Arena

Arena

Erige, de la sombra de la noche, las estrellas
que no recorren tu cabello, en Soles iracundos:
más bien, son los oros más profundos
que la suerte de los vates, entona hacia sus bellas…
Profana, el relicario amoroso del racimo,
que tienta tu mano en el camino;
con esa süave sonrisa, entre la duna,
destello del amor, y la fortuna…

Arena... que va dejando tus pies en los maizales,
en otros ramos de sombra entre la brisa:
en otras sombras de ramos, de tu risa,
en otras trillas de amor, que al mar no sales…
Voz, que en el gentío de la bruma, escandaliza
y oportuna de tu miel, haces tu trigo:
en otra sombra de amor, cual si el amigo
de tus ojos de oro en la penumbra, vitaliza…

Ooh Nave de incierta estocada en el amor!
Por la forma, al cantil, no es acechado,
la bruma idéntica del mar acobardado
en otra incierta plegaria de tu rosa, en flor…
Que aun no cede en la bravía ceremonia,
de tu color, ya selva, que ya procura
el idéntico océano y mar de mi locura,
en otra cierta nave, cual si la tea en armonía…

No acechara, la oscura y verde Pasión,
que al mar, estoica, tribunara la sombra de la noche…
Y en otra Pasión, derroche de canción,
hiciera sostener la bruma inquieta, con su broche…
En otra nevada risa, de amantes procura la falda,
inquieta armonía, benévola al cruzar la amante:
en sordo instante desmesurada, cual salda,
de su ventura precoz, toda la noche en un instante...!

Dulzura, por demás arrienda a tu soltura
la corta y aun más larga noche entera,
de su mordaz escozor, va si altanera
la noche fuera, cual gentilicio, en su figura
no lo cese: la noche se apodera de la estrella,
en otro Sol, candil, que aun te ve más bella,
y si la calma de esos brazos, en locura
presta a tu figura, la boca en añoranza,
ya sabes de confianza: en tu cintura,
cual tu nombre: Belleza en acechanza…!

No mires más: es aún la noche,
nevada de su flor, para que luche…