Tornasolado encuentro…
Tornasolado encuentro con la noche de tus ojos,
paloma que refracta mil herrumbres en tus lazos,
de orfandad y duelo, casi siempre en tus abrazos,
dulcificando el ruego, de mil horas en espejos,
que la voz de mi nostalgia, se apresura,
a contener un instante de amargura
latiendo en ascuas sordas, la palabra enarbolada,
el tizón que no acabe, y la juncia desterrada…
Tornasolado encuentro, con tus ojos lacerantes
de mil duelos en instantes, que la boca no ha pausado,
en el sueño helado, de la cumbre montañosa
del desgano, artificiosa, de tus nubes que proclaman
insistencia de tus mares, cognoscible y luctüosa,
yaciente en esmeralda, y dócil cual te aman
las palabras de los mares, en herrumbres vociferan,
las ardientes bocanadas, de las olas que laceran…
Hechizo que se bate, insipiente, en tu madeja
tras huido estandarte que a tus ojos, candileja,
morar siempre de su vate, en ocioso ardor refleja,
la soltura de tus párpados, en sombra que aún espeja…
Buscan ápices de luna, en tus ojos las gaviotas,
y en tus párpados se sueñan, el letargo dos simientes
que el ocaso vespertino, de tus dulces alicientes,
toma el vástago desnudo, de tus manos entre ilotas…
Vanas eran de tus flores dos hechizos afluëntes,
con el bello imán percude, de dos teas eficientes,
ya dos mares entre océanos, y de bocas so tan mudas,
cual pernocta de tus noches, las lucientes dudas…
Cual hechizo en la hojarasca, ó de efluvio de tu néctar,
hace mieles en tus bosques ó de sueño archidifuso,
con el claro, tus madejas, en las sombras, me es profuso,
distanciarlas de tu nave, de mis lágrimas, humectar…
Humedales en tus bocas, y laceran en tus cambios
procelando las difusas, alicientes murallones,
que tus arduos epiplones, buscan años en tus labios,
al besar de tu misterio, dos albogues, hebillones…
Y trascienden en tu noche, dos epígrafes constantes,
que la luna, en tu simiente, horada con sus cambios,
el perfume de azaleas, y de flores exultantes,
en la sombra de pujanzas, y de robles sabios…
Ya difusas, en tus horas, en tus ojos, dos espejos,
claman viento de las noches, oteando soles viejos…
Tornasolado encuentro con la noche de tus ojos,
paloma que refracta mil herrumbres en tus lazos,
de orfandad y duelo, casi siempre en tus abrazos,
dulcificando el ruego, de mil horas en espejos,
que la voz de mi nostalgia, se apresura,
a contener un instante de amargura
latiendo en ascuas sordas, la palabra enarbolada,
el tizón que no acabe, y la juncia desterrada…
Tornasolado encuentro, con tus ojos lacerantes
de mil duelos en instantes, que la boca no ha pausado,
en el sueño helado, de la cumbre montañosa
del desgano, artificiosa, de tus nubes que proclaman
insistencia de tus mares, cognoscible y luctüosa,
yaciente en esmeralda, y dócil cual te aman
las palabras de los mares, en herrumbres vociferan,
las ardientes bocanadas, de las olas que laceran…
Hechizo que se bate, insipiente, en tu madeja
tras huido estandarte que a tus ojos, candileja,
morar siempre de su vate, en ocioso ardor refleja,
la soltura de tus párpados, en sombra que aún espeja…
Buscan ápices de luna, en tus ojos las gaviotas,
y en tus párpados se sueñan, el letargo dos simientes
que el ocaso vespertino, de tus dulces alicientes,
toma el vástago desnudo, de tus manos entre ilotas…
Vanas eran de tus flores dos hechizos afluëntes,
con el bello imán percude, de dos teas eficientes,
ya dos mares entre océanos, y de bocas so tan mudas,
cual pernocta de tus noches, las lucientes dudas…
Cual hechizo en la hojarasca, ó de efluvio de tu néctar,
hace mieles en tus bosques ó de sueño archidifuso,
con el claro, tus madejas, en las sombras, me es profuso,
distanciarlas de tu nave, de mis lágrimas, humectar…
Humedales en tus bocas, y laceran en tus cambios
procelando las difusas, alicientes murallones,
que tus arduos epiplones, buscan años en tus labios,
al besar de tu misterio, dos albogues, hebillones…
Y trascienden en tu noche, dos epígrafes constantes,
que la luna, en tu simiente, horada con sus cambios,
el perfume de azaleas, y de flores exultantes,
en la sombra de pujanzas, y de robles sabios…
Ya difusas, en tus horas, en tus ojos, dos espejos,
claman viento de las noches, oteando soles viejos…
» Eres cual estampido…
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