O el rumor de las mareas
Cuando me di cuenta de que ni yo mismo me leía,
pensé ya no escribir, pensé en seguir de largo
y allí donde faltara una palabra
sencillamente echar una moneda a los mendigos,
sencillamente hacer como quien mira hacia otro lado
o simplemente atravesar como quien ya no quiere más problemas.
También cuenta me di de que no importa,
que todos igual van por mil senderos,
muriéndose, vertiéndose, llamando,
sin nunca tener tiempo para hallarse,
sin nunca ver más sol que el de sus cielos
y no el del corazón que lo sostiene.
Caminan, caminamos, ya no somos
sino lo que nos da la luz del día,
apenas un seguir, porque parece
que allá, lejos, habrá alguna respuesta.
Y en muchos ni es por eso que se mueven,
es la inercia estelar de los abismos,
un flujo en que caer es de igual monta
que hasta el final seguir sin darnos cuenta.
Qué más decir o hacer, qué más contarles,
si esto ya estaba escrito en las cavernas,
que un día desdichado acabarías
por no saber de nada ni de nadie,
por sólo palpitar como la estrella,
que, ya se sabe, puede estar bien muerta desde siglos.
Entonces hoy no sé si estas palabras
son mías o el rumor de las mareas,
son útiles o van como la espina
apenas sosteniendo el sangramiento de la rosa.
No sé si por no ver lo que sucede simplemente
o por creer aún que algo hay allá hacia donde vamos,
el caso es que aún sabiendo lo que ignoro,
decido aún marchar, o es quizá el viento el que me empuja.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
23 11 14
Cuando me di cuenta de que ni yo mismo me leía,
pensé ya no escribir, pensé en seguir de largo
y allí donde faltara una palabra
sencillamente echar una moneda a los mendigos,
sencillamente hacer como quien mira hacia otro lado
o simplemente atravesar como quien ya no quiere más problemas.
También cuenta me di de que no importa,
que todos igual van por mil senderos,
muriéndose, vertiéndose, llamando,
sin nunca tener tiempo para hallarse,
sin nunca ver más sol que el de sus cielos
y no el del corazón que lo sostiene.
Caminan, caminamos, ya no somos
sino lo que nos da la luz del día,
apenas un seguir, porque parece
que allá, lejos, habrá alguna respuesta.
Y en muchos ni es por eso que se mueven,
es la inercia estelar de los abismos,
un flujo en que caer es de igual monta
que hasta el final seguir sin darnos cuenta.
Qué más decir o hacer, qué más contarles,
si esto ya estaba escrito en las cavernas,
que un día desdichado acabarías
por no saber de nada ni de nadie,
por sólo palpitar como la estrella,
que, ya se sabe, puede estar bien muerta desde siglos.
Entonces hoy no sé si estas palabras
son mías o el rumor de las mareas,
son útiles o van como la espina
apenas sosteniendo el sangramiento de la rosa.
No sé si por no ver lo que sucede simplemente
o por creer aún que algo hay allá hacia donde vamos,
el caso es que aún sabiendo lo que ignoro,
decido aún marchar, o es quizá el viento el que me empuja.
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