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por Nestor Sáb Feb 26, 2011 8:42 pmNo existe un puto agujero en el cual sea recibida con gusto. No existe persona en el planeta que no sienta su pecho hacerse un nudo con solo nombrarla; y vaya peso que carga en sus espaldas con semejante reputación.
Ocurrió un día como cualquier otro que caminando por el barrio de Barracas (porque ese es el barrio que la vio nacer) La soledad se detuvo frente a un espejo roto, apoyado contra la pared cargada de años e historia de una callejuela lóbrega y desolada.
-Nunca fui buena para las cronologías- le dijo la soledad a su propio reflejo.
Y continuó su soliloquio como si realmente estuviera compartiendo la charla con alguien más.
- Nunca fui buena para las cronologías- repitió. – Por lo tanto no recuerdo cuando fue exactamente que me quedé sola-. Y dirigiendo una mirada de nostalgia a su reflejo, la mueca del que recuerda se le incrusto en el rostro macilento:
-En tiempos mejores solía ser yo quien ayudaba a los hombres a descubrirse tal cual eran; sin prolegómenos ni embustes, sin rodeos ni falsos escrúpulos. Los hombres decían que yo era una virtud, que quien conseguía un vinculo conmigo conseguía alcanzar su pedacito de Verdad, podría lograr estar al menos un centímetro mas cerca de su tan esperada Evolución.
-Aquellos hombres empezaron a desaparecer, sabes?- Le decía a su reflejo, ahora con un pequeño quiebre en su tono de voz.
-Entonces fue que todo comenzó a joderse.
Los malos rumores comenzaron a surgir cada vez con más fuerza y las nuevas generaciones comenzaron a interpretar todo al revés-. Su mirada intentaba deducir, inmiscuirse en su propia mirada, intentando descifrar que era lo que veía ella en ella misma.
-Mientras que el hombre de antaño decía que yo lo ayudaba a crecer, el hombre contemporáneo decía que yo era una mochila inútil, que había que descartar.
-Imaginate lo que sentí cuando aquel hipócrita y vanidoso, al que todos llaman dios proclamó; más bien escupió a los cuatro vientos: “No es bueno que el hombre esté solo”. –Como crees que me sentí?- El gesto de compunción en esta instancia era lisa y llanamente triste; triste de presenciar.
-Como me explicas entonces- dijo a su reflejo esta vez con una mirada que echaba fuego. –Como explicas entonces que haya tanta gente que se sienta sola, aun compartiendo su cama con otra persona?-
-No tenes respuestas verdad?, pues yo tampoco. Me cuesta mucho trabajo y estoy realmente agotada, ya no encuentro motivos para continuar siendo Soledad; me resulta absurdo, me doy vergüenza; no vale la pena si ya nadie entiende cual era realmente mi función. Tergiversaron mi nombre, lo mal asociaron, lo mancharon con frases tales como: “Me siento solo” cuando estaban queriendo decir que se encontraban concretamente desamparados.
O “la soledad me hace mal” cuando en realidad lo que deberían decir es: “Enfrentarme conmigo mismo, con esto que no quiero ser, me hace mal”
-No entendieron nada sabes, nada de nada. Pero no les guardo rencor; porque siendo sinceros ellos eligieron escaparse. Ellos creyeron escaparse de mí, cuando en realidad viven huyendo de ellos mismos. Intentan huir de su propio lodo y no comprenden que ahí es donde están jodidos. No comprenden que yo no soy el problema; el problema es Ellos tratando de no verse cara a cara, frente a frente con su condición de humanos (que acá entre nos, es una de las condiciones mas complicadas de la existencia).
-Cuando el Hombre actual eligió hacerme a un lado de su vida, me devastó en mi autoestima y sin embargo quien está pagando semejante decisión es el Hombre mismo-.
-No tengo mucho mas que esperar en esta tierra mustia; solo me queda anhelar que algún día el Hombre vuelva a mirarse, que deje de temerle a su propia mugre.
Me queda la esperanza de verlos nuevamente llamar a mi puerta, me queda la esperanza piojosa, que decían los viejos, es lo último que se pierde.
