La carta del portador
Soy la ficha tres mil cien,
control cada cuatro meses,
indetectable a reveses,
las defensas por crecer.
¿Cómo pudo suceder?
Bien lo sé, como a cualquiera,
mi suerte no es la primera
que se tuerce sin quebrarse,
quien de mi quiera apartarse
no me ofende ni me altera.
Con tres pastillas al día
y hemograma pre control,
como siempre yo amo el sol,
la verdad y la alegría.
Yo te doy mi compañía
pues sé que sufres igual,
si no de este de otro mal
en un mundo de egoísmo,
toma mi mano en tu abismo,
que en el mío hay un sitial.
Tengo sida, tengo historia,
razones para vivir
y alta la frente al decir
que no basta la memoria.
Hace falta una victoria
de la verdad, del amor,
por cada nombre una flor
por cada muerto un consuelo,
y a cada hermano en su anhelo
la luz de un día mejor.
Por suerte ya menos muere
la raza humana de sida,
sí en las guerras, sí en la batida
de la miseria que hiere.
¿Qué cura hallar que libere
del hombre tanta esperanza,
del dolor la contradanza,
del amor la gran promesa
de a todos darnos por mesa
la paz, la luz, la confianza?
Finalmente lo recuerdo,
tengo sida, mas no importa,
si la vida es larga o corta,
siempre es una bienvenida.
Que ningún virus decida
por tu cuerpo, por tu sueño
mi abrazo también es leño
para alumbrar el camino,
mi cura está en mi destino,
mi beso está con tu empeño.
15 09 10
Soy la ficha tres mil cien,
control cada cuatro meses,
indetectable a reveses,
las defensas por crecer.
¿Cómo pudo suceder?
Bien lo sé, como a cualquiera,
mi suerte no es la primera
que se tuerce sin quebrarse,
quien de mi quiera apartarse
no me ofende ni me altera.
Con tres pastillas al día
y hemograma pre control,
como siempre yo amo el sol,
la verdad y la alegría.
Yo te doy mi compañía
pues sé que sufres igual,
si no de este de otro mal
en un mundo de egoísmo,
toma mi mano en tu abismo,
que en el mío hay un sitial.
Tengo sida, tengo historia,
razones para vivir
y alta la frente al decir
que no basta la memoria.
Hace falta una victoria
de la verdad, del amor,
por cada nombre una flor
por cada muerto un consuelo,
y a cada hermano en su anhelo
la luz de un día mejor.
Por suerte ya menos muere
la raza humana de sida,
sí en las guerras, sí en la batida
de la miseria que hiere.
¿Qué cura hallar que libere
del hombre tanta esperanza,
del dolor la contradanza,
del amor la gran promesa
de a todos darnos por mesa
la paz, la luz, la confianza?
Finalmente lo recuerdo,
tengo sida, mas no importa,
si la vida es larga o corta,
siempre es una bienvenida.
Que ningún virus decida
por tu cuerpo, por tu sueño
mi abrazo también es leño
para alumbrar el camino,
mi cura está en mi destino,
mi beso está con tu empeño.
15 09 10
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