¡Es fría y suave la lluvia!...
Solo su andar lo acompaña
adivinando otros lares
tras otras ventanas.
En su rojez se congelan
ardientes humedades.
Le esperan pasos
sin esperas, similares,
apresurados.
Siluetas amadas,
particulares,
memorizadas.
Entrará invisible
en silencioso reproche…
¡Soy yo!... mientras niega la palabra.
¡Aquí estoy!... y los pasos hacia el cuarto.
Cerrará la puerta
y un ronrón tierno
le arrancará una sonrisa.
Como cada noche,
un solitario dedo abrirá una ventana;
y un sol virtual hará de cuenta
que entibia el ambiente.
Apretará en un abrazo de cobijas
la bolsita tierna de hociquito caliente
y tras la puerta cerrada,
la vida de su gente,
y tras los muros de piedra,
mientras camina la vida,
se seguirán cerrando puertas.
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