La soledad le dio una larga y desdeñosa mirada a su reflejo; tomo un trago del vino que es el compañero mas cordial de sus últimos años; y comenzó nuevamente a patear las calles de Barracas buscando algún buen amigo o algún viejo bar para ahogar las penas.
Ocurrió un día como cualquier otro que caminando por el barrio de Barracas (porque ese es el barrio que la vio nacer) La soledad se detuvo frente a un espejo roto, apoyado contra la pared cargada de años e historia de una callejuela lóbrega y desolada.
-Nunca fui buena para las cronologías- le dijo la soledad a su propio reflejo.
Y continuó su soliloquio como si realmente estuviera compartiendo la charla con alguien más.
- Nunca fui buena para las cronologías- repitió. – Por lo tanto no recuerdo cuando fue exactamente que me quedé sola-. Y dirigiendo una mirada de nostalgia a su reflejo, la mueca del que recuerda se le incrusto en el rostro macilento:
-En tiempos mejores solía ser yo quien ayudaba a los hombres a descubrirse tal cual eran; sin prolegómenos ni embustes, sin rodeos ni falsos escrúpulos. Los hombres decían que yo era una virtud, que quien conseguía un vinculo conmigo conseguía alcanzar su pedacito de Verdad, podría lograr estar al menos un centímetro mas cerca de su tan esperada Evolución.
-Aquellos hombres empezaron a desaparecer, sabes?- Le decía a su reflejo, ahora con un pequeño quiebre en su tono de voz.
-Entonces fue que todo comenzó a joderse.
Los malos rumores comenzaron a surgir cada vez con más fuerza y las nuevas generaciones comenzaron a interpretar todo al revés-. Su mirada intentaba deducir, inmiscuirse en su propia mirada, intentando descifrar que era lo que veía ella en ella misma.
-Mientras que el hombre de antaño decía que yo lo ayudaba a crecer, el hombre contemporáneo decía que yo era una mochila inútil, que había que descartar.
-Imaginate lo que sentí cuando aquel hipócrita y vanidoso, al que todos llaman dios proclamó; más bien escupió a los cuatro vientos: “No es bueno que el hombre esté solo”. –Como crees que me sentí?- El gesto de compunción en esta instancia era lisa y llanamente triste; triste de presenciar.
-Como me explicas entonces- dijo a su reflejo esta vez con una mirada que echaba fuego. –Como explicas entonces que haya tanta gente que se sienta sola, aun compartiendo su cama con otra persona?-
-No tenes respuestas verdad?, pues yo tampoco. Me cuesta mucho trabajo y estoy realmente agotada, ya no encuentro motivos para continuar siendo Soledad; me resulta absurdo, me doy vergüenza; no vale la pena si ya nadie entiende cual era realmente mi función. Tergiversaron mi nombre, lo mal asociaron, lo mancharon con frases tales como: “Me siento solo” cuando estaban queriendo decir que se encontraban concretamente desamparados.
O “la soledad me hace mal” cuando en realidad lo que deberían decir es: “Enfrentarme conmigo mismo, con esto que no quiero ser, me hace mal”
-No entendieron nada sabes, nada de nada. Pero no les guardo rencor; porque siendo sinceros ellos eligieron escaparse. Ellos creyeron escaparse de mí, cuando en realidad viven huyendo de ellos mismos. Intentan huir de su propio lodo y no comprenden que ahí es donde están jodidos. No comprenden que yo no soy el problema; el problema es Ellos tratando de no verse cara a cara, frente a frente con su condición de humanos (que acá entre nos, es una de las condiciones mas complicadas de la existencia).
-Cuando el Hombre actual eligió hacerme a un lado de su vida, me devastó en mi autoestima y sin embargo quien está pagando semejante decisión es el Hombre mismo-.
-No tengo mucho mas que esperar en esta tierra mustia; solo me queda anhelar que algún día el Hombre vuelva a mirarse, que deje de temerle a su propia mugre.
Me queda la esperanza de verlos nuevamente llamar a mi puerta, me queda la esperanza piojosa, que decían los viejos, es lo último que se pierde.
La soledad le dio una larga y desdeñosa mirada a su reflejo; tomo un trago del vino que es el compañero mas cordial de sus últimos años; y comenzó nuevamente a patear las calles de Barracas buscando algún buen amigo o algún viejo bar para ahogar las penas.
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