ES UN POBRE INFELIZ...

Los actuales caprichos que le da felicidad al hombre cibernético del siglo XXI, es el consumismo, yo consumo lo que consume el que está al lado mío, y por otra parte, la que está del otro lado tambien lo hace, simplemente porque yo consumo y sobre toda razón humana se consume lo que está de moda y lo que nos inculca los medios de comunicación como útil en nuestra necesidades básica, vos dirás ¿que tendrá que ver el celular con el agua?, mmm… no lo sé, pero asì están las cosas.
En fin, todo es una cadena, no de supermercados pero es algo similar, es una cadena de egocentrismo pedante (y escuchen esta), egocentrismo pedante y necesario para esta esquizofrenica especie.

“Es un problema de cómo uno baraja el bañao” (punto de vista) diría mi abuela, y sí…
El francés Descarte dejó bien en claro que había que tirar al suelo las sensaciones, ya que no son tan confiables que digamos “hay que desechar los sentidos por ser fuente de engaño”, digamos no estamos hablando de que siente realmente frío o no cuando está haciendo -5ª de temperatura, ni hace falta comprobarlo científicamente, ni quedarte unas cuantas horas sin movimientos al intemperie, posiblemente tengas un gran hipotermia que te quitará la vida en cuestión de pocas horas, entonces ya nos iríamos para el lado del empirismo y la filosofía de Locke donde dice eso del “que el hombre es un papel en blanco” y que la fuente de conocimiento está en los sentidos y bueno ahí diríamos, ¡y sí, tiene razón Locke, hace frío!.
Hablamos de que si una propaganda sugestiva modifica tu sensación de bienestar, Descarte se cortaría su larga melena por demostrarnos que su teoría en actualidad resulta valedera.
A ver sino entendemos, estamos hablando de percepciones tan dispersas y complejas que lo deja a uno tomando siempre el autobús equivocado.
El hombre ya no tiene control de sus inclinaciones y se vuelve tan predecible (y de ahí surgen los especialistas de consumo “euro-tizados”, tan magníficamente cotizables por empresas multinacionales).
El hombre consumista olvida los movimientos del corazón y tiene una tendencia a ser frágil y forzosamente un desdichado toda su vida sino cambia su percepción.
En una palabra ¡es un pobre infeliz! diría mi abuela…