Al fin estamos juntos, amada esposa mía,
al fin entre mis brazos te puedo ya tener,
imaginar no puedes cuánto esperé este día
para que te des cuenta que te voy a querer.
Entrégame tus labios, mi divina ambrosía,
labios de los que nacen tus besos de mujer,
labios que al fin disipan de mi vida sombría
y de mi alma temores para no perecer.
Prendida de mi cuello me entregas tu sonrisa
y a tu grácil figura yo empiezo a acariciar,
cuando tú me sonríes siento una suave brisa
de aquellas vespertinas que vienen de la mar.
Mi mujercita hermosa de figura castiza
en mis brazos te tengo para poderte amar.
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Mariano Bequer.
Maracaibo, 27/07/09
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