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por Britez Alejandro Jue Dic 10, 2009 7:29 pmDe mi padre, herede alistarme en cualquier situación,
de mi madre, herede la constante victimización,
de mi padre, aprendí lo que hay entre las piernas de una mujer,
de mi madre, aprendí el amor, y a cuidar a mi modo el edén
De algún tío, aprendí el sentido de la libertad viendo sus rejas,
de mi tía, a no bajar los brazos, recorriendo el camino y sus pruebas,
de alguna prima, he aprendido a dar besos urgentes,
de mis primos, aprendí a compartir, los trapos, entre dientes.
De los amigos aprendí, que la confianza se logra con esfuerzo de años,
de los enemigos aprendí, a perder aquella confianza en cuestión de minutos…
de los profesores he aprendido, a leer, escribir, educación y sumas,
de mis compañeros de escuela, la impaciencia cruel de las agujas…
De mi padre, he aprendido a empujar unas sillas de ruedas,
de mi madre, he aprendido, a cargar en las espaldas con ellas,
de la muerte, he aprendido, que de algunas personas no aprenderé más,
de la vida aprendí, que para escribir poesía, no se necesita de ciertas reglas.
De mis amantes, he aprendido que el colchón no es para dormir,
con el tiempo, me di cuenta, que es mejor dormir, y la mañana compartir,
cuando me despierto, con la sonrisa mas bonita, con la niña mas brillante,
que un genio me concedió, cuando por las noches, pedía un ramo de felicidades…
De la televisión, aprendí a no leer tantos libros por las noches,
de los duelos he aprendido, a ser un poeta de reproches, mal hablado,
de los malos poetas, he aprendido que a un poeta, no lo hace un gran escrito,
ni estudiarse y aplicar en su vocabulario… un grueso diccionario de visor.
Un gran poeta es mas bien, aquel que lleva en sus ojos, brillos de tinta,
que se descargan, en cualquier servilleta de bar, de cantina; Y en la mirada,
la humildad de los grandes, sin apuntar en la falta de ortografía,
y enfocándose, en lo que a la sociedad le quiere enseñar, como artista.
de mi madre, herede la constante victimización,
de mi padre, aprendí lo que hay entre las piernas de una mujer,
de mi madre, aprendí el amor, y a cuidar a mi modo el edén
De algún tío, aprendí el sentido de la libertad viendo sus rejas,
de mi tía, a no bajar los brazos, recorriendo el camino y sus pruebas,
de alguna prima, he aprendido a dar besos urgentes,
de mis primos, aprendí a compartir, los trapos, entre dientes.
De los amigos aprendí, que la confianza se logra con esfuerzo de años,
de los enemigos aprendí, a perder aquella confianza en cuestión de minutos…
de los profesores he aprendido, a leer, escribir, educación y sumas,
de mis compañeros de escuela, la impaciencia cruel de las agujas…
De mi padre, he aprendido a empujar unas sillas de ruedas,
de mi madre, he aprendido, a cargar en las espaldas con ellas,
de la muerte, he aprendido, que de algunas personas no aprenderé más,
de la vida aprendí, que para escribir poesía, no se necesita de ciertas reglas.
De mis amantes, he aprendido que el colchón no es para dormir,
con el tiempo, me di cuenta, que es mejor dormir, y la mañana compartir,
cuando me despierto, con la sonrisa mas bonita, con la niña mas brillante,
que un genio me concedió, cuando por las noches, pedía un ramo de felicidades…
De la televisión, aprendí a no leer tantos libros por las noches,
de los duelos he aprendido, a ser un poeta de reproches, mal hablado,
de los malos poetas, he aprendido que a un poeta, no lo hace un gran escrito,
ni estudiarse y aplicar en su vocabulario… un grueso diccionario de visor.
Un gran poeta es mas bien, aquel que lleva en sus ojos, brillos de tinta,
que se descargan, en cualquier servilleta de bar, de cantina; Y en la mirada,
la humildad de los grandes, sin apuntar en la falta de ortografía,
y enfocándose, en lo que a la sociedad le quiere enseñar, como artista.
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» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
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» Mujer -reclamo tus rosas-
» La huella del amor...
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» Son claveles...