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por Recaredo Mar Jun 01, 2010 4:52 pm[b]"El Tonto la Llaná"
No tuve mucha suerte en esta vida, y, en la otra que espero... ya veremos...
Porque tengo mis dudas... después que tanta gente me señala... y esta cabeza mía que no cavila... ¡En fin! Que sea lo que Dios quiera. Hoy saldremos de dudas. Hoy dicen que es el día; quizá sea lo mejor. ¡Ya estoy cansado! los tontos nos cansamos también. ¡Maldita sea! - No te dolerá - Me ha dicho el señor cura; y el padre Nicanor no va a engañarme. Él ha sido el único que me ha tratado bien en esta vida. ¡Bueno! Él y doña Esperanza, que esté en gloria...
mira, a lo mejor la veo... Aunque, me parece que no. Según dice el padre Nicanor, y el padre nunca miente, los malos no vamos a la gloria. Y yo he sido malo, muy malo, según dice la gente.
El padre, que es tan bueno, me dice que no pierda la esperanza; que a lo mejor nuestro Señor Dios, en su infinita misericordia se compadece de mí, puesto que aquello fue un volunto del Demonio, que se metió en mi cuerpo y me hizo hacer lo que hice. Claro, así debió ser, pienso yo... ¿Cómo si no, yo que no soy capaz de matar una mosca, iba a matar a un angelito y hacer con ella lo que dicen que hice? ¡Vamos, hombre! Cosas del Demonio, seguro. Como uno es tonto, el maligno tiene más facilidad para hacer lo que quiera con el cuerpo de uno; También me lo decía el padre Nicanor, cuando iba a confesarme: - Tienes que ser fuerte, Casimiro, y no ceder a las tentaciones de la carne, que son obra del Demonio - Yo procuraba hacerle caso, pero el Demonio sabe mucho e insistía para que yo jugara con mi cuerpo hasta que babeaba su inmundicia.
Yo no sabía; por aquel entonces, que las mujeres ayudaban a los hombres a luchar contra las tentaciones del Demonio, hasta que me lo enseñó doña Esperanza, que esté en gloria... ella fue la única mujer que tubo compasión de Casimiro. Nunca se lo he contado al padre Nicanor, tal y como se lo prometí a doña Esperanza.
Ella insistía mucho en esto: - Sobre todo, jamás se te ocurra contarle esto al padre Nicanor. ¿Me oyes Casimiro? Esto no es un pecado tuyo; si no mío, si lo haces yo me enteraría, porque el padre me lo diría y entonces, ya no volvería a lavarte éste cuerpo que tienes de tonto, y no te echaría más agua de colonia entre la pelambrera de tus muslos, ni en la raja de tu culo, y los piojos y las pulgas te comerían vivo- Me decía la pobre, mientras esto hacía conmigo. Yo me sentía con ella muy bien, casi me olvidaba del mundo y de que era tonto; me importaba poco no saber articular bien las palabras, y babear por mi boca que siempre estaba abierta y que parecía dar tanto asco a las demás personas.
El relato continuará; si ustedes lo consideran importante como para eso... Si no aquí lo dejo por terminado. Recaredo.
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No tuve mucha suerte en esta vida, y, en la otra que espero... ya veremos...
Porque tengo mis dudas... después que tanta gente me señala... y esta cabeza mía que no cavila... ¡En fin! Que sea lo que Dios quiera. Hoy saldremos de dudas. Hoy dicen que es el día; quizá sea lo mejor. ¡Ya estoy cansado! los tontos nos cansamos también. ¡Maldita sea! - No te dolerá - Me ha dicho el señor cura; y el padre Nicanor no va a engañarme. Él ha sido el único que me ha tratado bien en esta vida. ¡Bueno! Él y doña Esperanza, que esté en gloria...
mira, a lo mejor la veo... Aunque, me parece que no. Según dice el padre Nicanor, y el padre nunca miente, los malos no vamos a la gloria. Y yo he sido malo, muy malo, según dice la gente.
El padre, que es tan bueno, me dice que no pierda la esperanza; que a lo mejor nuestro Señor Dios, en su infinita misericordia se compadece de mí, puesto que aquello fue un volunto del Demonio, que se metió en mi cuerpo y me hizo hacer lo que hice. Claro, así debió ser, pienso yo... ¿Cómo si no, yo que no soy capaz de matar una mosca, iba a matar a un angelito y hacer con ella lo que dicen que hice? ¡Vamos, hombre! Cosas del Demonio, seguro. Como uno es tonto, el maligno tiene más facilidad para hacer lo que quiera con el cuerpo de uno; También me lo decía el padre Nicanor, cuando iba a confesarme: - Tienes que ser fuerte, Casimiro, y no ceder a las tentaciones de la carne, que son obra del Demonio - Yo procuraba hacerle caso, pero el Demonio sabe mucho e insistía para que yo jugara con mi cuerpo hasta que babeaba su inmundicia.
Yo no sabía; por aquel entonces, que las mujeres ayudaban a los hombres a luchar contra las tentaciones del Demonio, hasta que me lo enseñó doña Esperanza, que esté en gloria... ella fue la única mujer que tubo compasión de Casimiro. Nunca se lo he contado al padre Nicanor, tal y como se lo prometí a doña Esperanza.
Ella insistía mucho en esto: - Sobre todo, jamás se te ocurra contarle esto al padre Nicanor. ¿Me oyes Casimiro? Esto no es un pecado tuyo; si no mío, si lo haces yo me enteraría, porque el padre me lo diría y entonces, ya no volvería a lavarte éste cuerpo que tienes de tonto, y no te echaría más agua de colonia entre la pelambrera de tus muslos, ni en la raja de tu culo, y los piojos y las pulgas te comerían vivo- Me decía la pobre, mientras esto hacía conmigo. Yo me sentía con ella muy bien, casi me olvidaba del mundo y de que era tonto; me importaba poco no saber articular bien las palabras, y babear por mi boca que siempre estaba abierta y que parecía dar tanto asco a las demás personas.
El relato continuará; si ustedes lo consideran importante como para eso... Si no aquí lo dejo por terminado. Recaredo.
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, porque como dice nuestro amigo en común y poeta M. Belargadi, tambien pienso que en la segunda parte viene aun lo mejor, UN ABRAZO MI QUERIDO AMIGO.
» Déjame unir mi mano con la tuya...
» Tu rostro...
» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
» Mi ciudad
» Mujer -reclamo tus rosas-
» La huella del amor...
» Desnuda cadencia...
» Son claveles...