Hecho noche sobre el alba enamorada
cuando dejas de sentir la mirada de tu cuerpo
y en el silencio de tus pasos, la alborada
retira los sobres que quedaron en lamentos.
Bajo tu centella, la luz de aquellas sombras es igual a la mañana
y la brizna de tu suspirar
es el asombro que acongoja
mi semblante,
a sentir la algarabía de un instante
hecho sombra
hecho diamante.
Pude sentir la brisa del verano
entre las luces del oro de la noche
que entre tus pasos, mientras te alejabas
no el murmullo de las sábanas dejabas.
Tan desigual eran mis suspiros
que al abalanzarme sobre el tiempo
mis recónditos muros fueron el silencio
la mano de un gigante
estremecía mis alientos.
Tus pasos fueron lejos
entre las esquinas de los árboles sombríos
y adónde te llevaba el viento, adónde?
Supe que era mar que acontecía
las últimas palabras de mi hombría
ó el rebaño que murmuraba hacia mi ruina.
II
Lentas flores engarzaban su amistoso néctar
como gozaba el aire su perfume y su silencio
hasta desvestir mi calma
dentro de mi pecho
y acicalar mis horas,
cuales nacimientos.
Oro no era el sol, resplandeciente
y de tu bello manantial
tu lisa fuente era el cristal que huellas daba
a mimetizarse entre las dunas que lloraba
como el viento hecho dueño y león
de mi explanada.
Arroba un claustro el salir entre las hierbas
la sola senectud que invade mis murallas
cual piedras que en su ahínco son fresas imitadas
y entre la lumbre de mi sol
miles de soles son, miles de alas.
III
Acierta tu mano acariciando mi bandera,
la piel de mi pecho y el rastro de una selva
que soñada era silencio entre tus venas
y mirada era la atenta cabizbaja, prisionera.
Prisionera de mis alas, y mi encierro la paloma
arriaba espuma y la voz en el desierto
que esparcía la noche otra vez, la lenta altura…
Y tus voces eran coronadas de crepúsculo
cuando el viento encendía las cerillas
que tu piel y tu cuerpo, en maravillas
trincaba de amor los solos vientos.
Tal vez no era la noche, tal vez, nunca fue el río
fue el lamento obstinado del estío
donde la fragancia de tu cuerpo encadenado
a mis suspiros quedaba. No la noche. Sí el silencio.
Y la palabra cual versátil bruma en la hojarasca se dormía
cual plectro soñador de mi guitarra
que en la luna de cristal no se escondiera
ésta vez, el poeta entre tus manos…
…Entre los patios desiertos de mi alma
la noche era sutil y cantos de mi canto!
Tan breve fue desde el alba al desencanto
el vuelo en la bandurria, sano encanto!
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