Arribamos la sangre perfumada
de aquellos sauces que se reclinan con el viento,
y en las mañanas de tu orilla acostumbrada,
reclama el albor que le causa mi sustento.
Como en el mar, las espumas y oro casto
y en la diadema de tu astro semirroto,
tus labios besan hasta el magro alabastro
que mis alas de ilusión tuestan al alba.
Oro tan tenue como un vago relincho en la carrera
de un equinoccio que no llega,
anega la distancia nemorosa y púrpura levanta
tus dóciles encantos de espuma amaranta.
Y en el letargo, tu formidable aroma
que causa en el relieve de la sombra,
tu dócil legua de manantial que asombra
la vespertina unción que el pájaro resuma.
Duelo y crisantemo en tu morada
de tubérculos la tierra aprisionada
lejos, el declive de las rosas,
enhebra la pasión en ojales de la sombra.
Silban los astros, contagiosos,
de un universo que expande olas en las sienes
como un albatros que destella y que retienes,
en las bóvedas del mar, y ojos primorosos.
La sombra queda, el alba se hace luna
en esta canción que es como la espuma,
de un silo que en el árbol no se abraza
como un cántico primero, lanza de la bruma.
Mas tus ojos en la noche no descansan,
es estéril el rocío de las sombras
pero al alba en tus ojos brillo alzan
Ojos miran lo que el alba sueña en sombras.
Para vestir del ocaso el firmamento
andábase la luna en un lamento.
de aquellos sauces que se reclinan con el viento,
y en las mañanas de tu orilla acostumbrada,
reclama el albor que le causa mi sustento.
Como en el mar, las espumas y oro casto
y en la diadema de tu astro semirroto,
tus labios besan hasta el magro alabastro
que mis alas de ilusión tuestan al alba.
Oro tan tenue como un vago relincho en la carrera
de un equinoccio que no llega,
anega la distancia nemorosa y púrpura levanta
tus dóciles encantos de espuma amaranta.
Y en el letargo, tu formidable aroma
que causa en el relieve de la sombra,
tu dócil legua de manantial que asombra
la vespertina unción que el pájaro resuma.
Duelo y crisantemo en tu morada
de tubérculos la tierra aprisionada
lejos, el declive de las rosas,
enhebra la pasión en ojales de la sombra.
Silban los astros, contagiosos,
de un universo que expande olas en las sienes
como un albatros que destella y que retienes,
en las bóvedas del mar, y ojos primorosos.
La sombra queda, el alba se hace luna
en esta canción que es como la espuma,
de un silo que en el árbol no se abraza
como un cántico primero, lanza de la bruma.
Mas tus ojos en la noche no descansan,
es estéril el rocío de las sombras
pero al alba en tus ojos brillo alzan
Ojos miran lo que el alba sueña en sombras.
Para vestir del ocaso el firmamento
andábase la luna en un lamento.
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