Corazón de mujer
Mi Belleza Coronada
Me preguntaste si la noche de tus ojos nos traería,
si los astros de tu belleza la luna acabaría
con negar la nieve, que en tu faz no dormiría
sin la esbeltez que pronuncia, mi verso rozaría…
Pero no me preguntaste si los astros contendrían
las hilvanadas locuras de una voz ya despreciable:
un sonido opaco, que mi música indeseable
transmitiría a tu sombra, y en loor te besarían…
Joven bella, que la belleza en tu Música olvidara,
la abstinencia del rubor, la mística prendara
tu sabor de miel; tu ídolo es la cumbre; que la montaña
altiva, sueña, con lirismo de papel; y te alaba,
como un frigio Torcaz emblemático, perenne… araña
la cumbre con senectud y proeza, …y en tus ojos erraba…
Cual yerro, sostuviera mi ahínco en la mañana,
tornasolando mi sueño, con altiva madurez
de incipiente persona; desigualando tu tez,
que la boca de tus labios, otra fuente la emana…
Pero no me preguntaste, si los astros, en su altura,
negarían la bravura, de una bella que sostiene
candelabros en la noche: y que su voz me mantiene
arredrándome a las sombras, como un suspiro de locura…
Pero yo sé que no olvidaste, que la sombra que procura,
hilvanar tu tesitura, ensombrece más mi arte;
cual abismo se libera, en el Sol que es el Soñarte,
en la boca que no expresa, cuánto joven, y belleza
eres sueño en quieto aroma, y quietud, en calma, expresa,
cual la risa de la noche, que fulgores es desëarte,
Cual intimada ocasión, no medraba altiva luna
encendiendo mi fortuna, con desmedro y con pasión,
ante la noche deseada, de mi voz, corazonada
de la sombra en tu pudor, de la luna inacabada…
¿Porqué… si no finita la noche, de tu encumbrada tonsura,
engalanada la aurora, no finita juventud?
Que en mi boca y tu finura, aletargando locura
más prisión sobre la noche, mi verso no concluya,
cual estigma de la tuya, en soberana virtud...?
Desafiara tu belleza, el cadmio ojo privado,
de mi laurel nacarado, de mi privado corcel,
que en la noche más dispensa, el oprobiado fantasma,
que la luna es en tu alma: cual diadema de tu fauna,
y en otro oro lo intenta, cual aliento se sustenta,
gloriando de la armonía, las fauces, tu idolatría,
que tu boca, en otra hazaña, hace cubil y me engaña,
con femenino bajel; el insomnio besa cruel,
tu destinada hermosura; arredrando su frescura,
en otra hazaña de miel…?
Puede mi pluma besarte, pueden mis ojos amarte,
puede mi mente admirarte, pero el sueño, es más fuerte.
Mi Belleza Coronada
Me preguntaste si la noche de tus ojos nos traería,
si los astros de tu belleza la luna acabaría
con negar la nieve, que en tu faz no dormiría
sin la esbeltez que pronuncia, mi verso rozaría…
Pero no me preguntaste si los astros contendrían
las hilvanadas locuras de una voz ya despreciable:
un sonido opaco, que mi música indeseable
transmitiría a tu sombra, y en loor te besarían…
Joven bella, que la belleza en tu Música olvidara,
la abstinencia del rubor, la mística prendara
tu sabor de miel; tu ídolo es la cumbre; que la montaña
altiva, sueña, con lirismo de papel; y te alaba,
como un frigio Torcaz emblemático, perenne… araña
la cumbre con senectud y proeza, …y en tus ojos erraba…
Cual yerro, sostuviera mi ahínco en la mañana,
tornasolando mi sueño, con altiva madurez
de incipiente persona; desigualando tu tez,
que la boca de tus labios, otra fuente la emana…
Pero no me preguntaste, si los astros, en su altura,
negarían la bravura, de una bella que sostiene
candelabros en la noche: y que su voz me mantiene
arredrándome a las sombras, como un suspiro de locura…
Pero yo sé que no olvidaste, que la sombra que procura,
hilvanar tu tesitura, ensombrece más mi arte;
cual abismo se libera, en el Sol que es el Soñarte,
en la boca que no expresa, cuánto joven, y belleza
eres sueño en quieto aroma, y quietud, en calma, expresa,
cual la risa de la noche, que fulgores es desëarte,
Cual intimada ocasión, no medraba altiva luna
encendiendo mi fortuna, con desmedro y con pasión,
ante la noche deseada, de mi voz, corazonada
de la sombra en tu pudor, de la luna inacabada…
¿Porqué… si no finita la noche, de tu encumbrada tonsura,
engalanada la aurora, no finita juventud?
Que en mi boca y tu finura, aletargando locura
más prisión sobre la noche, mi verso no concluya,
cual estigma de la tuya, en soberana virtud...?
Desafiara tu belleza, el cadmio ojo privado,
de mi laurel nacarado, de mi privado corcel,
que en la noche más dispensa, el oprobiado fantasma,
que la luna es en tu alma: cual diadema de tu fauna,
y en otro oro lo intenta, cual aliento se sustenta,
gloriando de la armonía, las fauces, tu idolatría,
que tu boca, en otra hazaña, hace cubil y me engaña,
con femenino bajel; el insomnio besa cruel,
tu destinada hermosura; arredrando su frescura,
en otra hazaña de miel…?
Puede mi pluma besarte, pueden mis ojos amarte,
puede mi mente admirarte, pero el sueño, es más fuerte.
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