Cuando caía la tarde, sentado sobre una roca, comencé a sentir frío y volví a la realidad, vagaba en los laberintos de los recuerdos y sueños, que en mi mente se repiten día a día sin cesar, quizás ya la cordura me abandonó hace ya tiempo,
o estoy volviéndome loco poco a poco sin remedio.
Una caña de pescar en mi mano adormecida, me contó sobre el motivo de encontrarme junto al mar, allí comenzó mi viaje por los caminos ocultos, de sueños y realidades que se confunden a veces.
Recordaba los momentos más felices de mi vida, lo que fue, lo que he inventado y lo que pudo pasar, busque por los "si pudiera", los "hubiese" y " los Debiera" y no sé si no he mezclado fantasía y realidad.
Junté mis artes de pesca y caminando por la arena, maldije el tiempo perdido, siempre mirando el ayer, en estas mismas rutinas siempre planeaba el futuro, con la sonrisa en los labios, con el amor en la piel, en esos jóvenes años jamás pensé en estar solo, no cabía en mi cabeza ni siquiera imaginar, que la muerte traicionera me la podría quitar.
Sobre ésta arena sus huellas junto a las mías estaban, y en esas aguas desnudos, solíamos retozar, tejimos sueños, amamos, vivimos y hasta creamos, hasta que un día el destino me enterró en la soledad.
Ella se fue dejándome este vacío en el pecho, con los sueños que empezaban en las manos a brotar, se marchitaron de pronto sin llegar a madurar, un día como cualquiera, cuando caía la tarde.
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o estoy volviéndome loco poco a poco sin remedio.
Una caña de pescar en mi mano adormecida, me contó sobre el motivo de encontrarme junto al mar, allí comenzó mi viaje por los caminos ocultos, de sueños y realidades que se confunden a veces.
Recordaba los momentos más felices de mi vida, lo que fue, lo que he inventado y lo que pudo pasar, busque por los "si pudiera", los "hubiese" y " los Debiera" y no sé si no he mezclado fantasía y realidad.
Junté mis artes de pesca y caminando por la arena, maldije el tiempo perdido, siempre mirando el ayer, en estas mismas rutinas siempre planeaba el futuro, con la sonrisa en los labios, con el amor en la piel, en esos jóvenes años jamás pensé en estar solo, no cabía en mi cabeza ni siquiera imaginar, que la muerte traicionera me la podría quitar.
Sobre ésta arena sus huellas junto a las mías estaban, y en esas aguas desnudos, solíamos retozar, tejimos sueños, amamos, vivimos y hasta creamos, hasta que un día el destino me enterró en la soledad.
Ella se fue dejándome este vacío en el pecho, con los sueños que empezaban en las manos a brotar, se marchitaron de pronto sin llegar a madurar, un día como cualquiera, cuando caía la tarde.
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