Venimos hablando de una serie de estrofas de rima consonante, y vamos a terminar esta serie con dos clases de estrofa con número indeterminado de versos, y que son la Silva y la Estancia.
SILVA:
Serie indeterminada de versos heptasílabos y endecasílabos con rima consonante a gusto del poeta (a veces la rima puede ser vocálica y aún con algún o algunos versos libres).
Veamos este ejemplo de Rodrigo Caro (1573-1647, poeta, historiador, arqueólogo, abogado eclesiástico, censor de libros y sacerdote. Tuvo una importante biblioteca de clásicos, y un museo:
Este despedazo anfiteatro,
impio* honor de los dioses, cuya afrenta
publica el amarillo saramago,
ya reducido a trágico teatro,
¡Oh fábula del tiempo!, representa
cuánta fue su grandeza y es su estrago.
¿Cómo en el cerco vago
de su desierta arena
el gran pueblo no suena?
¿Dónde, pues, fieras hay, está el desnudo
luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Todo despareció** cambió la suerte
voces alegres en silencio mudo;
mas aun el tiempo da en estos despojos
espectáculos fieros a los ojos,
y miran tan confuso lo presente
que voces de dolor el alma siente.
* No, no, no; no hay error de acentuación. Esta es una de las licencias que se permite al poeta: la medida de los versos obliga a pronunciar la palabra como llana, o sea impio y no impío.
** Tampoco hay error de transcripción. En este caso, el poeta escribe "despareció" en lugar de "desapareció", para no sobrepasar la medida que correspondería (11 sílabas métricas).
ESTANCIA:
Es la Silva, pero en este caso los veros heptasílabos y endecasílabos, se agrupan con una cierta regularidad en la distribución y en la rima. Que se repiten ciertos esquemas. Ej. de Garcilaso de la Vega.
Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanza ves estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
en la tercera rueda
contigo mano a mano
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
donde descanse, y simpre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte?
Nunca pusieran fin al triste lloro
los pastores, ni fueran acabadas
las canciones que sólo el monte oía,
si, mirando las nubes coloradas,
al trasmontar del sol bordadas de oro,
no vieran que era ya pasado el día.
La sombra se veía
venir corriendo apriesa
ya por la falda espesa
del altísimo monte, y recordando
ambos como de sueño, y acabando
el fugitivo sol, de luz escaso,
su ganado llevando,
se fueron recogiendo paso a paso.
SILVA:
Serie indeterminada de versos heptasílabos y endecasílabos con rima consonante a gusto del poeta (a veces la rima puede ser vocálica y aún con algún o algunos versos libres).
Veamos este ejemplo de Rodrigo Caro (1573-1647, poeta, historiador, arqueólogo, abogado eclesiástico, censor de libros y sacerdote. Tuvo una importante biblioteca de clásicos, y un museo:
Este despedazo anfiteatro,
impio* honor de los dioses, cuya afrenta
publica el amarillo saramago,
ya reducido a trágico teatro,
¡Oh fábula del tiempo!, representa
cuánta fue su grandeza y es su estrago.
¿Cómo en el cerco vago
de su desierta arena
el gran pueblo no suena?
¿Dónde, pues, fieras hay, está el desnudo
luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Todo despareció** cambió la suerte
voces alegres en silencio mudo;
mas aun el tiempo da en estos despojos
espectáculos fieros a los ojos,
y miran tan confuso lo presente
que voces de dolor el alma siente.
* No, no, no; no hay error de acentuación. Esta es una de las licencias que se permite al poeta: la medida de los versos obliga a pronunciar la palabra como llana, o sea impio y no impío.
** Tampoco hay error de transcripción. En este caso, el poeta escribe "despareció" en lugar de "desapareció", para no sobrepasar la medida que correspondería (11 sílabas métricas).
ESTANCIA:
Es la Silva, pero en este caso los veros heptasílabos y endecasílabos, se agrupan con una cierta regularidad en la distribución y en la rima. Que se repiten ciertos esquemas. Ej. de Garcilaso de la Vega.
Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanza ves estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
en la tercera rueda
contigo mano a mano
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
donde descanse, y simpre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte?
Nunca pusieran fin al triste lloro
los pastores, ni fueran acabadas
las canciones que sólo el monte oía,
si, mirando las nubes coloradas,
al trasmontar del sol bordadas de oro,
no vieran que era ya pasado el día.
La sombra se veía
venir corriendo apriesa
ya por la falda espesa
del altísimo monte, y recordando
ambos como de sueño, y acabando
el fugitivo sol, de luz escaso,
su ganado llevando,
se fueron recogiendo paso a paso.
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