plectros.
Adelanta la pasión el redil de aquella rosa
que en juventud no espera letanías
de ver mi mar y gemir las lejanías
De ser un rubor que explora sutil cosa
adentrándose a un cielo, que es prohibido
ó sólo un ciego soy, sin alma y embaído.
VIII
Mis alas pueden volar hasta tu cielo
mis alas pueden volar hasta tu pelo
y aún sentir del claroscuro del pañuelo
el alba claridad que acopia el terciopelo.
A ti navegue mis ansias, una rosa.
A ti despegue el numen que aún te baña
el cielo llegue, mansamente te restaña
y en mirada quede, el verso de mi prosa.
A tu redil consuele, mi alma, sin embargo
a tu sutil candela, que luce la mirada
de un frenesí que baña el púrpura que amago…
Y en mi boca quede, como pan amargo
la sola desnudez que abriga último trago
ser tu manantial, rosa última, besada.
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