Mi querida Luna, quiero tu ternura,
sé que las penumbras del espacio
ocultan tu belleza misteriosa,
pero mi amor es inmenso como los astros.
Qué sería de las noches en tu ausencia
mis pasos solitarios quedarían en el olvido
mas tu luz besa mi rostro cada día
devolviéndome los sueños y dibujándome una sonrisa.
Las llamas siguen prendidas por tu amor,
sigo recordando el abrazo que tuvimos,
haciendo oscurecer el cielo de los mundos
y mirándonos amorosamente desde lejos.
Un abrazo que circunda nuestras almas
fulgor de esperanzas y nuevos amaneceres
sublimes los tiempos milenarios
que con sabiduría planearon nuestro encuentro.
A pesar que estamos a millones de años luz,
te hablo y escuchas la humildad de mi voz,
queriendo acercarme poco a poco a tus ojos,
sabiendo que mi soledad no es mi cruz.
Besas mis orillas en cada alborada
Acaricio tu ancha frente al atardecer
No hay soledad cuando iluminas mi camino
Nuestro destino es contemplarnos una eternidad.
Claudia Zárate- Fernando Liendro
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