Burlado entre tormentas
Indefenso ardor, burlado entre tormentas,
cual mar no cede, preñado en noche oscura
tan hilvanado de eléctrica amargura
cual aves brunas, adargas fueron tantas…
Tu rostro empapa, al viento una cerilla,
cual burla ágil soto, candil de luna en cedro,
anidando en la mañana, al oeste su desmedro,
en otra ciega alcurnia, distante de la trilla…
Prendado de la llama, sudor empapa abrigo,
de lluvias incesantes, cual besan los amigos,
la llama de tu ángel, pretil de ceremonia,
ó el rostro de quimeras, blandiéndose, retoña…
Privada de su arte, arroja gentil causa,
dolida del silencio, ubicuo mar en trance,
coloquio de senderos, de ya lento romance
en otra sorda hilera, de búsqueda con pausa…
Ardiendo chispas cede, crepitan ya las piezas,
y los maderos brincan, invitan los silencios
de bóvedas de fuego, ardientes en anuncios,
de sordos los contrastes, de robles y bajezas…
Encendido el fuego, bisoño lento arde
y tañe la agonía, crepúsculo, mortajas,
senderos, arboledas, de rostros en la tarde,
semánticas del ritmo, en süaves olas, lajas…
Ya piedras, donde arrojan, espumas los antiguos,
bajeles de los mares, en ostras, invitando,
diademas de juglares, y sordas olas dando
marëas tan divinas, y cuencas cual exiguos…
Bravando sutil mellas, en hornos de murallas
satenes de miradas, en rostros de las flores,
ya búsqueda en amores: privada de centellas,
han de morir mis ojos, en ascuas, tus dolores…
Ha de morir mi rostro, perfecto cual un vago
estoico arrendatario, de mentes trovadoras,
tan luego de mirarte, en otras labradoras,
do cielan tus amantes, de bocas en un trago…
Ha de morir mi rostro, sentinas en tus flores:
constancia de senderos, de arduos ruiseñores,
lucrando los sencillos, latidos en amores,
brindando tu silencio, en clámides de flores…
Y luego de morir, en tu brazo desnudo,
no me has de destruir, teniéndome de escudo
ante la noche oscura, tus ojos brillarán,
cual teas estrelladas, tus astros me dirán:
“Has visto la mañana, y estás dormido aún
teniéndome serena, tal lúdica amapola,
serás ya de mis olas, y tú de mi canción,
hasta vestir de Oda, mi boca que te anhela”…
Y yo despertaré, de un sueño entre tus brazos,
nadando en la barcaza, del beso de tus labios
en alas de tu cuerpo, que pulcro en tus regazos,
será todo mi cuerpo, del beso de tus labios,
…y ya no moriré, sin fiebre en tu locura,
aparejando mellas, del arte de tu pura
herida ya sanada, del goce de tu arte,
brindando con tus besos, los labios a soñarte…
Y así mi flor endrina, me darás la fragancia,
del beso de tus labios, tan dulce como estancia…
Indefenso ardor, burlado entre tormentas,
cual mar no cede, preñado en noche oscura
tan hilvanado de eléctrica amargura
cual aves brunas, adargas fueron tantas…
Tu rostro empapa, al viento una cerilla,
cual burla ágil soto, candil de luna en cedro,
anidando en la mañana, al oeste su desmedro,
en otra ciega alcurnia, distante de la trilla…
Prendado de la llama, sudor empapa abrigo,
de lluvias incesantes, cual besan los amigos,
la llama de tu ángel, pretil de ceremonia,
ó el rostro de quimeras, blandiéndose, retoña…
Privada de su arte, arroja gentil causa,
dolida del silencio, ubicuo mar en trance,
coloquio de senderos, de ya lento romance
en otra sorda hilera, de búsqueda con pausa…
Ardiendo chispas cede, crepitan ya las piezas,
y los maderos brincan, invitan los silencios
de bóvedas de fuego, ardientes en anuncios,
de sordos los contrastes, de robles y bajezas…
Encendido el fuego, bisoño lento arde
y tañe la agonía, crepúsculo, mortajas,
senderos, arboledas, de rostros en la tarde,
semánticas del ritmo, en süaves olas, lajas…
Ya piedras, donde arrojan, espumas los antiguos,
bajeles de los mares, en ostras, invitando,
diademas de juglares, y sordas olas dando
marëas tan divinas, y cuencas cual exiguos…
Bravando sutil mellas, en hornos de murallas
satenes de miradas, en rostros de las flores,
ya búsqueda en amores: privada de centellas,
han de morir mis ojos, en ascuas, tus dolores…
Ha de morir mi rostro, perfecto cual un vago
estoico arrendatario, de mentes trovadoras,
tan luego de mirarte, en otras labradoras,
do cielan tus amantes, de bocas en un trago…
Ha de morir mi rostro, sentinas en tus flores:
constancia de senderos, de arduos ruiseñores,
lucrando los sencillos, latidos en amores,
brindando tu silencio, en clámides de flores…
Y luego de morir, en tu brazo desnudo,
no me has de destruir, teniéndome de escudo
ante la noche oscura, tus ojos brillarán,
cual teas estrelladas, tus astros me dirán:
“Has visto la mañana, y estás dormido aún
teniéndome serena, tal lúdica amapola,
serás ya de mis olas, y tú de mi canción,
hasta vestir de Oda, mi boca que te anhela”…
Y yo despertaré, de un sueño entre tus brazos,
nadando en la barcaza, del beso de tus labios
en alas de tu cuerpo, que pulcro en tus regazos,
será todo mi cuerpo, del beso de tus labios,
…y ya no moriré, sin fiebre en tu locura,
aparejando mellas, del arte de tu pura
herida ya sanada, del goce de tu arte,
brindando con tus besos, los labios a soñarte…
Y así mi flor endrina, me darás la fragancia,
del beso de tus labios, tan dulce como estancia…
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