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por Cadencia de Primavera
Soltando las hebras de tus cabellos endrinos
junto al viento, devanados por la sombra,
hélices de ardor envuelven oportunos caminos
que la noche no pregunta, a las albas que alumbra…
Bello trance que ciega tu fluidez en el deparo
de la belleza rutilante, a tu nombre de fuego,
junto a la luna que apaga la noche, reparo
que vuelve a tus ojos, estrellas de rüego…
En la mañana el brío endulza el amigo del habla,
torcaza perdida en tus pechos, fugada palabra
duendes de plata, alicaída fortuna que labra,
junto a tu silencio la mojada sombra que nubla
tu contorno sudado, la perdiz de tu boca:
herida en el robo de un soplo vespertino,
hacia la delgada fluidez de encontrado camino
va tu nombre al acecho, desorbitando la roca…
Encontré en tu figura la noche, de esta Primavera,
durmiente sombra de lengua primera,
encendiendo la bruma, aletargando el ocaso,
de tu nombre preciso el sonido, pero vuelo descalzo…
De risas enciende tu pelo, aquel verano traído
por entenebrecer tu espalda, roído de luna
y estrellas, que besan tu labio movido
aquélla fuga del habla, que enciende tu fauna…
De noches va tu habla perdida en regreso
sostenida en la fuga mi brío descuella,
aquélla sombra dormida en el cisne de mi bella,
crispando el matiz de la rosa que roba tu beso…
Perdida, Oh, perdida, encuentro mi lira
desnuda se retira, por el camino del verso,
y adviene carbunclo vestido de agua que admira
el reflejo del agua, murmullo disperso…
La primavera es eso que nace en tus labios, gaviota
haciendo fruto tu risa, y labios tu verso,
sobre la espuma del ébano admonitorio y fragante
encendida de lunas, distante,
proclama, asida ya de la noche, tu diamante corona
la noche del habla, y la risa perdona
gemidos tu claro embeleso de cuna,
soñando tu cuello, delgada paloma…
Vuelve, vuelve a tu cadencia oscura,
traje nocturno, vestido, dulzura…
Soltando las hebras de tus cabellos endrinos
junto al viento, devanados por la sombra,
hélices de ardor envuelven oportunos caminos
que la noche no pregunta, a las albas que alumbra…
Bello trance que ciega tu fluidez en el deparo
de la belleza rutilante, a tu nombre de fuego,
junto a la luna que apaga la noche, reparo
que vuelve a tus ojos, estrellas de rüego…
En la mañana el brío endulza el amigo del habla,
torcaza perdida en tus pechos, fugada palabra
duendes de plata, alicaída fortuna que labra,
junto a tu silencio la mojada sombra que nubla
tu contorno sudado, la perdiz de tu boca:
herida en el robo de un soplo vespertino,
hacia la delgada fluidez de encontrado camino
va tu nombre al acecho, desorbitando la roca…
Encontré en tu figura la noche, de esta Primavera,
durmiente sombra de lengua primera,
encendiendo la bruma, aletargando el ocaso,
de tu nombre preciso el sonido, pero vuelo descalzo…
De risas enciende tu pelo, aquel verano traído
por entenebrecer tu espalda, roído de luna
y estrellas, que besan tu labio movido
aquélla fuga del habla, que enciende tu fauna…
De noches va tu habla perdida en regreso
sostenida en la fuga mi brío descuella,
aquélla sombra dormida en el cisne de mi bella,
crispando el matiz de la rosa que roba tu beso…
Perdida, Oh, perdida, encuentro mi lira
desnuda se retira, por el camino del verso,
y adviene carbunclo vestido de agua que admira
el reflejo del agua, murmullo disperso…
La primavera es eso que nace en tus labios, gaviota
haciendo fruto tu risa, y labios tu verso,
sobre la espuma del ébano admonitorio y fragante
encendida de lunas, distante,
proclama, asida ya de la noche, tu diamante corona
la noche del habla, y la risa perdona
gemidos tu claro embeleso de cuna,
soñando tu cuello, delgada paloma…
Vuelve, vuelve a tu cadencia oscura,
traje nocturno, vestido, dulzura…
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